8.Ojitos lindos [Final]

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Si de acontecimientos desafortunados somos conscientes sabemos que difícilmente podemos sacarlos de nuestras mentes. Tener en perspectiva que perder realmente significa perder, ¿Se logra ganar perdiendo? Bueno, tal vez se trate de perspectiva. Pero perder a veces viene de la mano de olvidar y eso sí que es desafortunado. Puede que tener que decirle adiós a una persona que amas con la fuerza de tu corazón roto es inigualable.

Porque aquel 18 de enero de 1951 fue uno que les dolerá para toda la vida. Ver a los ojos en su lecho de muerte a la persona que tanto ha hecho por ti, que ha alejado los malos momentos con una sonrisa y te ha dado lecciones de vida para que seas una mejor persona, es sin duda desgarrador. Todos recordarían a quien en vida fue Malcom Styles.

Para la familia no era ningún secreto que el alfa había empeorado con el pasar del tiempo. Su corazón había enfermado, al punto de que su doctor le había recetado reposo absoluto, pero eso para el hombre no era la solución. Sabía que las campanas del más allá estaban cerca por sonar así que como el hombre fuerte que siempre fue se dedicó a cultivar memorias con sus seres queridos.

Temía por su esposa, por la mujer que había elegido para amarla en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separase. Esa misma mujer que había cambiado su vida para siempre. Tan hermosa como la primera noche de verano que la vio con su vestido rosado, luchando con el viento para que no relevara sus piernas torneadas. Jamás había visto una sonrisa tan hermosa en su vida, acaparando miradas de los guerreros del pueblo. Mucha fue su sorpresa cuando Margaret lo eligió entre todos los chicos, pasando por encima de los de alta sociedad.

Esa misma noche apuntó su dirección postal en una servilleta y se la entregó al alfa de palabras fugaces. Dos semanas después tomó el valor de escribirle, recibiendo la respuesta de manera inmediata con la caligrafía perfecta de una jovencita coqueta firmando con sus labios de tinta roja plasmados en el papel.

Pasaron meses enviándose cartas llenas de promesas y amores correspondidos hasta que por fin una noche de invierno lograron escapar juntos dejando atrás la vida de privilegios que tenía para adentrarse a un nuevo mundo de aventuras con el hijo de un granjero. Sus padres enloquecieron, pero al final decidieron cortar lazos con su hija para no seguir poniendo en vergüenza el apellido de la familia.

En un principio no fue fácil acostumbrase a la vida de campo. Pero la mujer estaba tan ilusionada que en poco tiempo ya no le importaba llenar sus botas de lodo o su cabello de paja. Todo marchaba de maravilla, y más cuando se enteraron de la llegada de su primer cachorro. Las noches eran más amenas mientras se acurrucaban juntos en el sillón escuchando música en la vieja radio. Se amaba y añadirían a su familia la chispa que les faltaba.

En poco tiempo añadieron a un nuevo integrante, su cachorrito, su primer varón. Cuando esté cumplió sus cuatro años le dieron la despedida inesperada a su cachorra, desgraciadamente había obtenido una pulmonía gracias a sus escapadas de niña traviesa. Para ambos la pérdida fue dolorosa, casi ocasionando que la mujer colapsara para siempre.

Con el apoyo de su alfa y un cachorro de rizos chocolates pudieron superar tal adversidad, aunque con el vacío que nunca sería llenado. Los años pasaron cuidando de su hijo que se convirtió en todo un hombre del cual se sentían orgullosos. No podía estar más agradecido por tal bendición.

Malcom sabía que su hijo era fuerte y que cuidaría a su madre durante los momentos más difíciles, por lo que cuando supo que sería el día de su partida le sostuvo la mano y le dijo que la cuidara, que no la dejara derrumbarse y que siempre los amaría.

Sweet home AlabamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora