Chica

1 0 0
                                    


Querido Diario:

Hoy ha sido el ultimo día en el que he actuado en la ópera cómo figurante, y lo cierto es  que, estoy triste por ello. Cuando llegue el primer día a la ópera para ensayar, lo cierto es que, llegue con miedo, por varias razones. En primer lugar, porque, a pesar de que mi papel era pequeño (Tan solo era una figurante que no tenia frases) era mi primer trabajo profesionalmente, y debido a eso, estaba bastante nerviosa. La segunda razón, aquella que considero la más importante, es porque tenia miedo del director de la obra. Desde pequeña, siempre he pensado que, los directores en general (Directores de películas, series de televisión y de obras teatrales), eran personas agobiadas, e histéricas, personas que te estaban todo el día gritando porque habías hecho algo mal, pero lo cierto es que, me lleve una sorpresa, porque el director de la obra era una persona tranquila y comprensible. Siempre que hacías algo mal, te corregía, y siempre que no entendías algo, te lo explicaba, pero todo con buen humor, y lo mismo puedo decir respecto a su compañero, el coreógrafo de la ópera. Solo que este a diferencia del director, era una persona inquieta, estaba todo el día yendo de un lado para otro. De arriba abajo, de izquierda a derecha. De hecho, llego un punto en el que, a todos nos parecía divertido, parecía que se habia tomado treinta latas de Red Bull, pero a pesar de que estuviera todo el día yendo y viniendo, lo cierto es que fue muy bueno con nosotros, ambos lo fueron. Y, por ultimo, la tercera razón, no conocía a ninguna de las personas que actuaban en la ópera.

Muchas personas podrían considerar esta ultima razón una tontería, pero yo no. Cuando estoy rodeada de gente que no conozco, me pongo demasiado nerviosa, es algo que me pasa desde pequeña. Me entro cuando entre en primaria. Me entro cuando entre en la secundaria. Me entro cuando hice el bachillerato. Me entro cuando entre en la escuela de arte dramático, y seguramente, me entre en todos los trabajos profesionales, siempre y cuando no conozca a ninguna persona, por supuesto.

Claro que, este problema se soluciona fácilmente, es algo que se puede solucionar en el mismo día, nada mas entables conversación con alguna persona, y eso es lo que hice. Entre en confianza con dos trabajadoras de la obra, pero la relación que tuve con ellas fue solo profesionalmente. Dudo mucho que ellas en un futuro se acuerden de mi, y dudo mucho que, en un futuro, yo me acuerde de ellas.

Como he escrito hace un rato, no entable confianza personal con ninguno de los trabajadores, no me hice amiga de ninguno, pero... Hubo uno que me llamo la atención, un chico.

Pero no me llamo la atención porque fuera guapo (De hecho, para mi gusto, no lo era) ni me llamo la atención porque fuera fuerte, o alguna otra cosa por el estilo.

Me llamo la atención porque... Era raro.

El chico al que me refiero es un joven español, que a ojo, le echaba unos diecinueve o veinte años. Un joven delgado, y pálido, demasiado pálido. De hecho, era tan pálido que a veces llegaba incluso a pensar que se trataba de un fantasma, o que estaba enfermo (Aunque esta razón la detallare mas adelante). Su pelo, creo recordar que era negro, un poco rizado. Sus ojos eran castaños, y recuerdo que tenia unas pestañas bastantes largas. Lo recuerdo bien porque, era la primera vez que veía a un hombre con unas pestañas tan largas. Recuerdo también que, iba un poco encorvado, como si fuera una especie de anciano, razón por la cual, a veces pensaba que estaba enfermo.

Son dos razones por la que pienso que aquel joven era raro. La primera razón era, porque aquel chico no se relacionaba con nadie. Al principio, llegue a pensar que podría tratarse de temor a estar allí, junto a personas desconocidas (Mas o menos como me pasa a mi) pero lo cierto es que, después de observarle con atención, comprendí que no sentía miedo a lo desconocido, ni se ponía nervioso a la hora de salir al escenario, como me pasaba a mi. Siempre que nos tocaba salir al escenario para hacer la función, me ponía tan nerviosa, que me ponía a bailar sin ningún motivo en concreto, sencillamente lo hacia porque mis nervios habían alcanzado un nivel demasiado elevado, un nivel que me cuesta controlar. Pero el ni siquiera llegaba a ese extremo, de hecho, el no llegaba a ningún extremo, porque no sentía nada. El solo estaba allí para hacer su trabajo, para nada más.

La segunda razón por la que me parecía raro era porque siempre que nos poníamos en posición para salir al escenario, me miraba sin ningún motivo. Reconozco que me incomodaba un poco, pero a pesar de eso, yo le devolvía una sonrisa, aunque era solo por pura cortesía, por nada más.

A veces, llegue incluso a pensar en decirle algo, en llamarle la atención, para que me dejara de mirar, pero al final lo deje correr, porque sabia que, cuando acabara aquel trabajo, no lo volvería ver. 

AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora