Capitulo II - Un atardecer juntos

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Hoy a diferencia de otros días habías despertado con demasiada energía y eso no era del todo común en tí, que a duras penas te daba para una ducha en la mañana y si es que, un desayuno.

Te habías levantado temprano y te habías maquillado un poco, hoy tenías una sola clase y era en la tarde, en la noche habías llegado agotada por lo que te dormiste en cuanto hiciste contacto con el suave colchón y tus finas sábanas.
Apenas terminaste tu desayuno sacaste el celular y anotaste el número del chico de ayer, que por seguridad lo habías escrito en tu block de notas, tu corazón iba mil por hora y la emoción de tan sólo imaginar que lo podrías ver de nuevo era suficiente para mantenerte contenta, o eso creías.

─ ¿Desde cuándo usamos el teléfono en la mesa? ─ Era tu padre, rápidamente guardaste el dispositivo y mantuviste la mirada pegada en tu vaso de jugo, pasando la saliva nerviosa. ─ Lo siento, padre.

─ No quiero presenciar esas faltas de respeto, yo estoy criando a una señorita. ─ Hablaba de manera dura y tu sólo sabías asentir.─ Sí, padre.

El desayuno que estabas comiendo con todo el ánimo, se empezó a estancar en tu garganta y el hambre había desaparecido, así que tomaste tu plato dispuesta a irte. ─ ¿Te vas cuándo aún no he terminado de comer? ─ Claro, habías olvidado ese detalle de tu padre porque no habían compartido en la mesa hace meses.

─ Lo siento padre, lo acompaño. ─ Tomaste asiento y una gota de sudor frío pasó por tu nuca, y sólo te quedaste ahí en silencio sólo escuchando el ruido de tu propia respiración y el sonido de los utensilios contra el plato que usaba tu padre, deseando que ese tortuoso desayuno acabara para irte a tu habitación y enviarle un mensaje al chico.

─ Me voy, ¿Tienes clases verdad? Llamaré a tu profesora para que me vaya informando sobre tus calificaciones, no me decepciones. ─ Esas fueron sus últimas palabras antes de ponerse de pie y retirarse de la mesa, cómo detestabas el tipo de relación que llevaban, tomaste una cantidad exagerada de aire para mantener la compostura y ahora tu te retiraste, lavaste los platos porque tampoco te gustaba que las sirvientas realizaran las tareas que estaban a tu accesibilidad.

Ya con todo limpio prácticamente corriste a tu habitación, casi tropezando en las escaleras y agendaste el contacto "Punk :)", abriste el chat y tu respiración se aceleró cuando lo viste en línea, tus dedos se pasearon por toda la pantalla del celular sin saber que escribir, eras pésima en todo lo que tratara de interactuar y más aún si es un chico, y peor, un chico como él.

"Hola, soy alme." Fue lo único que te tomó la valentía de enviar y tu corazón se detuvo en cuánto lo leyó a los segundos, quizás habías sido demasiado formal en escribir y te sentiste demasiado tonta, pero eso no fue nada, porque en tu pantalla se reflejó que alguien estaba llamando por teléfono y salía en grande el nombre con el que habías agendado al chico.

─ Mierda, mierda, mierda... ─ Te mordiste las uñas y tus manos empezaron a sudar, provocando que eo celular se resbalara de tus manos y por accidente contestaste, el teléfono había caido entre tus mantas de la cama y no lo encontrabas, tenías una pésima suerte. ─ ¿Alme, estás ahí? ─ Te guiaste por donde provenía la voz para encontrar el celular y ponerlo rápidamente en tu oreja, intentando sonar normal.

─ Sí, estoy aquí. ─ Intentaste sonar seria pero una atractiva risa se escuchó desde el otro lado de la llamada. ─ ¿Qué tal, Princesa? Pensé que me ibas a llamar, no soy de mensajes. ─ Tu garganta se secó, el chico sabía perfectamente como hacer que seas un desastre.

─ ¿Es así? Ya veo, no acostumbro ni por mensaje ni por llamada pero te llamaré más seguido. ─ Dijiste sin pensar y te palmeaste la frente, no entendías cómo podías tener una bocota y no saber callar cualquier cosa que te pudiese humillar.

Smooth Operator ─ 𝐻𝑜𝑏𝑖𝑒 𝐵𝑟𝑜𝑤𝑛Where stories live. Discover now