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A las afueras del dormitorio de la hechicera vestida de miko, Utahime Iori, estaba esperando impacientemente un joven Satoru Gojo, apodado por muchos como "el hechicero más fuerte", que está abriera la puerta de su habitación para por fin hablar con ella.

Este estaba sentado en el suelo, apoyando su espalda a la puerta de la habitación, con el brazo izquierdo colocado detrás de su cabeza mientras que con el dedo de la mano derecha tocaba el suelo para contar los segundos que había pasado desde que la muchacha de cabello negro le dijo que la esperara.

Mientras estaba en esa posición, Gojo pensaba en cómo podría resolver el malentendido que había pasado entre él y Utahime, este quería intentar dialogar con la hechicera sin que la conversación terminé abruptamente por una idiotez que diga a media discusión, haciendo que la muchacha se enoje con él y echándolo de su habitación si decir una palabra más, por lo cual este tendría que ser precavido en el momento de hablar con ella.

En eso estaba pensando el hechicero hasta que sintió que la puerta atrás de él se abría rápidamente, haciendo que este caiga de espaldas hacia el suelo.

-¡Ay por dios, lo siento mucho Gojo!- escuchó de la voz de Utahime decir, con una pizca de preocupación sonando de ella.

-no te preocupes Utahime, es mi culpa por ponerme en la puer...- decía el hechicero de cabello blanco parándose del suelo mientras se sobaba la cabeza por el golpe, hasta que su voz se apagó por ver a la miko.

Resultó que Utahime decidió vestirse con una blusa blanca de tirantes, sobre la cual descansaba una camiseta de béisbol de mangas cortas, combinada con unos shorts cortos que llegaba hasta los muslos de la jóven, exponiendo sus delgadas piernas al joven hechicero, lo que hizo que la piel pálida de éste se tiñera de leve color rosado.

-¿Estás bien, Gojo?- dijo Utahime aún parada en la puerta de la habitación.

-si, si, si, estoy bien, solo que aún me duele el golpe que me dí- dijo el joven de cabello blanco parándose rápidamente del suelo para que la hechicera no vea el tenue sonrojo que tenía en la cara.

-ash, está bien, pasa, no tengo todo el día...- dijo la miko antes entrar a la habitación de nuevo y dejando la puerta abierta para que Satoru entrará.

Gojo vio como la azabache se volvía a introducir de nuevo en la oscuridad de su habitación, por lo que se decidió a seguirla y entrar al cuarto, no si antes cerrar la puerta detrás de él con seguro para asegurar que la muchacha no se atreviera a irse.

Al ya estar adentro de la habitación de Utahime, Gojo pudo notar varias cosas que tenía la muchacha de cabello negro, como por ejemplo un altavoz, un micrófono, varios discos que parecían ser de música, un espejo largo, un tocador con varios objetos; su mente estaba analizando el cuarto de la azabache cuando le comenzó a hablar.

-Satoru si lo único que vas hacer es estar parado ahí como un idiota juzgando mi habitación, te sugiero que te vallas- le dijo Utahime, la cual estaba sentada en su cama, con la piernas y brazos cruzados, y viendolo con el ceño fruncido.

-Ah si lo siento, solo que no me imaginé que me ibas a dejar entrar- dijo el peliblanco, para después a agarrar la silla que estaba al lado del tocador y sentarse justo en frente de la muchacha.  

A pesar de la incomodidad que sentían ambas partes, los dos muchachos compartieron un silencioso momento en dónde no podrían dejar de verse el uno al otro.

Gojo con una total relajación comenzó a apreciar las facciones de Utahime, como sus labios carnosos, sus finas cejas, su pequeña nariz, pero por sobre todo lo que amaba más de las facciones de la chica era sus ojos marrones como la tierra, que aunque parecían los ojos más comunes del mundo, cuando más los miraba más sentía como si hubiera sido enterrado vivo en la tierra mientras moría lentamente, esos eran los rasgos que tanto apreciaba de la mujer que él amaba con todo fervor y que tenía en frente de ella.

Por otro lado, Utahime sentía como una gran ansiedad le recorría las venas al tener a Gojo Satoru dentro de su habitación, por lo que para intentar verse firme ante él se dispuso a mirar fijamente a los intensos ojos azules del albino, al principio parecía fácil mantener la mirada fija en dirección al muchacho, pero conformé pasaba el tiempo comenzaba a sentir una presión en el pecho que hacía que respirará con dificultad, aún así no desvío la mirada del peliblanco que se veía como sí estuviera en una eterna serenidad mientras la miraba, pronto comenzó a sudar, ha sentir mareos y que su vista se ponía borrosa debido a que la acción de respirar se le hizo casi imposible para ella.

Utahime no sabía por qué comenzaba a sentirse de esa manera solo por ver los ojos del muchacho, podría comparar está misma sensación con la de ahogarse, por lo intuyó que si no dejaba de ver al albino talvez podría morir ahogada dentro del gran mar azul que era los ojos de Gojo.

Sin que Utahime se diera cuenta, Gojo sentía que algo andaba mal con la azabache, ya que está comenzaba a palidecer y a respirar pesadamente, algo que hizo que el hechicero se preocupara.

-¿Utahime, estás bien?- dijo el peliblanco, acercando su mano a la cara de la azabache, algo que sobresalto tanto a la azabache que sin pensarlo abofeteo bruscamente la mano del Gojo, algo que tanto para Satoru como Utahime sorprendió.

-yo...y-o yo..- la miko no podría moverse o establecer ninguna palabra congruente por las tantas emociones que la estaban abrumando y que Gojo le había producido sin siquiera hacer nada, por lo que con lágrimas formado de su grandes ojos aparto la mirada de él y se levantó de su cama- Gojo si lo único que viniste a hacer es atormentarme con tu presencia...creo que lo mejor es separarse para que ninguno de los dos salga más lastimado de lo que ya está...-dijo Utahime, la cual no resivio respuesta del más alto, por lo que se dispuso a irse de su propia habitación, ya que no podría soportar más estar cerca de Gojo.

Antes de siquiera tocar la manija de la puerta sintió como Gojo la levantaba estilo nupcial para llevarla devuelta a su cama, Utahime intento zafarse de los fuerte brazos de Gojo, pataleando o golpeando el pecho de este, pero el chico de ojos azules ni sé inmutó y solo dejo caer bruscamente a Utahime en la cama.

Utahime quiso levantarse pero Gojo se puso encima de ella, inmovilizando sus piernas y agarrando sus brazos por encima de su cabeza para que ella no intentará de nuevo irse de su lado.

-¡Gojo ya suéltame!- Utahime no dejaba de retorcerse debajo del albino, él cual no dejaba de mirar como se movía, Utahime viendo que sería imposible para ella zafarse de las garras del más alto, dejo de intentar huir y decidió enfrentar a Gojo de una maldita vez, por lo que con la cara mirando así otro lado, le preguntó al muchacho con voz baja-¿Que es lo que quieres de mi, Satoru Gojo?- dijo la muchacha, a lo que sintió como la mano del más alto agarraba su mentón haciendo que su cara lo volviese a mirar.

-Esto- y sin más el peliblanco la besó, al principio la azabache se resistió al beso del hechicero pero poco a poco comenzó a relajarse debajo de él y a corresponderle el besó hasta que el peliblanco se separó del beso para volverla a ver- he estado enamorado de ti Utahime Iori desde que supe el significado de amar a alguien, pero como soy incapaz de decírtelo con palabras tendré que hacerlo a través de acciones- y sin más el peliblanco volvió a besar la azabache, la cual no resistió más para recibirlo.

Un Pequeño Malentendido Where stories live. Discover now