Capítulo 6: Quédate en silencio (I)

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—Espera... ¡Espera por favor! ¡Detente!

—¿Crees que no he notado como me miras?

La voz de Feng Xin es suave pero el deseo la hace temblar, similar a una garganta que lucha por ahogar un grito y apenas logra su cometido. Feng Xin jadea en su oído, haciendo barrer gotas de agua dulce y le dice, calmándole — no tienes porque estar asustado, no te hare daño.

Ellos no se han besado. Ellos ni siquiera han hablado de esto.

Apenas Hong-Er y Su Alteza estuvieron lo suficientemente lejos, Feng Xin dejo de jugar y comenzó a presionarlo, cada vez más, contra su cuerpo, hasta que el delgado y enjunto cuerpo de Mu Qing estuvo atrapado. Su espalda pegada contra el gran pecho de Feng Xin. Los sutiles vellos de sus pectorales le hacen cosquillas, la sensación de sus pezones rozándose contra su espalda lo hace estremecerse.

Mu Qing cierra en ese instante los ojos y trata de no pensar, de no sentir, la gorda polla que de repente, ha comenzado a restregarse contra su trasero.

Ambos brazos sostenidos por las grandes manos de Feng Xin.

—Esto está mal.

Susurra, conteniendo jadeos.

Lucha por sonar prudente y austero, justo como lo hace Xie Lian cuando los quiere poner en su lugar—¡Feng Xin! ¡Maldita sea! ¡Deja de actuar como en maldito pervertido!

Trata de escapar, pero Feng Xin lo sostiene aún. Aunque Mu Qing ya ha comenzado a gritar, Feng Xin se mantiene paciente y susurra de nuevo, con la voz baja, pecadora—nadie sabrá.

"... ¿nadie sabrá?".

—No le diré a nadie de esto—El miembro crece, el agarre en sus brazos se suaviza hasta convertirse en una caricia. Una lenta caricia que va, desde sus antebrazos hasta sus hombros y que luego, sin poder comprender como se siente lo siguiente, Feng Xin lo abraza profundamente.

"Me está abrazando".

—No va a doler, solo quiero estar así... contigo—sigue susurrando, besándole el hombro, frotando su nariz y frente contra su cuello.

Brazos y besos.

Mu Qing jadea y una sensación demasiado humillante y cosquilluda crece entre sus piernas, un calor emana de su vientre y no quiere ver, no quiere sentir ni aceptar. "se me está poniendo duro".

—Feng Xin... por favor... si Xie Lian, si el maestro... si alguien se entera...

—Nadie lo hará.

Un beso húmedo y experimental es dado en su cuello y Mu Qing jadea con los ojos cerrados. Un segundo beso ocurre en una fracción de segunda. Este lleva lengua, una humeda, insoportablemente caliente lengua, que se frota, lamiendo gotas de rio y sudor. Sube, poco a poco hasta su oreja y luego la lame profundamente.

—¡Ah!

—Eh... pero si gimes así por un beso—Feng Xin sonríe y lo abraza aún más fuerte, como si temiera que se ahogara—... se silencioso o tendré que llevarte más adentro del bosque...

"¿llevarme más adentro del bosque?"

—Y allí si puedes gemir y gritar, tanto como quieras.

Mu Qing no quiso pensar entonces. No quiso preguntarse que cosas enfermas y depravadas podría hacerle aquel perro como para provocarle gritos y gemidos insoportables. —Vamos, solo un ratito.

Sigue provocándole.

Mu Qing se muerde el interior de la mejilla y mira el cielo.

El sol ardiente le da en la cara, la polla dura, igual de ardiente, le da un pequeño empujón entre las nalgas.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora