Capítulo 7: Incendio

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—Hijo Real... ¿realmente eres tan estúpido como para refutarme?

Xie Lian caminaba al lado de su padre por el palacio a paso apresurado.

Manos detrás de la espalda, capa roja ondeando en el aire, una corona delgada de tres puntas en su cabeza de un impresionante oro blanco. Xie Lian había cumplido veintiún años y era hora que finalmente tomara lugar en la mesa política. Había crecido en estos últimos años, y ahora poco quedaba de aquel dulce adolescente.

El idealismo seguía presente, más, sin embargo, Su Alteza Real se había vuelto un hombre serio, frio para la política y gentil hacia el trato con los más necesitados. Experto en economía y políticas públicas. Maestro marcial en distintas artes. Xie Lian, sin que nadie se diera cuenta, se había convertido en una criatura poderosa, inteligente y de palabra recta.

Su padre, siempre fue un hombre huraño y distante y cada día se hacía más viejo y enfermo. El Rey iba caminando delante, vestido con una sobria túnica azul con dorado.

—Lo hago, pero no con mala intención, Padre—respondió con suavidad. La voz de Xie Lian se había vuelto ronca con el paso de los años. Sus ojos ámbar, serios y fríos como miel congelada. Ya no usaba tanto maquillaje como cuando era adolescente, sin embargo, una ligera sombra roja los adornaba aun—Solo digo que mandar una expedición armada es innecesario. Es un derroche de dinero.

—Piensa con la cabeza Hijo Real.

—Aun así... ¿De qué nos sirve? ¿Para que abogar por una matanza absurda?

Sin embargo, la educación budista que había tenido por Mei NianQing forjaron en Xie Lian una vocación por la paz y la justicia. Muchos decían que, en caso de que Su Alteza no ascendiera, XianLe tendría el rey más justo jamás existido.

—Primero, el Principe Jun Wu aprenderá a respetarnos de una buena vez. Segundo, podríamos expandir XianLe y tomar veinte mil hectáreas de tierra fértil volcánica. Seriamos infinitamente ricos.

—... ¿pero es que acaso ya no lo somos?...

Xie Lian giro a la izquierda, el rey lo siguió.

Ambos iban a la Sala Marcial.

A dos pasos atrás, lo seguía Feng Xin y Mu Qing, vestidos con elegantes túnicas militares negras. Ambos ya no solo eran los sirvientes de Su Alteza sino que poco a poco, habían comenzado a tener pequeñas incursiones en lo militar, demostrando su valía como hombres de guerra.

Xie Lian, suspiro suavemente.

Sabía que si tenía oportunidad de tener una conversación abierta con su padre era ahora. Refutar sus decisiones delante de los demás podría ser considerado una terrible ofensa.

—Padre, está bien, quizás este un poco loco Jun Wu...Pero creo que todo esto es producto de una rara necesidad de ser petulante y demostrar su poder ante su padre y su gente.

Su padre bufo pensadamente y lo miró fijamente, cada vez de peor humor —Jun Wu, es un enfermo mental. No me importa si es el mejor amigo de tu maestro. Ayer invadió la ciudad de ChengYu y masacro a quinientas personas. Doscientas se salvaron y están ahora como refugiadas en nuestras tierras, comiendo los recursos de nuestro pueblo.

Este era el problema.

Hacia exactamente un mes, Jun Wu había tenido un raro sueño.

O por lo menos eso fue lo que comunico a todos los reinos en una carta. Un sueño donde un gran volcán hacia erupción y la lava borraba de la faz de la tierra a todo el reino de Wuyong. En esa misma carta, solicito a todos los reinos rendirse ante él y abrir sus puertas a todos sus ciudadanos. En caso de que se negaran, Jun Wu personalmente iría a cortarle las cabezas a todos, incluyendo mujeres y niños.

LimerenciaWhere stories live. Discover now