Capítulo 2:¿Amistad?

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Como era de esperar, Luz apenas concilió el sueño la noche después de ser llevada a casa por Ainhoa y por si fuera poco, descubrir que era su vecina. Por lo menos, esto le permitió estar preparada mucho antes de lo que había acordado con Ainhoa para que esta la recogiese y tomarse un café bien cargado que le permitiese afrontar todo lo que pudiese venir en la clase que ya había descubierto que serían igual de apasionantes que de duras. Acabándose el café estaba cuando alguien tocó a su puerta: Ahí estaba Ainhoa como pudo comprobar por la mirilla.

Ainhoa tampoco había pasado una buena noche, la idea de preparar una clase práctica no le resultaba muy agradable aunque conocía la gran importancia de saber conjugar esto con la teoría. A consecuencia de esto, se había rendido y se había levantado para hacer lo que más feliz la hacía en el mundo, cocinar. Entonces había recordado a Luz y decidió ofrecerle un regalo de bienvenida a su vecina, varios pastelitos que le llevó para desayunar.

—¿Y esto?—la chef fue recibida por una Luz confundida pero muy agradecida al conocer la función de los pastelitos—¿Nos da tiempo de comernos uno juntas, no?

—Yo creo que sí—respondió aún sin estar totalmente segura y sin poder negarse. Dejó que la otra tomase el primer bizcocho y lo probase, después Ainhoa tomó otro.

—Creo que le falta un poco más de azúcar—dijo Luz con gesto de intelectual solo por incordiar un poco. Nunca olvidaría todo lo que la limpieza de la cocina había implicado.

—Eres una quejica pero me lo apuntaré...—Ainhoa dejó varios segundos de por medio antes de rematar su frase—, en la lista de cosas que no me importan—ambas rieron, si continuaban así probablemente serían grandes amigas y puede que también acabasen una sin trabajo y otra sin estudios porque llegaban tarde.

A Ainhoa la idea de correr con el coche le gustaba bien poco y menos yendo acompañada pero necesitaba conservar su trabajo así que trató de ir al máximo que ambas pudiesen soportar porque a Luz tampoco se la veía demasiado feliz con la idea de ir aprisa.

—Como cojas otra curva así te quedas con una alumna menos.

—Menos quejas que tú estarías todavía saliendo de tu casa—razón no le faltaba pero eso no era algo que Luz fuera a admitir.

—Calla que la única culpable de esto eres tú y tus dulces—reprochó sin ser respondida ya que habían llegado y lo único que ahora importaba era llegar a clase a tiempo y no levantar sospechas sobre que ambas llegasen tarde.

Para su suerte, Luz llegó minutos antes que Ainhoa a clase y se ahorró una más que asegurada bronca. La profesora sí que se retrasó varios minutos que excusó con un atasco en la carretera principal.

—Te gusta vivir al límite, eh—le comentó Paolo a su compañera justo cuando llegó.

—Eso parece—contestó Luz mientras organizaba sus cosas para cuando la clase diera comienzo.

—¿Y podrías vivir al límite de una quedada conmigo?—sin duda aquella era la forma más cutre en la que alguien le había pedido quedar. Ella no tenía ningún interés en aquel chico, sin embargo, necesitaba hacer amigos por allí así que tras reírse varios segundos aceptó la invitación.

—Genial, pues esta tarde te espero en el bar que hay aquí al lado—concluyó con la entrada de Ainhoa en clase guiñando el ojo, algo que parecía ser un gesto típico en él.

Como había dicho Ainhoa el día anterior, la labor de Luz y Paolo no había sido en vano y en este día iban a dar una clase práctica. Comenzarían por lo más básico, aprender los diferentes tipos de corte y para qué eran más adecuados. Ainhoa explicó todo esto de forma clara y concisa antes de hacer a los alumnos marchar hacia cocinas. Esto no le traía buenos recuerdos pero debía ser profesional y mantener la compostura ante todo. Ella dio los ejemplos y las pautas que debían seguir al principio y luego les ordenó preparar varias elaboraciones que incluían diferentes tipos de cortes: cebolla laminada y caramelizada, un salteado simple cortado en juliana y una vinagreta utilizando el picado.

Cada alumno se puso con su tarea al momento, existía un gran nivel de competitividad y Luz, por supuesto, no se quedaba atrás. Tan pronto como acabó la explicación tenía todos los ingredientes necesarios preparados y ya estaba cortando la cebolla. Su máxima aspiración era trabajar en el hotel que dirigía su familia, en Vera, un pequeño pueblo de Madrid, quería ser jefa de cocina y no se conformaría con menos. 

Ainhoa se mantenía en tensión pendiente de todos los alumnos, pasó la clase paseando por los numerosos fogones y encimeras de los que disponían las cocinas. Iba corrigiendo los pequeños errores y alabando los aciertos.

—¡Eh, cuidado Iván!—un escalofrío le recorrió la columna al ver como el joven alumno apuntaba a su compañera Julia con el cuchillo a forma de broma—. Nunca bromees con un cuchillo en punta, jamás—recalcó.

La clase transcurrió sin más altercados. Ainhoa solo había pasado un par de veces por el lado de Luz y había puesto varias pegas que ella trató de corregir pero soltando alguna que otra protesta. Para su alivio, esta pronto se encontró saliendo por la puerta principal dispuesta a buscar ese bar del que le había hablado Paolo pero antes se encontró a su profesora de nuevo.

—Ey, ¿te llevo?—le preguntó amablemente. El tono que utilizaba en la calle era muy distinto al que usaba para impartir clase y dar órdenes.

—No, gracias. He quedado—se explicó Luz señalando el bar.

—¿Paolo?—dijo Ainhoa un tanto decepcionada—. Entiendo, diviértete.

El susodicho no tardó mucho en llegar y escoger sitio para Luz y para él. Pidieron algo para tomar y Paolo comenzó a hablar. Al principio no dejaba apenas espacio para las respuestas de Luz y tras permitirle varias intervenciones, prosiguió con su monólogo.

—Por cierto, ¿Sabes de lo que me enteré ayer?—como volviera a hablarle de otra receta de 4 estrellas que le había quedado genial, Luz no aguantaría más.

—A ver, sorpréndeme.

—Ainhoa tiene un pasado oscuro—esto si que la sorprendió, tanto, que lo instó a que continuase—. Así como lo oyes, la echaron de su última escuela en el País Vasco por un escándalo y ha pasado varios años sin trabajar hasta ahora, nosotros somos sus ratas de laboratorio—concluyó esperando que Luz alimentase la conversación con más críticas o se muriese de risa por su cómico comentario.

—¿Y qué pasó?—tener el interés de la chica en sus manos era algo que Paolo adoraba.

—Por lo que me han dicho, un estudiante estaba bromeando en las cocinas con un amigo cuando un cuchillo le salió disparado y acabó clavado en el estómago de otra compañera que estuvo al borde de la muerte. Claro como ella era la profesora fue cargada con toda la responsabilidad—explicó con más detalle dejando a Luz impresionada. Ya era mala suerte.

Después de escuchar todo eso Luz no quería pasar más tiempo allí, solo quería ir a un lugar concreto y eso hizo. Se despidió amablemente de Paolo dejándolo un poco cortado al pensar que la quedada iba a terminar en un punto diferente y ya con el camino a casa más aprendido fue capaz de llegar tomando un autobús. Entró en su casa solo para dejar la mochila y peinarse un poco antes de ir a visitar a su vecina.

—Siento venir con las manos vacías pero cierta profesora no nos da tiempo ni a respirar—se excusó picando de paso a Ainhoa quién dejó salir una carcajada.

—Pues sí que te ha dado tiempo a respirar con Paolo, ¿No? Tan mala no será la profesora—contraatacó con lo que bien podrían ser celos.

—¿Te parece si te cocino algo rico?—Luz totalmente decidida se había colocado ya tras los fogones y estaba buscando todos los materiales que iba a necesitar mientras su profesora se quejaba sobre que había ido allí solo para invadir su cocina pero en el fondo le encantaba no ver su casa vacía por fin tenía algo así como una ¿amiga?



Un poco más de azúcar(Luzhnoa)Onde histórias criam vida. Descubra agora