Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
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¿Recuerdan cuando el rey y concebidor de los demonios aclama las siguientes palabras?;
"Les ordeno que guarden discreción durante toda su partida"
Bueno, esto pasó por alto para ciertos dos clones "medianamente" candarosos.
Un estruendo del impacto recibido llamo la atención de los otros dos clones sobrantes, no era de impresionar la forma tan brusca y no cuidadosa con la que jugaban. Como si fuera raro el clon de la alegría y placer se estrellaban uno contra otro empabonando de sangre el ambiente donde recidían como refugio del fulminante sol que los perseguía. Sekido sin esperarse fue el primero en reaccionar.
-¡Asquerosos ya calmense!- Tomando el báculo que lo adjuntaba, lo estampó en el piso electrocutado a sus copias.
Un lío sin control era desde que accidentalmente, completamente para nada tu culpa, Zohakuten se disolvió, por lo que sabías y habías entendido, cada clon quiere cosas distintas, ya sea: salir, comer, matar o cualquier cosa que les pase en mente, por lo cual buscan saciar sus cometidos, saliendo de el cuerpo del más bajo. Zohakuten poseía un gran control sobre ellos a la hora de el estar presente físicamente, simplemente se hacía lo que el quería, que el presente una desatención y baje la guardia era muy difícil, pero si llegaba a suceder los clones aprovecharían para salir (siempre y cuando no sea una batalla).
Por lo mismo, algunos de ellos te preguntaron extrañados la causa del porque paso, no eras una experta mintiendo pero lo hacías bien, bien tu llegaste a creer que después del beso repentino que liberó la tencion que había entre ambos, pudo ser un factor no quisiste mencionarlo, limitandote a contestar que no sabías nada.
De cierto modo te relajo el no tener que tratar con el después de lo ocurrido, no te sentías avergonzada de lo que hiciste, porque lo disfrutaste, pero no sabias como se lo tomara el.
-No parecía disgustado ¿Verdad?
Le gustó? Ahora ya tenías otra preocupación, rascaste tu cabeza confundida.
-Deveria de disculparme en todo caso...
Una cierta mueca de tristeza muy ligera apareció en tu rostro, llamando la atención de el demonio de los ojos tristes.
- No me robes mi facción ___... - Deliraste con sus palabras para luego girar a verlo con confusión.
-¿Que?- Estabas perdida en tus pensamientos angustiada por lo que vendría después que ni te diste cuenta de su mirada.
Ambos estaban sentados en lo que parecía ser un comedor debido a la gran mesa que los separaba, sinceramente en donde estaban ustedes era el lugar más limpio de sangre, la casa donde hoy recidían era amplia. Aizetsu estaba sentado a diagonal tuya un la punta de la mesa y tu hacia el costado, con las piernas cruzadas una sobre otra y una mano agarrando su lanza que apuntaba hacia arriba.
