Capítulo 1

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Me despierto de golpe, incorporandome tan rápido que siento un ligero mareo. "Las putas pesadillas otra vez" pienso. Mi cuarto se ve infantil, me teletransporta a tiempos pasados de mi adolescencia, cuando no podía dormir en el pentágono dada mi corta edad y, por lo tanto, tenía que convivir con mi adiestrador.
Joe era lo más parecido a una familia que he tenido alguna vez, me había enseñado todo lo que sabía y me había conducido por una vida que yo adoraba, a pesar de no haber tenido ni voz ni voto en las decisiones que él tomó por mí en algún momento.
Los ruidos provenientes de la cocina me indican que mi adiestrador ya está despierto, por lo que me levanto de la cama y cojo todo lo necesario para asearme y cambiarme en el baño. Cuando termino, me dirijo hacia la cocina para desayunar y que Joe me explique algo más acerca de mi trabajo, a parte de la corta charla que tuve con el jefe de la unidad ayer, Aron Hotchner. Él era un hombre de aspecto serio y bastante formal. Me explicó superficialmente en qué consistía la unidad y en la clase de casos que trabajaban. Me dijo que hoy me presentaría al resto del grupo y vería en que podía ser útil.
- Buenos días, ¿qué tal has dormido?
- Bien, gracias Joe. ¿A qué hora vamos a salir?
- En cuanto te termines el desayuno.
Comienzo a comer el revuelto de huevo con bacon mientras le hago unas cuantas preguntas sobre cómo le ha ido cuidando de Amyra, mi sobrina de ocho años. Ha tenido suerte de acabar con él y no con sus padres.
En cuanto me termino el desayuno y recojemos la cocina, salimos fuera de la casa, activamos el mecanismo de defensa electrónico que instalamos hace unos años, montamos en el coche y ponemos rumbo a mi nuevo trabajo. Mientras Joe conduce, yo me deleito con el hermoso paisaje de Virginia. A nuestro lado, los árboles pasan rápido y pronto comienza la vista industrial que da paso a Cuántico. Por lo menos el lugar esta cerca de la casa de campo que comparto con Joe.
Llegamos por fin frente a un imponente edificio donde aseguro que trabajaré. Joe estaciona lo más cerca posible y mientras caminamos en dirección al edificio hablamos sobre los estudios de mi sobrina y los próximos perros de la marina que tendrá que cuidar él, hasta que un chico que viene por detrás mío choca con mi hombro y me hace trastabillar. Mientras murmura una disculpa y se marcha, alcanzo a ver que es un hombre de veintitantos años con marcadas ojeras y el pelo muy liso con pequeñas ondas en las puntas. Mis ojos se quedan fijos en el apresurado chico, pero Joe consigue sacarme de mis pensamientos.
- ¿Haciendo amigos nuevo?
- Ni que fuese a trabajar con él. - replique mientras retomaba mi camino.
Entramos al gran edificio, unas grandes mesas de madera a modo de recepción nos da la bienvenida y Joe me guía por el espacio hacia unos ascensores que se sitúan a la derecha. Cuando se detiene en nuestra planta y nos metemos dentro, a duras penas alcanza mi compañero a pulsar el botón del piso al que nos dirigimos dado que el ascensor se llena enseguida. Nuestra planta es la primera y tengo que empujar a un gran hombre para poder salir de la pequeña estancia. Al dirigir mi vista al frente, las puertas de cristal nos dan pie a una zona con microdespachos. En la pared de la izquierda de la gran sala, se sitúa una pasarela que da acceso a unos despachos que deduzco serán de mis próximos jefes. Sigo a Joe en esa dirección y por el rabillo del ojo diviso un grupo de tres personas, en el que se encuentra el chico que chocó conmigo esta mañana, cuchiceando y analizandome con la mirada. Decido no darles la suficiente importancia y centrarme en algo realmente importante, afrontar un severo castigo. Cuando entro en el despacho de Aaron Hotchner, el que será mi jefe por un tiempo indefinido, le observo con otro hombre de su misma edad charlando bastante serios. Este último se gira cuando entramos, se despide rápidamente de Aaron y me dirige una amplia sonrisa.
- Agente David Rosie, un placer estar en el mismo equipo - dice antes de cerrar la puerta tras de sí.
- Nelis, cuanto tiempo - me saluda Aaron.
- Igualmente, Hotchner - contesto - siento mucho lo de tu mujer.
- Fue una tragedia. Pero estoy bien. Llamame Hotch por favor. - me dice con una agradable sonrisa. - Joe.
Mi adiestrador le hace un gesto a modo de saludo.
- Bueno, Aaron la dejo en tus manos.
- Tranquilo, aquí estará bien - le responde con ese caracteristico gesto serio.
- Si, puedes estar tranquilo - le despido - no voy a quemar el edificio ni nada por el estilo.
Joe se marcha y tras él aparece una mujer rubia de mi estatura con varios papeles en su regazo.
- Hotch, tenemos un caso.
- Enseguida vamos, JJ - contesta.
- ¿Tan pronto comienzo? - cuestiono mientras observo como la rubia se marcha.
- Eso parece - Dice mientras me hace un gesto para que le siga.

Al borde del abismo(spencer reid) Where stories live. Discover now