El fin de los elfos

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En un bosque profundo, un portal apareció y de él emergió Leo.

-Bien, ahora, ¿dónde estará el gran árbol?

Leo caminaba por el bosque cuando una flecha fue lanzada cerca de su lado.

-Detente, si das un paso más, pondré una flecha en tu cabeza.

Leo se detuvo al no ver al elfo, su voz le sonaba familiar.

-Vengo a hablar con el gran árbol y el consejo de elfos.

-No hablarás con nadie. Regresa o muere.

-Soy el rey dragón Okrajam. Yo di refugio y protección a los elfos hace tres mil años y participé en la guerra de extinción donde ayudé no solo a los elfos sino al árbol sagrado.

-Demuestra que lo eres.

Leo lentamente sacó de su bolsillo una hoja de árbol, un anillo y un amuleto circular con detalles de oro y gemas naturales, y en el centro un árbol rodeado de runas pequeñas que protegen a su portador.

Los elfos lo vieron y salieron de sus escondites, saludando cortésmente al dragón que ayudó sin pedir nada a cambio.

-Lo siento mucho por mi descortesía, pero tu llegada repentina nos preocupó. Por favor, permíteme llevarte al consejo de ancianos.

Leo pudo verla con detalle y recordó quién era.

-Eres la hija de Idril y Legolas, ¿no es así?

-¿Conociste a mis padres?

-Claro que sí. Yo combatí junto a ellos en la batalla de la inquisición hace dos mil años. ¿Cómo siguen? El viejo Legolas aún puede blandir su espada. Dijo que se retiraría de eso para cuidar de sus hijas.

Nessa mostró un rostro oscuro y triste.

-Murieron hace trescientos años. La iglesia atacó en gran escala, mi pueblo fue aniquilado y mis padres dieron sus vidas para protegerme.

Leo se sorprendió al escuchar cómo sus dos amigos murieron y él no pudo estar ahí para ayudarlos, recordando que estaba encarcelado.

-Lo siento mucho, no lo sabía.

-No tienes que lamentarlo. Pronto acabaré con toda la iglesia y suplicarán el no haber matado a mis padres.

No hubo más palabras y llegaron a la ciudad.

Al acercarse a las puertas de la ciudad élfica, se revela su esplendor arquitectónico. Los edificios están tallados en la piedra y madera de los árboles, armonizando perfectamente con el entorno natural. Los tejados son curvos y elegantes, imitando las formas de las hojas y las ramas que se entrelazan para crear una estética fluida y orgánica.

Las casas se disponen de manera armoniosa, siguiendo las curvas del terreno y permitiendo que los árboles crezcan a través de ellas en un equilibrio cuidadosamente mantenido entre la naturaleza y la arquitectura. Los pequeños arroyos y riachuelos atraviesan la ciudad, agregando una sensación de serenidad y frescor.

En el centro de la ciudad, se encuentra un majestuoso árbol ancestral, un símbolo sagrado y espiritual para los elfos. Este árbol se alza imponente en la plaza central, sus ramas se entrelazan formando un techo natural que ofrece sombra a los elfos que se reúnen allí para celebrar ceremonias, danzas y festivales.

La ciudad élfica está llena de vida y música. Se escuchan risas, cánticos y el suave murmullo de las hojas en el viento. Los elfos se dedican a diversas actividades, desde el cuidado de la naturaleza hasta el aprendizaje de la magia y las artes. En el centro de la ciudad, también hay un taller de artesanía donde los elfos crean objetos maravillosos y joyas con habilidades transmitidas a lo largo de generaciones.

No tengo magia, pero sí internetWhere stories live. Discover now