Chica

1 0 0
                                    

Querido Diario:

Es la cuarta vez que intento escribir esto en mi diario. No puedo parar de llorar, y cuando me doy cuenta, tengo la hora completamente empapada por mis lagrimas, y me veo en la obligación de arrancarla y de empezar de nuevo.

¡Estoy asustada, y no se lo que hacer!

Llevo así desde el mediodía, desde que me trajeron ese regalo.

¡Desde que el me mando ese dichoso regalo!

Como he escrito antes, al mediodía (Mas o menos sobre las doce y media) tocaron a la puerta de mi casa. Al principio, pensé que podría tratarse de mi madre, pero solo por pensar en alguien porque... En verdad, no esperaba ninguna visita.

No esperaba que nadie viniera a mi casa, a mi hogar.

Así que, después de oír como aquel desconocido tocaba a mi puerta, fui a abrir con mucha curiosidad para saber quien era, y al abrir, me encontré con un muchacho joven de ojos azules, moreno de piel, y con una barba muy bien cuidada. No le conocía de nada. De hecho, dudo mucho que lo vaya a conocer alguna y que lo vaya a volver a ver, pero lo cierto es que... A primera vista, me pareció un chico bastante mono.

Aunque ahora, no tengo ni el cuerpo ni las ganas para hablar de eso, quiero terminar de escribir esto cuanto antes, antes de que... Antes de que me derrumbé de nuevo. Debo hacerlo pronto porque, el mero hecho de recordar aquel regalo. El mero hecho de recordar la nota y todo lo que conlleva, hace que me tiemble todo el cuerpo.

Cuando abrí la puerta, aquel joven me saludo amablemente, y me pregunto si mi casa era el numero*** de la dirección ***. Cuando le dije que si, el joven me hizo firmar un pequeño documento que llevaba consigo. Iba a preguntarle de que se trataba, pero cuando iba a hacerlo, el joven se había dirigido hacia una camioneta que se encontraba a pocos metros de mi casa. Fue entonces cuando supuse que me había traído un paquete. Aunque, al hacer aquella suposición, me sentí un poco confusa y extrañada, porque... Yo no había pedido ningún paquete.

Pero me lleve una gran sorpresa al descubrir que no se trataba de un paquete, sino de un ramo de rosas rojas.

Cuando me entrego el ramo, le pregunte sorprendida que quien me lo había regalado, pero desgraciadamente, me dijo que no lo sabía. Aunque, aun así, no podía evitar estar fascinada, era un regalo precioso. Es cierto que no conocía a la persona que me les había regalado (O al menos, eso pensaba en aquel momento) pero a pesar de eso, no podía evitar estar fascinada, no solo porque el regalo fuera tan bonito, sino porque era el primer ramo de flores que me regalaban.

Cuando el joven se marcho, cerré la puerta, y me dirigí con el ramo en la mano hacia el salón. Solté el ramo en la mesa con mucho cuidado, y cuando lo solté, me percate de algo que contenía el ramo alrededor del pequeño envoltorio en donde se encontraban metidas las rosas.

Me percate de que, habia una pequeña nota.

Cuando lo vi, pensé que probablemente, en aquella nota pondría quizás el nombre de la persona que me regalo el ramo, o que, a lo mejor, pondría algo que me resultase familiar, como si fuera una especie de pista que me ayudara a saber quién había sido la persona que me lo había regalado.

Y fue entonces, cuando rápidamente, cogí la nota y.... La ley.

Lastima que no me hubiera equivocado.

En la nota, apenas ponía nada, tan solo una simple frase, pero era suficiente para saber quien me la había enviado. Fue suficiente para saber quien fue la persona que me envió el ramo de rosas.

Aquí dejo, con todo el dolor de mi corazón, lo que ponía en la nota:

No se si te acordaras de mi, pero trabaje contigo hace unas semanas en la...

<<En la ópera>> Exclame al leer el final de la nota.

Nada más leerla, mi cuerpo entero comenzó a temblar de miedo, de pánico, porque sabia que la persona que me había enviado el ramo era aquel joven con el que trabaje. Aquel joven que no paraba de mirarme siempre que salíamos al escenario. Aquel joven que me encontré y con el que hable frente al ayuntamiento. Aquel joven pálido, delgado, y encorvado.

Supe... Que la persona que me había mandado el ramo de rosas era, R***

Pero no era esa la única razón por la que temblaba, aunque, el mero hecho de recordarlo mientras escribo, hace que tiemble de nuevo. 

El mero hecho de recordarlo hace que me entren ganas de llorar.

La verdadera razón por la que temblaba era porque... Aquel regalo, confirmaba mis sospechas. Confirmo que, aquel día, el me siguió hasta mi casa. Confirmo que, aquel día, mientras me asomaba por la ventana, le vi, acechando la puerta de mi casa. Acechando mi hogar. Pensé que me lo había imaginado, pero me equivoqué, estaba allí de verdad.

Cuando aquellos recuerdos corrieron por mi cabeza, rompí la nota en varios trozos, y automáticamente, cogí el ramo, y lo tire a la basura, y cuando lo hice, comencé a llorar, y mientras lloraba, aquellas recuerdos volvían a mi cabeza una y otra vez, una y otra vez, haciendo que mi cuerpo temblara más y más por cada vez que lo recordaba.

Haciendo que cada vez, me costara mucho mas trabajo respirar.

En resumidas cuentas, me dio un ataque de ansiedad. Aunque... Por un momento, pensé que me estaba dando un infarto.

Horas después, cuando ya me encontraba mejor, (Aunque, admito que seguía llorando) sin razón alguna, comencé a mirar hacia mi alrededor. Comencé a observar mi casa, y fue entonces, cuando me di cuenta de que, no podía estar allí. El hecho de pensar que aquel chico supiera donde vivía, hacía que no me sintiera segura dentro de mi casa.

Así que, después de que parara de llorar, llame a mi madre por teléfono, y le pregunte si podía quedarme a dormir en su casa, a lo que me respondió que si, y evidentemente, me pregunto por qué.

Quiso saber si había pasado algo grave.

La razón por la que quería quedarme a dormir no se la dije, ni tenia pensando decírselo, no al menos por teléfono. Quizás, cuando estuviera en su casa se lo comentario, y quizás, decidiríamos ponerle alguna solución, pero no por teléfono.

Y entonces, después de que me confirmara que podía quedarme en su casa a dormir, le dije a la hora a la que estaría en su casa, me despedí, y colgué, y al hacerlo, comencé a llorar, mientras recordaba de nuevo lo que me había sucedido.

Y después de eso, comencé a escribir aquí, en mi diario.

Esta tarde, mas o menos sobre las ocho, cogeré lo necesario para pasar allí la noche, y me iré. Iré lo mas rápido posible, atenta por si lo veo por los alrededores. Aunque, sinceramente, espero no verle.

Si le viera, si se acercara a mi... No sabría que hacer.

No se porque, pero... Siento que, si llegara a encontrármelo, seria mi fin.

Siento que me va a hacer algo si me lo llego a encontrar.

No se porque pero... No pudo evitar temer por mi vida.




AmorWhere stories live. Discover now