Capítulo 8: ¿Relación?

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¿Qué va a ser ahora de nosotras? Era una muy buena pregunta que Ainhoa no sabía responder aún. Estaba indudablemente a los pies de esa chica bajita y morena que también era su alumna y justo eso, era lo que lo hacía todo tan difícil. En el pasado Ainhoa ya había sufrido varios desengaños amorosos como para meterse ahora en una nueva relación que solo le causara problemas pero por Luz, por Luz iría al fin del mundo.

Ser profesora en esa escuela de cocina había sido el único trabajo que había logrado encontrar en meses y es que su currículum no ayudaba a pesar de los numerosos años de experiencia y los famosos restaurantes que la respaldaban pero la vida de un chef era así, un fallo y te tachan de no valer nada para el resto de tu vida.

—No lo sé Luz, no sé que hacer—confesó.

—¿Entonces todo esto va a quedar en nada? Joder Ainhoa no te pido que dejes toda tu vida por mi pero vamos a intentarlo—protestó Luz molesta por la situación.

—¿Y dónde trabajo si nos pillan?, ¿De qué vivo?— la lista de preocupaciones de Ainhoa fue interrumpida por el sonido del teléfono de Luz que respondió al instante viendo esa llamada como una forma de escape de la tensión que se había creado entre ellas. Quién llamaba era su madre, Silvia qué estaba inmersa en un proyecto un tanto arriesgado: gestionar un hotel con sus dos hermanas. Gracias a la mención de esto a Luz se le ocurrió una maravillosa idea.

—Oye mamá, ¿Necesitas cocineros para el hotel?

—Sí, claro pero esto ya lo hemos hablado. No puedo contratarte sin que hayas acabado la carrera, me juego el puesto—explicó tajante Silvia sin conocer las verdaderas intenciones de su hija.

—No mamá, no hablo de mi, ¿Podrías aceptar a una cocinera de reconocimiento internacional?—esas palabras hicieron que Ainhoa clavara su mirada en Luz y escuchase lo que decía con gesto confuso.

—Eso me quitaría una preocupación, ¿Quién es?, ¿Tienes su número?—comenzó a hacer preguntas sin ton ni son.

—Hablaré con ella y os pondré en contacto— Luz colgó—. Problema resuelto, ya tienes trabajo y alojamiento.

—Pero estaré separada de ti—la pelirroja hizo un pequeño puchero para tratar de enternecer a Luz quién cedió al momento y la abrazó.

—Tendrás la oportunidad de conocer a mi familia y si para entonces no te arrepientes podrías empezar a formar parte de ella—ambas sonrieron presas de la emoción que las embargaba al pensar en un futuro tan positivo para ambas y se unieron en un estrecho abrazo.

—Vale así que...—lo siguiente que quería decir era algo que le daba vergüenza, se notaba—¿Ahora somos novias?

—Si tú aceptas, claro que sí—la profesora, más suelta con los hechos que con las palabras le dió un casto beso a su, ahora, novia para formalizar de una vez por todas su relación.

—Mañana mismo dimiré, no quiero esconderme más pero tampoco quiero que piensen que apruebas por mi—todo estaba zanjado. Ya solo les quedaba disfrutar del resto del día y comenzar a afrontar las consecuencias de sus decisiones mañana. Con este fin, decidieron salir un poco a pasear y, con sus manos tomadas, recorrieron las calles de la ciudad que vio nacer su amor para conocerla más en profundidad; sin duda, esa ciudad acabaría siendo un lugar importante para ambas acabara como acabase su relación.

Pasaron un día tranquilo y para rematar, decidieron que esta vez fuese Luz la que dormiría en casa ajena así que para la cena estaba lista en la puerta de Ainhoa con el pijama, una muda de ropa limpia y todo lo necesario para las clases de mañana.

—Cuanto tiempo sin verte guapa—a modo de saludo, Luz le dio un piquito a Ainhoa y pasó a su piso donde acomodó sus posesiones y ayudó a terminar de cocinar.

—Demasiado—Ainhoa dejó de lado los fogones para acorralar a su novia entre la encimera y su propio cuerpo aprovechando esta gran oportunidad ñara besarla tanto como había deseado estos días atrás.

Por culpa de las clases, las chicas tuvieron que acostarse pronto aunque solo fue una de ellas la que consiguió conciliar el sueño. Ainhoa no podía dormir, estaba dándole muchas vueltas a la idea de abandonar su estabilidad, le parecía muy arriesgado pero luego miraba a su lado y veía a Luz, su Luz y sabía que tenía motivos de sobras para arriesgarse.

—¿Aún sigues despierta?—la voz de dormida de Luz la sacó de sus pensamientos.

—No puedo dormir, estoy nerviosa—sin hacer más preguntas, la estudiante abrazó a su pareja y comenzó a dejarle caricias en su suave pelo de tal forma que esta se relajó hasta caer rendida en un profundo sueño. Mañana sería otro día en el que lidiaria con los problemas que se le presentasen.

Un poco más de azúcar(Luzhnoa)Where stories live. Discover now