01 de diciembre de 2001

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Distrito Financiero, New York

-Deja de llorar mi niña bonita- Nani acariciaba la cabeza de Annie mientras Christopher leía de nuevo aquellos papeles

-Ya esta, iremos al mejor hospital de oncología para que nos aclaren esto, no puede ser, debe ser algo... no, debe haber un tratamiento, algo-

-Ven aquí Chris... todo estará bien- estiro la mano la cual alcanzo en medio de lagrimas aquel vaquero

-Dejen de llorar- Connor entro besando la frente de su nana- ya he llamado al medico Nani- toco su hombro sereno- nos recibe en un par de días en Massachuset, no te preocupes te harán todos los estudios necesarios, yo iré contigo.

-Hijos... mírenme, Nolan- y el joven negó sentado de espaldas a todos- todo estará bien, su nana es fuerte, además soy mayor, estas cosas pasan, pero les pido por favor, que no gasten su dinero en mi yo...-

-No esta a discusión- le señalo Connor- ¿Para que crees que ganamos tanto si no es para cuidar a nuestra familia?-

-Hijo...-lo miro sintiendo tanta culpa por no poder ver a su propia sangre así de comprometida con ella – les preparare un te, todos necesitamos algo para calmarnos ¿Bien?- se levanto del sofá limpiando con ambas manos el rostro de Annie- siéntate mi niña, enseguida vuelvo.

Todos se quedaron en la sala hablando de todo y de nada, intentaban encontrar un plan que pudiera darles paz, pero al menos hasta que el medico la revisara sabían que no podían hacer absolutamente nada;  por otro lado Nolan siguió a nani hasta la cocina la vio con el teléfono en el oído y su delantal en el rostro. En silencio camino hasta ella

-Ya contestara nani...- dijo quitándole el teléfono y abrazándola con el corazón hecho pedazos al verla llorar de esa manera. Billy era un cretino, no solo por abandonar a su hermana, si no por darle la espalda a su propia madre.

Cuando Nolan le conto esto a Annie perdió la cabeza, tomo sus cosas y salió directo a donde ese hombre estaba, no podía creer que tuviera un corazón tan malvado, que fuera tan desgraciado, que no pudiera sentir la mitad de amor por lo menos hacia su madre.

En cuanto piso la ciudad, los recuerdos  de la ultima vez que estuvo en ella le hicieron merma, las piernas le temblaban al verse sola en medio de New york solo con una mochila en el hombro, no es que se sintiera incapaz, muchas cosas habían cambiado a este momento, pero cuando se trataba del mundo de Billy ella siempre terminaba sintiéndose pequeña.

 Camino hasta una caseta telefónica con el numero que tenia temblando en sus manos... dio uno, dos, tres tonos.

-Oficina del licenciado Montgomery-

-Si, yo tengo un paquete de parte de la señora Mónica Montgomery, pero la dirección esta errónea y este es el numero de contacto que venia en el-

-Permítame un minuto- el silencio se hizo prolongado y Annie metió mas monedas deseando no se le terminara el cambio-Disculpe la demora, le daré la dirección dela oficina y puede dejarlo en recepción

-Perfecto...-

Como pudo anoto aquello sobre el mapa que llevaba en las manos, miro una y mil veces la ruta, pensaba en lo que le diría "Billy, tu madre tiene cáncer" solo eso, el debía entenderlo con solo esas palabras, esto no se trataba de ellos, era sobre su madre, sobre ser un ser humano decente.

A pesar de los años y de la evidencia que la vida le daba para creer que ese tipo era un imbécil, ella se negaba constantemente a creer en ello. No podía hacerse a la idea de que la misma persona que le ataba los cordones de niños fuera este pedazo de basura superficial. 

Una Vaquera llamada Annie BrownWo Geschichten leben. Entdecke jetzt