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Quackity despertó con un leve dolor de espalda debido a la incomodidad de dormir en un lugar que no era su cama. Talló sus ojos y cuando pudo acostumbrarse a la luz de la mañana, se dio cuenta de que estaba muy cerca de Carre; se sentó de golpe, viéndolo removerse para acomodarse mejor aún con sus ojos cerrados, sonrió con una cálida sensación en su pecho por la imagen tan etérea que sus ojos tenían la dicha de ver, no todos los días se amanece junto a Rodrigo Carrera, debía aprovecharlo.

-Buenos días, alexis-saludo Spreen mientras bajaba las escaleras ya muy
bien bañado y arreglado con una expresión neutra en su rostro.

El mencionado apartó rápidamente la mirada del más bajo, sintiéndose avergonzado por haber sido descubierto. Peinó su alborotado cabello mañanero y se dirigió a la cocina siguiendo a Spreen, suponiendo que los demás estarían ahí.

-Vienen justo a tiempo, el desayuno ya está listo-sonrió Robleis antes de buscar los platos para servir.

Rubius a su lado buscaba las tazas que usaría para servir el café recién hecho. quackity vio a su alrededor, notando que juan no estaba en ningún lado.

-Y juan?-preguntó, tomando asiento en el comedor.

Spreen suspiró, recordando los eventos sucedidos hace un poco más de una hora. Estaba un poco decepcionado; luego del segundo beso, juan no dijo nada y salió corriendo de ahí a pesar de que había correspondido, ni siquiera dijo una excusa, solo se fue. No le gustó que tuviera que irse solo, pero se fue tan rápido que ni siquiera logró alcanzarlo.

-Es domingo, Quacks, sabes que está ocupado ahora-habló Rubius, dejando una humeante taza de café en la mesa.

--Cierto, lo había olvidado

asintió.

-¿Qué es lo que tiene que hacer?-preguntó spreen con intriga.

-Hoy es día de visita con su madre- explicó Rubius, tomando asiento a un lado de Robleis-Creo que irá él solo hoy, recuerdo que mencionó algo sobre eso ayer antes de venir.

-¿A qué horas sale de su casa?

-Dentro de unos diez minutos, creo-miró el reloj el de gorro.

Spreen se levantó rápidamente de la mesa y salió de la casa sin despedirse,
típico de él, pensaron.

Camino a paso rápido, tenía que hablar con él, no podía ignorar así de fácil que se habían besado, además, ¿por qué huyo? Si no hubiese querido besarlo, solo lo hubiera apartado, pero, al contrario, le correspondió de la misma manera, como si también lo estuviera esperando.

A lo lejos, logró verlo cerrando la puerta principal de su casa, ya estaba aseado y vestido con sus típicas sudaderas que lo hacían ver adorable. Camino más rápido hasta que estuvo frente a él, regulando su respiración debido a la agitación.

-¿Qué haces aquí?-frunció el ceño el menor un poco confundido.

-Te acompañaré.

Juan negó con la cabeza, no estaba en sus planes que otras personas conocieran la situación de su madre. Sabía que era difícil ir solo, pero prefería eso a tener que dar explicaciones.

-Voy solo, regresaré pronto, podemos hablar después-empezó a caminar, dejando atrás al mayor.

Spreen ladeó la cabeza, confundido, pero caminó tras él hasta que se puso a su lado sin decir nada. El de lentes no sabía cómo hacer que se fuera, aún se sentía tímido debido al beso, su primer beso.

-lindo, solo déjame ir solo-se detuvo, mirándolo con súplica, aunque una parte de él, quería ser acompañado y consolado.

-Me dijiste lindo-sonrio emocionado ante el apodo. Juan rodó los ojos, dejando escapar una pequeña risa que borró su ceño fruncido-Déjame acompañarte, iré en silencio si eso quieres.

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