6. Indiferencia

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Mirabas a tu alrededor, Spiders de diferentes universos caminaban con naturalidad por la titánica base.

Todos como un rio que corría en una sola dirección, desembocando en otras pero nunca en sentido contrario, jamás en sentido a ese lúgubre laboratorio donde el diligente de aquella sociedad solía pasar sus días en una solemne parsimonia.

A veces.

Tu como buen salmón brincando las cumbres del rio descendente fuiste contra corriente, tu objetivo era anidar en aquel lugar, y tenias un objetivo simple en mente; demandar el tiempo y el cariño del cual eras acreedora desde que Miguel y tu habían tomado la bien pensada decisión de formalizar una relación romántica.

En tu mente un discurso conmovedor se formulaba, algo que sirviera para convencer la mente necia del moreno.

Pues ya desde hace unos meses, tres para ser exactos habías vislumbrado un titubeo en las actitud que Miguel tenia hacia tu persona, cierto despego, desinterés y algo de desagrado.

En una situación normal supondrías que le excesiva carga que Miguel llevaba sobre los hombros arácnidos podría ser respuesta a tu interrogante, pero en cuanto se volvió costumbre y la racha fue notoria, sabías que en su cabeza había algo que posiblemente Miguel no expresaba, lo cual solía extrañarte pues en todo el tiempo de relación habías percibido una madurez respetable.

A penas ingresaste a la estancia su ronca y enfadosa voz resonó por la acústica de la habitación.

-Sal de aquí, estoy ocupado.

Descendiste tu mirada, te hallabas ciertamente cansada y con un pensamiento irracional surcando tu mente. Unos cuantos meses para acá el sentirte insuficiente y de poca estima era pan de cada día.

Las palabras y el discurso planeado quedaron atrapados entre tus carrillos, evitando abandonar tus labios para no hacer enojar a Miguel, quien parecía lidiar con otro día abrumador.

Al igual que ayer, y antier y anteayer.

Debido a la intima relación que ambos llevaban, habías conocido un poco los gustos e intereses del castaño. A ciencia cierta podías decir que para el moreno, que se le diera su espacio y tiempo resultaba un método poco fructífero. Miguel tenia una mente que desgraciadamente solía sufrir de mucho episodios maniacos, donde su mente maquinaba escenarios para nada favorecedores.

Y si, padecía de trastorno bipolar.

A pesar de ser poseyente de tan valiosa información, pareciese que al igual que su humor, esa y muchas técnicas empleadas en reconfortar a Miguel habían dejado se surtir efecto y parecían orillar el castaño a la colera. Pues solo conseguían acrecentar su furia, aunque tu duda era ¿Las técnicas habían dejado de surtir efecto o quien las empleaba ya no podía hacerlas funcionar?

Notabas el desinterés y sobre todo el recelo rondaba entre ustedes dos, como anticipando el fin de algo, como una daga caliente a punto de partir mantequilla, cercenando y cauterizando todo a su paso.

Otro días más.

-¿Miguel?- Tu suave voz se torno aun más grave, pero en cierto tono infantil.

-Ahora no tengo tiempo para ti- Rebatió, ignorando el agrio comentario proseguiste entrelazando tus manos, animándote a seguir con aquella charla que deseabas tener hace mucho tiempo.

-No hemos tenido tiempo para nosotros, Miguel.

La mirada fúrica y ofendida se instalo en tu figura.

-¿Sabes que hay cosas más importantes en este momento?- Ouch.

Suspiraste con desgano. El multiverso, siempre ante todo y siempre por delante de ti.

Cansada y con cierta decepción incluso tristeza en tu mirar, conocías las responsabilidades que ambos y sobre todo alguien como el poseían, y a tu mente venían las gentiles palabras de aquel nostálgico Miguel que parecía desbordar amor y adoración hacia tu persona, el Miguel del pasado.

One Shots | Miguel O'HaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora