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Juan infló sus mejillas y frunció levemente el ceño cuando su hermana mayor le dio un gran regalo al verlo salir de su habitación. Pensó que su regalo solo sería la comida que ella iba a pagar, no esperaba algo aparte, era suficiente con que le dejara invitar a sus amigos.

-Espero que te guste, estoy casi segura que compré los adecuados-sonrió ampliamente, ansiosa por ver que su pequeño hermano abriera su regalo.

-Ari, te dije que solo la comida estaba bien-hizo un puchero, sintiéndose inevitablemente emocionado por el regalo.

-Sé que amas los regalos, quita esa cara y ábrelo.

Juan sonrió con emoción y se sentó ahí mismo, a la mitad del pasillo con el regalo entre sus piernas; rompió el envoltorio y sacó la caja que había dentro, revisó la caja y la movió para tratar de adivinar que había dentro, segundos después la abrió por fin, y una expresión de felicidad se instaló en su rostro.

-¡Ari, son zapatos!-exclamó con emoción, se puso el zapato derecho para verlo mejor y le quedó a la perfección.

-¿Te gustan?

-¡Me encantan! ¡Gracias, gracias, gracias!-se acercó a abrazarla con fuerza.

-Ves, sabía que te gustaría. Pero busca más, aún falta.

El menor se soltó rápidamente y se sentó de nuevo, buscando qué más había dentro, y el brillo en sus ojos apareció al encontrar una linda sudadera lila con estampados de colores. Le encantaba.

Ari sentía que quería llorar, ver a su hermano tan feliz la ponía sensible. Desde que el padre de él lo dejó sin siquiera preocuparse, había decidido darle todo el amor que no pudieron darle a pesar de ser solo casi tres años mayor que él; muy diferente a la relación de ella con su padre, se veían de vez en cuando y estaba pendiente, no quería ni imaginar cómo sería ser hecha a un lado por su propio padre, a lo mejor Juan no pensaba mucho en eso, o al menos eso esperaba.

-Eres la mejor hermana del mundo-sonrió desde el suelo, mirándola con un toque de tristeza en sus ojos.

-Lo dices porque soy la única hermana que tienes.

-No quiero otra de todas formas, no importa que seas muy mandona, igual eres la mejor- levantó su pulgar con aprobación y rió.

Tal vez a juan su padre lo haya abandonado, pero con el amor de su hermana y el de su madre, lo tenía todo, no se quejaba, estaba agradecido a pesar de que viviera momentos muy difíciles, no cambiaría a su familia por nada del mundo.

Y es por eso que ver a su hermana lo hacía sentir culpable.

-Te veo más tarde, mamá-se despidió el pelinegro luego de sacar elpastel y las galletas que había preparado el día anterior

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-Te veo más tarde, mamá-se despidió el pelinegro luego de sacar el
pastel y las galletas que había preparado el día anterior.

-¿No crees que deberías llevar el auto? Vas un poco cargado.

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