𝐓𝐀𝐑𝐈𝐊 | 𝟢𝟣𝟪

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—Un combate entre guerreros

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—Un combate entre guerreros.— opinó en voz alta el dios cocodrilo —Creo que es evidente quién ganará esté duelo.— su mirada fue dirigida hacía enfrente suyo, donde el hijo menor de Seth se encontraba oyendo la charla de aquellos aliados a su reinado —¿Qué opinas tú, Anuket?— buscó la opinión de la diosa poseedora de una hermosa corona de juncos del Río Nilo. Ella permanecía completamente en silencio, solo oyendo a los demás sus charla.

—No tienes que confiarte.— contestó ella —Tarik podrá ser un guerrero excepcional para el combate con espada, pero no conocemos qué tal es Horus. Quizás tenga trucos ocultos, igual que su madre.— opinó. Una opinión bastante realista y quizás demasiado pensada. ¿Por qué cuestionarse tanto al respecto de una posible definición? Cuando la respuesta era tan clara como agua cristalina: Tarik ganaría, porque él se crió rodeado por la guerra (literalmente) y usar una espada debe de ser tan común para él como el usar un tenedor.

Ahora, el hecho de que Horus pueda estar ocultando algunos trucos de todos los demás es bastante probable, después de todo, su madre es una mujer bastante buena para el engaño.

—¿Hablas en serio?— se hecho a reír casi a carcajadas inundando el pequeño templo bajo el agua con ellas —¿Estamos hablando del mismo Tarik, no es así?, ¡ese niño dormía con espadas cuando tan solo era un bebé, es hijo del Dios de la Guerra!— alrededor de ellos una enorme burbuja de aire les permitía estar secos aún estando bajo una profundidad considerada del Nilo —Dudo que Isis haya sido capaz de brindarle conocimiento básico del arte de la guerra a ese mocoso suyo. Y de ser que lo haya hecho, estoy más que seguro que no llega a ser tal como el de Tarik.

—Ya veremos.

𓉡

Tarik estaba teniendo un entrenamiento bastante duro con su padre en el desierto, donde nadie podría molestarlos o distraerlos de lo primordial.

—Otra vez mal.— Seth volvió a ganar otra batalla más. Con un simple golpe, envío a su hijo a dar contra la arena generando un cráter en la misma —¿Acaso olvidaste el como combatir? No hagas que pierda la paciencia, Tarik.

—Lo siento.— dijo con dificultad, el aire le faltaba y se debía al hecho de que había recibido un golpe bastante fuerte en su pecho por parte de su padre —Son solo los nervios. No me dejan pensar con claridad.

—¿Nervios?— el pelirrojo decidió que descansarían en el instante en el que bajó su guardia —¿Por qué?, ¿acaso no deberías de sentirte en calma? eres superior a ese bastardo en esto. Te eh entrenado con la espada desde los cinco años.

—Lo sé.— contestó —Pero no dejo de sentirme así, es tan molesto.

—¿Acaso crees que él podrá ganarte?— preguntó generando dudas en su hijo menor —¿Crees que Horus podría superarte en esto?, ¿desde cuándo eres tan pesimista, eh? Solías desear con todas tus fuerzas duelos como estos.

—Eso era distinto, aún era un príncipe.— renegó el menor golpeando la arena con fuerzas demostrando su frustración —¡Todos en este imperio me temían, me respetaban por el solo hecho de que yo era el siguiente a la línea del trono!— gritó —Se supone que ganaría en el anterior combate. Se supone que ya debería de haber sido elegido como el heredero, maldita sea.

—Son cosas que pasan.— comentó su padre—Si quieres volver a ser como antes, solo tienes que destruir a ese bastardo en el campo de batalla.

El menor alzó la mirada con bastante sorpresa. Imaginó que quien estaría más enfadado por algo como esto sería él, pero parecía estar bastante calmado (más de lo normal)

—¿Está todo bien?— decidió por preguntar generando dudas en el pelirrojo —Quiero decir, ¿no hay nada que quieras decirme?, ¿algo que haya sucedido y que deba saber?

—¿Qué te hace pensar así?

—No es normal que esté tan tranquilo.— contestó —Ahora mismo deberías de estar enfadado, maldiciendo hasta la más mínima piedra del desierto.

Seth se rió de esto. La verdad es que hasta él se halló extraño está calma que tenía, poco normal en él, claro esta.

—¿Qué me encuentro en calma?, no es de extrañar. Mañana ganarás tú, es bastante obvio.

—Confias mucho en mí.— sin siquiera darse cuenta, se halló con su padre demasiado cerca suyo generandole un susto grande.

—Escuchame niño, esta es tu última oportunidad. Vence a ese bastardo para que pueda darle fin a su vida a él y a la puta de su madre.— ordenó —No te atrevas a perder, porque conocerás aquella parte mía que solo Anubis y tu madre la conocen.

—Sí, padre.— respondió con nervios en su voz.

Al día siguiente, todos los dioses se reunieron en el hermoso templo de la capital de Egipto, aquí darían por finalizada la lucha por el trono y uno de los dos ganaría el derecho a reinar sobre todos. El hijo de Seth y el hijo de Isis se encontraron una vez más cara a cara en una arena de combate.

—¡Dioses de la Eneada!— Maat alzó la voz por sobre todo el bullicio generado en las gradas; las dudas no dejaban de atormentar las cabezas de todos los demás dioses, ¿quién los gobernaría a partir de ahora? Muchos de ellos daban está lucha ganada, algunos hasta desde el comienzo, a Tarik, aquel que es un genio en la resistencia y en el arte de la guerra.

—Esto es inútil.— renegó Bastet, sus oyentes fueron Amón y Nut —¿Creen que alguien como Horus pueda ganarle al hijo del Dios de la Guerra en una contienda? Isis debería de detener esto antes de que alguien muera.

Las miradas curiosas estaban sobre ellos. Sobre Isis y Seth, ambos padres se hallaba en un palco a la altura de Maat para poder apreciar con lujos de detalles todo lo que sucedería en la arena de combate.

—Alguien te ayuda, ¿no es así?— la pregunta de Isis llegó a oídos de Seth. Él soltó unas cuantas risas en modo de burla —Nada de esto es normal, el hecho de que todos los retos a realizar sean algo en lo que Tarik destaque...

—Isis— la carmesí mirada del dios del desierto hizo que la diosa morena temblará de terror —tanto que dices que eh recibido ayuda, ¿quién crees que es?

—¿Quién?— hasta su voz sonaba temblorosa.
Seth sonrió malisiosamente.

—Uno de los dos es un bastardo.— dijo refiriéndose a los dos combatientes que aguardaban en oír la voz de inicio de la diosa del juicio —Creo que él finalmente decidió por cual lo sería.

Fue como un si un balde de agua helada le cayera encima y no era para tanto, aquel al que tanto le había ofrecido ¿acababa de darle la espalda? y terminó eligiendo a su legítimo hijo.

—No.— murmuró —¡No, Horus-...!

—¡Empiecen!

Pero ya era demasiado tarde, Maat dió la aprobación de iniciar con el combate y el primero en caer al piso fue Horus por un golpe rápido dado por el dios de la naturaleza.

—Terminemos con esto de una vez por todas— al alzar la mirada del suelo, su primo se aproximaba lentamente hacía él —¿Qué dices, eh primo?

—Terminemos con esto de una vez por todas— al alzar la mirada del suelo, su primo se aproximaba lentamente hacía él —¿Qué dices, eh primo?

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