Capítulo 3: Casa

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Aprovechando el fin de semana Luz decidió viajar hasta su pequeño pueblo, Vera del Rey para visitar a su familia tras la primera semana alejada de ellos. Aunque había estado llamándolos constantemente, no podía evitar extrañarlos mucho. Por esta razón no pudo evitar abrazar con todas sus fuerzas a su padre en cuanto que este le abrió la puerta y luego ir a por su madre y hermano. Se sentía genial volver a casa donde todo era conocido y seguro.

-¿Vas a quedarte todo el fin de semana aquí?-preguntó Silvia, la madre de Luz.

-Claro, el domingo volveré por la tarde para poder estudiar y prepararme para las clases-explicó Luz.

-Sí, para estudiar-comentó Jon sin dejar de lado el videojuego al que estaba jugando en esos momentos. Demasiado era que había pausado la partida para ir a abrazar a su hermana.

La familia Romaña aprovechó la ocasión para hacer algo juntos como ver una película todos juntos en el salón; parecía algo demasiado sencillo pero para ellos solo se daba en ocasiones especiales como esta principalmente por los trabajos de Silvia y Javier que los mantenían lejos de su familia gran parte del tiempo y ahora, además, se sumaban los estudios de Luz. Aunque pudiera parecer una situación triste, ellos preferían verlo como una oportunidad de disfrutar aún más los momentos en familia.

Tras las típicas discusiones por elegir que película ver, los cuatro miembros de la familia se posicionaron sobre el sofá y comenzaron a criticar la película y compartir sus comentarios y emociones. Esa tarde le sirvió a Luz para comprender que su casa siempre estaría allí donde estuviesen esas tres personitas que tan feliz le hacían, podría haber logrado independizarse pero amaba y necesitaba a su familia como siempre. Por eso trataba de buscar momentos como estos regresar a casa.

La película acabó con Jon igual de apático que siempre, Luz y Silvia emocionadas y Javier dormido como una marmota. La mala suerte era que tuvieron que despertarlo porque debía ir a trabajar, alguien tenía que patrullar el pueblo. Silvia también tuvo que marcharse a trabajar al hotel que dirigía así que dejaron a Luz y a Jon a solas aunque este permanecía pegado a su consola y a sus videojuegos.

Aprovechando este momento de tranquilidad repentina, la pequeña cocinera fue hasta su habitación que permanecía igual que siempre. Se sentó en su cama a observar cada rincón; la estantería llena de libros de cocina, el escritorio con los papeles ordenados por su madre y el armario tan lleno de ropa como lo había dejado. Entonces un sonido la sacó de su ensimismamiento, era una llamada entrante en su teléfono, Ainhoa.

—¿Tan pronto has huido del curso?—preguntó la otra. Ainhoa se había levantado a la hora habitual de cada día, gran fallo porque no había encontrado nada que hacer, sin embargo, si había encontrado una gran soledad que la acompañaba. Por eso había decidido ir a llamar a casa de Luz solo para descubrir que esta no se encontraba en casa.

—Ya te gustaría—le contestó Luz—¿Necesitas algo?¿Te ha pasado algo?

—No, no es eso, no te preocupes. Es solo que los profesores debemos estar informados sobre las actividades extraescolares de nuestros alumnos—una ligera risa nerviosa se escuchó tras el teléfono.

—Ah, perdone usted señorita Arminza. Se me olvidó comentarle que iba a venir a visitar a mi familia, prometo que no volverá a pasar— Luz había usado ese nombre de broma pero para Ainhoa, sin duda, había significado mucho más.

Profesora y alumna intercambiaron un par de frases más describiendo brevemente que pensaban hacer con sus días antes de colgar la llamada. Dejando a una Ainhoa aburrida pero con un sentimiento de soledad menor y a una Luz llena de dudas que fue caminando a ciegas por su casa hasta sentarse de forma repentina en el sofá a observar como su hermano jugaba a la consola.

—Venga, ¿qué te pasa?— Jon se quitó los cascos dispuesto a escuchar a su hermana quien lo miraba entre alegre y confundida.

—¿A mi? Nada—miró a su hermano sonriente pero este en vez de hacer caso a su respuesta se quitó los cascos y se acomodó en el sofá de la hogareña casa para quedar mirando frente a frente a su hermana.

—¿Qué?, ¿Te gusta algún chaval?—cuestionó certeramente. Había heredado el talento de su padre para hacer interrogatorios y Luz sabía que era el momento de confesar y tratar de resolver sus dudas.

—Bueno digamos que va por ahí aunque no es nada serio, eh. Solo es que me está llamando la atención una chica, mi profesora—contó con algo de timidez la joven aprendiz de cocinera.

—¿¡Tu profesora!? Si que te lo montas bien hermanita—tras esto, Jon recibió una colleja por parte de Luz que lo hico adoptar un tono más serio—. Y, ¿qué es lo que te preocupa? Intenta descubrir si te gusta acercándote a ella y actúa como si estuvieses ligando con un chico, en eso si que tienes experiencia—le guiñó el ojo burlonamente.

Hacía año que Luz no debía recurrir a los consejos de su hermano, a pesar de que este sabía bien qué decirle y cómo hacerlo. La prueba de esto era que después de esa conversación Luz decidió hacer caso a su hermano y descubrir si Ainhoa le gustaba o no. El primer paso sería quedar con ella el domingo a tomar algo en una especie de "cita" pero para eso esperó hasta llegar a su casa y volver a instalarse. Había sido difícil volver tan pronto de su hogar, extrañaba de sobremanera a su familia pero Ainhoa hacía que vivir allí fuese mucho más fácil.

—Profesora Arminza, ¿Está en su casa?— Luz decidió llamarla por teléfono para evitar que le diese demasiada vergüenza.

—Esa información no es necesaria para una alumna así que tenga en cuenta que hago una excepción señorita Romaña. Sí, estoy aquí—continuó la broma diciéndole a Luz todo lo que necesitaba.

—Genial—la morena no pudo evitar expresar la emoción que sentía—¿Te apetece quedar para cenar?

—¿Clases particulares? Como la buena profesora que soy no puedo negarme a eso—respondió alegrando a la otra.

Esa llamada dejó a Ainhoa descolocada. Todo con Luz seguía normal pero, a la vez, había algo diferente en el ambiente. Por eso tardó mucho más de lo habitual en escoger algo que ponerse y en decidir cómo iba a maquillarse ya que ninguna de las opciones que se planteaba le parecía suficientes para esa noche. Finalmente, cuando la hora se le echó encima escogió un conjunto morado que realzaba su figura y le quedaba genial, solo entonces salió de su casa y llamó a la de su vecina. Luz salió vestida con un elegante vestido negro que se ceñía a su cuerpo a la perfección y se tomó, quizá, más segundos de los necesarios para observar a Ainhoa de arriba a abajo antes de marcharse juntas a un restaurante que la menor había propuesto donde cenaron agradablemente pasando de una conversación a otra sin problema a pesar de los nervios iniciales. Ambas eran conscientes de que no era la primera vez que pasaban tanto tiempo juntas pero que esta vez era diferente.

Luz trataba de poner a prueba lo que había hablado con su hermano ¿Cómo se sentía con Ainhoa? Estar con ella, sin duda, era más que agradable, entraba en una burbuja donde el exterior no importaba y sentía que nada tan malo pasaría mientras estuviese con ella. En otras palabras, era una sensación cercana a estar en casa. A causa de esto, ninguna escuchó a Paolo y el resto de compañeros de Luz que habían pasado justo por su lado  por estar concentradas en la cena con la otra y esto traería consecuencias a sus vidas dentro de poco.

Un poco más de azúcar(Luzhnoa)Where stories live. Discover now