6.Se juntaron pecado y pecador.

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Desde que nació siempre escuchó la palabra pecado. Fue grabada en su mente como si fuera parte esencial en su desarrollo. Como si el solo hecho de nacer hubiera roto algo importante en el mundo. Toda su vida estuvo cautivo entre las paredes de aquel orfanato, rogando a su Dios que pudiera encontrar una familia que lo amara. Poder tener una madre y un padre que lo protegieran de los temores de la noche, así como a los otros niños en el parque.

Un hermoso omega de diez años solía llevar sus rodillas a su pecho y reposar su barbilla en sus rodillas mientras con sus océanos veía a los demás niños jugar con sus padres. Y se imaginaba que él era ese cachorrito al que levantaban en sus brazos y le llenaban el rostro de besos. Pero nunca sería él el receptor del amor más puro que había presenciado porque no era un fuerte alfa o un beta. Era un omega al que todos dejaban de un lado por obtener lo más bajo de su casta.

Y había estado bien con todas esas miradas por encima del hombro que recibía, porque entendía el porqué lo hacían.

Pasaron muchos años sintiéndose inferior, triste y despedazado. Pero estuvo bien porque no conocía otra cosa. Esa era su vida, y estaba bien con ellos. Siempre supo que su destino era incierto y que terminaría haciendo algo que lo haría sentir vacío por el resto de su vida, pero saberlo y sentirlo se siente totalmente distinto. Todos imaginan cómo será su vida la mayor parte del tiempo. Tal vez unos puedan imaginar que en unos años estarán casados y rodeados de cachorros jugando a perseguir sus pasos por toda la casa, escondiéndose para no ser encontrados mientras risas explotan llenando el hogar de un sentimiento cálido.

Pero Louis, Louis puede imaginar como su vida se va cayendo, despedazando poco a poco. Tuvo un momento de felicidad fugaz. Duró tan poco como aquella barra de chocolate una noche del cinco de noviembre.

A duras penas colocó un pie en aquella casita de madera se largó a llorar. Los sollozos haciéndole competencia a los truenos que retumbaban todo a su paso. Su pecho se sentía adolorido y su garganta tenía un extraño sabor metálico.

Caminó hacia el pequeño nido que había realizado con esfuerzo y se tiró en el. Dejó salir todo de su pecho, cada lágrima reprimida en los últimos años, cada grito que tuvo que aguantar para sí mismo, cada momento en el que se sintió indiferente, patético o iluso. Podría haberse ahogado si sus lágrimas no hubieran parado cuando sus ojos se sentían demasiado hinchados y rojos.

Cuando comenzó a sentir su cuerpo más débil, casi como si pudiera cerrar sus ojos y flotar obligó a su cansado cuerpo a levantarse. Tomó una de las revistas apiladas que tanto esfuerzo le había costado conseguir al alfa, y con una pluma escribió una nota. No sabía si podría volver a la haciendo, no después de todo lo que había pasado.

Los Styles estarían mejor sin su presencia. Tal vez podrían fingir que la presencia de Louis nunca había existido y todos sus problemas se resolverían. Quería lo mejor para esa familia que a pesar de todo. Y en especial para el rizado de cabellos rebeldes y sonrisa encantadora. La única persona que lo trató con respeto y le demostró el significado de amistad. Se llevaría consigo muchos recuerdos, incluso le contaría a su semillita sobre él.

Aún no sabía que haría cuando dejara atrás su corta estancia en la Hacienda. Se había acostumbrado a levantarse en las mañanas y regar el huerto. Había unos tomates que siempre quiso cosechar, los había sembrado el mismo con la ayuda de Malcom. Por mucho tiempo renegaba el gustarle limpiar el corral del equino, pero muy en el fondo sabía que extrañaría escucharlo relinchar al verlo acercarse con su carreta llena de heno. Eran tantas cosas las que iba a extrañar.

Tomó su abrigo más caliente y se lo colocó, el verde combinaba tan bien con su piel. La calidez le abrazaba cubriéndolo del frío clima del exterior. También en una pequeña mochila colocó un paquete de galletas de macadamia que le habían regalado, una botella de agua y sus pastillas prenatales. No olvidó por ningún motivo la primera revista y una pequeña mantita con olor a humedad.

Sweet home AlabamaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum