CAPITULO 47: CEDIENDO A LA INTENCIÓN

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Mientras celebro mi inesperado triunfo, soy consciente de ser el blanco en este momento de la mirada del rubio. A pesar de mis vueltas y saltos sobre la cama, sé bien que él no deja de mirarme y de reírse de mis tonterías, no sé si por burla o porque le parece divertido, pero no me importa. 

Pronto, la imagen de mi familia vuelve a mi mente. Me detengo de inmediato, y aun con el agite de mi respiración y mis manos temblorosas producto de tanta emoción, decido llamarlos para darle las buenas nuevas.

Me siento sobre la cama de un tirón. Caigo en ella, como si me hubiera echado un clavado de nalgas. Marco el número de uno de ellos y después de varios repiques, finalmente cae la llamada... Claro que antes, me tomo la decencia de avisarle al rubio para no ser maleducada.

Me siento aliviada al escuchar sus voces. Establecemos una breve plática, entre tanto, me cuentan los últimos acontecimientos. Sus palabras no hacen más que corroborar las mismas que me dijo el decano hace rato. Pérdidas materiales y mucha destrucción natural, es de lo único que se habla hasta ahora; no obstante, me vuelven a reiterar que ellos están bien y a salvo.

Alex, Jacot y mi padre tuvieron que hacerle algunas reparaciones improvisadas a la casa, tras los fuertes vientos, pero, afortunadamente, han logrado solventar situación.

La noticia de mis vacaciones es bien recibida por mis padres, sobre todo, porque al conocerme tan bien, saben que eso me trae tranquilidad.

Imprudentemente, mi madre vuelve a preguntarme por Christian delante de mi padre.

—¿Aló?... ¿Bueno?... ¿Mamá, sigues ahí? —La comunicación se ha cortado repentinamente. Recae en mí la frustración ante la súbita interrupción, aunque, por otro lado, agradezco que esto haya sucedido, porque no sabría como responder discretamente teniendo al rubio frente a mí y en mi habitación. 

¿Cómo podría negar que algo está sucediendo entre nosotros, cuando él está aquí? Desde luego, no me creerían. ¿Y qué les diría? ¿Les contaría lo que pasó en la cabaña? Siento que sería peor.

Como mínimo, me llamarían descarada. Dada a las creencias "conservadoras y de la vieja escuela" de donde ambos vienen.

Aparte de todo lo anterior, yo pretendía hacerles una pregunta, pero tal parece que los planes de la naturaleza o de las redes, son otros.

Christian es testigo de todos los cambios bruscos de humor que en minutos estoy teniendo. Los sentimientos se me entremezclan.

—Seguramente se cayeron las líneas —dice el rubio retomando mi atención hacia él.

Suspiro, y luego asiento con la cabeza dándole la razón.

Me siento nerviosa y algo apenada.

—Am, Chris... Yo necesito mi cartera de vuelta —menciono después de haber apaciguado mi adrenalina.

—Si quieres, yo voy por ella.

—No, no, no, mejor llévame contigo —sugiero y él, de inmediato, expresa un rostro cargado de absoluta confusión—. Creí que no querías regresar después del susto que te llevaste.

—Lo sé, pero, creo que es mejor que te acompañe. Además, siento que yo debí haberme traído esas fotos como prueba en caso tal de que me llegue a suceder algo.

Christian queda con los ojos en blanco.

—¿Piensas que puedes estar en peligro? —Su asombro me perturba por un instante.

Respiro hondo y me levanto de la cama.

—Totalmente —afirmo tratando de pasar por alto la inoportuna punzada de nervios y lástima que yo misma me produzco.

SECRETOS DE SANGRE ©🗡️🛡️ |NUEVA EDICIÓN| #1Where stories live. Discover now