Capítulo 7: Besos

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Ainhoa no sabía bien que hacer y no es que nunca hubiese besaso a alguien. Claro que había tenido otras parejas pero nunca es que le fuese ido demasiado bien en el amor y ahora con Luz, su Luz no quería estropearlo y echarlo todo a perder, no podía permitirlo con ella. Tampoco tenía a alguien que le aconsejara qué hacer así que tras sobrepensar durante casi media hora decidió hacerle caso a su instinto y repetir la escenita de Luz pero esta vez llamando al piso de la más pequeña.

—Luz ábreme por favor, es importante —pidió acompañándose de varios golpes hasta que la puerta, de repente, fue abierta por la morena ya enfundada en su pijama y un tanto despeinada—¿Te he despertado?

—No, estaba preparándome un vaso de leche, ¿Quieres?—Ainhoa aceptó y pasó al pequeño piso donde sin poder guardárselo por más tiempo soltó lo que llevaba días rondándole la cabeza aunque no conseguía encontrar las palabras adecuadas y es que, quizás no las hubiese.

—Luz...eh, expresarme con palabras no es lo mío—renegada, tomó a Luz por la mejilla izquierda con una mano y la acercó todo lo que le fue posible con la otra hasta que pudo apreciar sus facciones más cerca de lo que jamás pudo llegar a imaginar; sus ojos ahora brillantes, su pequeña nariz, sus colorados mofletes y sus labios, sus labios. Se paró ahí y disfrutó del momento antes de acercarse y besarlos. Al principio pensó que había sido un error pero Luz continuó el beso y no pudo volver a pensar hasta que fue momento de priorizar vivir y parar para tomar aire aunque eso no duró demasiado ya sus bocas volvieron a entrelazarse, esta vez con necesidad de pobrar un sabor ya conocido. Entre esas idas y venidas estuvieron sumidas varios minutos apoyadas en la encimera de mármol que delimitaba la cocina de Luz.

—¿Quieres quedarte esta noche? Mañana no hay clases—propuso Luz en un susurro que consiguió acelerar las pulsaciones de Ainhoa hasta llegar a un ritmo incluso peligroso.

—Por favor.

Luz sentó a Ainhoa en el sillón de su piso frente a la televisión con órdenes claras de poner cualquier cosa que deseara. Esta le hizo caso omiso y solo se sentó tratando de ocupar el mínimo espacio posible, a pesar de ser Luz, esta situación la había puesto muy tímida.

—Ainhoa de verdad, ¿sacas carisma para besarme y no para cambiar de canal?—bromeó su alumna buscando alguna película que dejar. La chef no parecía la típica persona que veía dibujos animados por eso Luz no sabía muy bien si Ratatouille iba a ser de su gusto pero había que intentarlo. No se podía ser cocinera y no haber visto la mejor película de cocina de la historia.

La recién surgida pareja se acomodó en el sofá de tal forma que Luz quedaba abrazada por Ainhoa que descansaba su cabeza en el pecho de la otra. Al principio mantuvieron su atención puesta en la película y trataban de comentarla hasta que la mayor de las dos  se quedó profundamente dormida.

—¡Vaya crítico más antipático!— gritó Luz enfadada por la trama de la animación—¿Verdad?—pero cuando buscó el apoyo de su compañera se percató de que esta no estaba disponible en estos momentos, ¿Qué debía hacer con ella? No quería despertarla pero tampoco tenía la fuerza suficiente para llevarla hasta la cama y dejarla dormir en el sofá no era una opción planteable.

Finalmente y tras varios toquecitos y caricias suaves Ainhoa se espabiló un poco y entreabrió los ojos.

—Mhm, ¿Qué pasa?—habló bajito a causa del sueño.

—Nada, nada, ven—Luz la agarró de las manos ayudándola a levantarse y la guío hasta su habitación donde le ofreció un pijama y la mitad de su cama donde cayó rendida para sumirse al instante de nuevo en su sueño—. Buenas noches, guapa—acarició el pelo anaranjado hasta asegurarse de que estaba bien dormida y entonces, comenzó ella a prepararse para ir a dormir junto a Ainhoa pero sin apenas tocarla por el miedo a despertarla o molestarla.

Ainhoa vivía sometida a demasiada presión como para pasar una mala noche, cuando el insomnio no la aprisionaba dormía del tirón. Sin embargo, Luz no corría la misma suerte, ella pasó toda la noche en vela observando a la otra dormir. Podría parecer una psicópata pero no había mucho más que hacer.
Solo cuando fue una hora decente se levantó y preparó un buen desayuno para las dos mientras esperaba con toda la paciencia de la que disponía el despertar de su profesora. La situación era muy rara, estaba enamorada de su profesora y encima, ¡La había besado!

—Buenos días Luz —dijo Ainhoa recién levantada y con la voz un tanto ronca apareciendo por la cocina donde se encontraba la nombrada acabando su elaboración.

—Buenos días —respondió Luz sirviéndole café y tostadas con mermelada casera y un zumo de naranja.

—Así da gusto despertarse—le sonrió y se acercó para darle el que sería el primer beso del día—¿Algún plan para hoy?

—Pasar el día con mi profesora—se sonrieron mutuamente mirándose acarameladas.

—Vaya, eso suena a que quieres subir nota—le respondió una Ainhoa bromista antes de darle un bocado a su tostada.

—Bueno, si funciona podría esforzarme—Luz comenzó el acercamiento pero fue Ainhoa quién lo acabó.

—Entonces no necesitarás ni estudiar para el próximo examen—la pelirroja besó a Luz fundiéndose cálidamente con ella. Esa sensación le encantaba, esa calidez le daba vida, hacía demasiado que no se sentía querida por nadie.

Pasaron buena parte de la mañana entre fogones y en una batalla constante de a ver quién recibía más besos hasta que acabaron de vuelta al sofá sin nada más que decirse de momento.

—Oye Ainhoa, ¿Qué va a ser ahora de nosotras?—todo lo bonito era difícil y no había una respuesta certera para esa pregunta, ambas los sabían.

Un poco más de azúcar(Luzhnoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora