Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
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Parecían aburridos los días colmados de la misma rutina, tu querida acompañante eterna luna desaparecía y dejaba a su amante, el sol; pulverizar las sombras que eran encargadas de protejer las densas pieles de los demonios.
Apenas cerraban las puertas mientras sentían el calor de sus cuerpos hervir por su sangre, siendo una gran dificultad la excesiva cantidad de ventanas y puertas abiertas que tenía la residencia, al esta estar prácticamente abandonada, un solo cuarto fue el que se encontraba completamente sellado de las posibilidades de que el sol sea un verdugo en este día.
Ambos estando uno frente al otro volvían a la misma situación que ambos acarreaban, una batalla de miradas que nunca culminaba, no sabían porque lo hacían, ¿por juego?¿por gracia? No, no había ni una respuesta, pero la comodidad de ambos al hacerlo podría ser tal vez clave de un factor, sus ojos dorados embelesados por seguir el juego daban hambre de más, mientras que aquel par de ojos tiernos no entendía como podían llegar a ser tan seductores, una simple tentación y silencio entre ambos que nunca a acababa.
Ya sabían que estaban cerca de completar su objetivo, y la misión concluiría con ello, no habían pasado más de 5 noches desde que ambos tomaron este mando, tan poco tiempo logró crear algo tan enorme, una intermitente tensión que ambos tenían, viéndose en momentos rota a la hora de complacerse, pero renacia a la hora de ambos volver a quererla presente; tentación.
A Zohakuten no le cabía en la cabeza su sentir audaz, que le reaccionaba y hacia actuar en contra de su moral, un ser colmado de odio buscando atención de su contraparte por excelencia. No entendía como el fervor del amor que expresaba lo llego a cautivar de esta manera, simplemente días habían pasado de su primer encuentro ya casi después de décadas, pero cada día implicaba más tortura, cada día implicaba más amor.
Tus palabras no tardaron ni un poco a llegar nuevamente, no eras molesta ni un poco a la hora de dirigirte a el, la calma que le dabas, hacia sentir que sabías como hablarle, rebosando de paciencia y empatía, careciendo de odio, algo que el no podía experimentar, pero agradaba ver, ¿acaso eso fue lo cautivante para el? Ver el mundo a travez de otra persona, en este caso demonio.
Por su puesto que si.
Te acercaba con disimulo y sin incomodar el ambiente entre ambos, cada palabra que salía de tu boca era atendida por el, pero tan simplemente no te quitaba los ojos de encima, ensimismado por tu conversación, por fin reaccionó a un punto.
-¿Por que duermes?- Ladeo su cabeza, volviendo a insistir con la pregunta que hace mucho hizo - Te lo había preguntado con anterioridad, sin recordar tu respuesta.
Te helaste momentáneamente por ello, guardando silencio mientras buscabas formar una verdadera respuesta, diferente a la de la vez anterior. Un suspiro salió de tus labios ayudando a aliviar tu ser.
-En un principio, solo te dije que no sabía porqué no frenaba a pensarlo con claridad, en lo personal, algunos demonios guardan o incrementan fuerzas comiendo - Pausaste brevemente mientras llevabas una mano a tu barbilla- Pero a mi en algunas ocasiones, el dormir me hace acumular energías, muy pocas veces me ayuda a...
