1. Bienvenido a Alabama

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El sonido del teléfono sonando retumbaba por todas las paredes de aquella casa para huérfanos que se había fundado unas décadas antes. Las paredes de madera siendo lo suficientemente delgadas para presenciar hasta el más mínimo sonido. La casa de un tamaño considerable empezó a sentir el estremecedor sonido de las agujas de tacón de la bella dama de rubio que ahora se acercaba con su semblante serio. Cuando sus manos finas tomaron el teléfono pegado a la pared carraspeó antes de contestar al impaciente hombre que hablaba al otro lado de la línea.

- Muy buenas tardes, sí, es correcto, señor se está comunicando al orfanato Surbazine. ¿En qué puedo ayudarle?- habló la mujer con la voz calmada, muy probablemente tratando de dar una buena impresión al potencial cliente.- Estaríamos encantados que pudiera unirse a nosotros en la tarde de hoy, señor Styles. Tenemos un gran catálogo de omegas que puede escoger, le prometo que todos están entrenados para servir a su nuevo dueño.- el señor volvió a hablar y la mujer rodó los ojos empezando a impacientarse.- El precio podemos discutirlo en cuanto vea la calidad, le prometo que valdrá cada centavo.-

El hombre prometió pasar por el orfanato en la tarde alegando que tenía unos asuntos que resolver en el pueblo. La mujer estuvo de acuerdo, más contenta que nunca arreglando los papeles esparcidos por su escritorio de madera afectado por la humedad. Organizando los perfiles de los omegas que estarían disponibles para ser comercializados. El lugar constaba con 150 omegas que por distintas razones fueron abandonados por sus progenitores. Nunca se les pidió información para que pudieran contactarlos en un futuro, porque siendo honestos no tendrían tiempo para eso. Los omegas a la edad de dieciocho empezaban a ser añadidos a la lista verde, donde eran expuestos frente a los compradores y eran elegidos como si fueran ganado.

Cuando abrieron las puertas por primera vez hubo mucho descontento por parte de los pueblerinos donde alegaban que los omegas no necesitaban una educación para poder trabajar duro en las tierras. Hubo descontentos y amenazas con antorchas encendidas a las afueras. Tiempo después, el padre de la parroquia les hizo entrar en razón dando un discurso emotivo de cómo podrían sacar ventajas en el futuro. Evitando que los omegas siguieran el ejemplo de sus antepasados, evitando que se convirtieran en analfabetas y de esta manera ser útiles.

En el orfanato no solo se les enseñaba a leer y escribir. También se les enseñaba a contar ganado, frutas o simplemente cualquier artículo de construcción que pudieran servir para su futuro trabajo. Los dejaban largos periodos de trabajos bajo el sol hasta que sus pieles se volvían de un rojo vivo, alegando que esto los haría más fuertes. Hubieron castigos, oh, claro que los hubo. Una omega de bonitos ojos pardo se negó a realizar una tarea donde sus músculos no permitían que cargara más pesadas maderas, esa noche recibió diez latigazos en la espalda. Fue una advertencia para todos aquellos que osaran evadir las reglas.

Reglas que quedaron marcadas para cada uno de los omegas que crecieron entre esas paredes de madera. Nadie se atrevía a pasar por encima de las órdenes de sus superiores. Ni siquiera la vez que hicieron caminar por encima de aceite hirviendo a un chico pelirrojo solo porque insinuó que la comida era muy escasa esos últimos días. Sus piernas quedaron irreconocibles, el chico no volvió a ser el mismo. Una semana después del incidente lo vendieron por veinte dólares a un burdel en el sur del estado. De todos modos no se necesita estar fuera de una silla para que usen tu cuerpo, ¿cierto?

Cuando la mujer estuvo segura que ningún expediente quedó olvidado entre los cajones llenos de polvo se dirigió al comedor donde el almuerzo se estaba sirviendo. Entró por la puerta de madera haciendo más ruido del que creía necesario, pero sonriendo satisfecha cuando el bullicio quedó en silencio. Los huérfanos la miraban en silencio con un respeto que disfrutaba. Podía ver el miedo en sus ojos y oler el óxido en el ambiente. Acercó su cuerpo a una mesa donde una omega levantaba su bandeja vacía y se marchaba para dejarla esparcir los documentos sobre la abandonada mesa.

Sweet home AlabamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora