Capítulo 22

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20 de diciembre, 2022
Buenos Aires, Argentina

—Cristian Gabriel Romero.

Cuti apenas entreabrió los ojos. Estaba cansado por el vuelo y la noche sin dormir. Ni bien todos habían llegado al predio de la AFA se había desplomado en la cama. Licha sonó bastante despierto cuando lo llamó.

—Dale arriba Cuti —por más de que esa vez dijo su apodo y no su nombre completo como hacía unos segundos, notó que estaba un poco enojado.

Abrió un poco más los ojos y se frotó la cara cuando vio que su amigo tenía la medalla dorada justo al frente, mostrándole con reclamo.

—La concha de tu hermana Licha, son las siete de la mañana.

—¿Por qué Li le devolvió tu medalla a Moli? —dijo remarcando el 'tu'.

Cristian volvió a la realidad al recordar lo que había pasado el día anterior y se pasó la mano por el pelo con la frustración volviendo a su cuerpo.

—¿Qué? —se sentó en la cama y entendió que la medalla que tenía frente a su cara era la que le había dado a Dalia hacía dos días. La agarró y no dejó de observarla como si el objeto pudiera contarle algo.

—Me acabo de encontrar a Moli y me dijo que venía a dejarte eso —la cara del entrerriano era seria y no había diversión en sus palabras. —Dalia se lo dio cuando todos nos estábamos despidiendo de ella y le dijo que era tuyo. Y eso sumado a que te hiciste el boludo en ese momento y apenas te sumaste al abrazo grupal... ¿qué mierda pasó entre ustedes?

El morocho cerró los ojos unos segundos y suspiró. Entre la situación con Dalia, el viaje, las pocas horas de sueño y el cansancio apenas podía hilar un pensamiento. Pero ni bien pudo estar despierto por completo el dolor de la despedida con ella volvió.

—Cada uno tiene su vida, Licha —desvió la mirada y dejó la medalla en la mesita de luz. Su amigo lo miró sin entender.

—Chocolate por la noticia, todos tenemos una vida.

—Ella quiere estar acá —su voz sonó algo rasposa cuando lo dijo y la frase se sintió amarga. —No quiere una relación a distancia al parecer.

—¿Hablaron de todo eso en menos de cinco minutos en el pasillo del aeropuerto? —Cuti dio a entender que sí y Licha suspiró como si hablara con un niño. —¿Sos pelotudo? Dijiste que tenías algo planeado, que se lo ibas a pedir cuando ganemos ¿y elegiste decirlo cinco minutos antes de que se vaya?

—¿Cómo poronga iba a saber yo de que le iba a surgir un inconveniente? —dijo con fastidio, no le gustaba que le dieran lecciones.

—¿Y por eso dejás que todo se vaya a la mierda? —Licha estaba casi indignado. Cuti se estaba empezando a enojar.

—Le dije dos veces que sea mi novia —contó después de un silencio —a la primera se hizo la boluda y a la segunda me salió con que yo no había entendido, que tenemos vidas separadas... yo creo que esa es una forma más larga de decir que no. No soy pelotudo.

Cuando dijo que lo amaba la neblina en su mente había ocupado sus pensamientos y lo escuchó como si fuera una frase de consuelo. Aunque en la madrugada había soñado con la misma escena y supo que aquel instante había sido la oportunidad para cambiar el final de todo. Tendría que haberle dicho la verdad pero dejó que el enojo y la decepción tomaran el control de sus acciones.

Hits Different | Cuti RomeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora