Capítulo 3

68 7 0
                                    

Reid me mira confuso, sin comprender a lo que me refiero. Me dirijo hacia la pizarra para señalar a mi compañero las similitudes que se habían formado en mi cabeza.
- Las velas tienen un soporte, los pies, y necesitan estar rígidas y rectas para no desmoronarse. Seguro que encuentran algún objeto en el interio de los cuerpos que aporte rigidez. Por último, pero no menos importante, necesitas una cuerda para que puedas prender la llama. Y apostaría lo que quieras a que no solo hay cera en la cabeza.
- Se lo preguntaré a JJ - dice mientras saca el móvil. Cuando termina de teclear el mensaje, me hace una pregunta bastante predecible - Pero... ¿Para qué quiere el sudes hacer velas humanas?
- Lo mismo quiere... - la llamada entrante de mi móvil interrumpe lo que iba a decir.
En cuanto veo el número que llama, se me cae el alma a los pies.
- ¿Me disculpas?
- Claro - dice mi ojeroso compañero.
Me voy a una esquina de la sala, y cojo la llamada.
- ¿Qué quieres? Estaba en algo importante.
- Es por Am - escucho a Joe al otro lado de la línea.
- ¿Qué ha pasado? - pregunto con pesar.
- Antes de que te alteres, ella esta bien. Solo que unos niños la han pegado en el patio y se ha hecho una heridilla.
- ¿¡Cómo?! - digo agitada. Al ver que Reid presta más atención, bajo más el tono. - Esta bien, ¿no?
- Tranquila. Solo te llamaba para saber si vienes tu a hablar con los padres del otro niño o hablo yo con ellos.
- Habla tu con ellos. Pasame a Amyra.
Oigo un pequeño intercambio de palabras y veo como Reid me observa con interés. Parece no darse cuenta de que le miro hasta que le hago una seña para que se meta en sus propios asuntos.
- Hola tia Nel - me saluda la ligera vocecilla de mi sobrina de ocho años.
- Hola soldado - respondo como de costumbre - ¿Estas bien? Me han comunicado que has tenido una ligera pelea.
- Si mi comandante. Todo en orden.
- ¿Puede seguir el resto del día, o quiere un descanso? - pregunto con preocupación. Mi sobrina es delicada y no me perdonaría que algo malo la ocurriese.
- Estoy bien, tranqui. ¿Hoy cenas con nosotros?
- Afirmativo. Soldado, te tengo que dejar, así que nos vemos más tarde.
- Vale, hasta luego - cuelga la llamada y yo sonrío por que a veces sea tan adorablemente seca teniendo tan poca edad.
Cuando me doy la vuelta, me encuentro a Reid mirandome curioso.
- ¿Quién era?
- Personal, doctor.
- Vale... - dice pensativo - Vamos a salir a campo abierto, Hotch a dicho que hagamos entrevistas a las tres primeras familias.
- Pues vamos a ello - digo sonriendole.
Cuando paso a su lado creo atisbar un ligero rubor en sus mejillas, pero no le doy importancia. Recoje su cartera, nos dirigimos a los ascensores en silencio y cuando entramos nos toca juntarnos bastante. Le noto tenso. "No acostumbra a estar cerca de la gente, mucho menos de mujeres". Le miro desde mi altura y entonces si que me entra la risa, dado que hacemos contacto visual y se pone bastante colorado. Cuando salimos del angustioso ascensor, el mira hacia otro lado avergonzado mientras yo me río sin disimulo.
- ¿Qué le ocurre doctor? ¿Se siente intimidado? - dico entre risas.
- Es muy infantil por tu parte que te rías de algo así - dice negando.
Subimos a su coche, nos unimos al gran flujo de tráfico de Cuántico y mantenemos una corta conversación acerca de que tengo que hacer durante el interrogatorio y de otras cosas como la licencia de armas o el carné de conducir. Quince minutos después llegamos a la casa de la primera familia a la que tenemos que entrevistar. Cuando baja del coche, me doy cuenta de que sigue algo tenso. Decido romper el hielo para ver si el ambiente se relaja un poco.
- ¿Cómo vamos a proceder?
- Hotch me ha dicho que por ahora solo mires y asimiles - contesta él.
- Anda, no sabía que ahora estar de florero fuese útil - digo con sarcasmo.
- Es lo que me ha dicho, así que no te queda otra que obedecerme.
- Si, amo - me burlo y escucho una risa por su parte.
Estamos frente a una casa blanca y azul cielo. Reid toca al timbre, pero nadie abre. Tras esperar unos segundos más repite la acción, esta vez acompañada de un grito.
- ¡FBI!¡¿Hay alguien en la casa?!
El silencio sigue presente y nuestra preocupación crece cuando paso una mano por la puerta y esta cede ligeramente.
- Algo no me huele bien - dice desenfundando el arma.
Se dispone a entrar, pero le hago parar con un gesto. Entonces, poso mi mano sobre la parte superior de la puerta, paso los dedos con mucha delicadeza por la rendija que hay abierta y me topo con un hilo transparente.
- Tiene explosivos - explico.
- ¿Qué?

Al borde del abismo(spencer reid) Where stories live. Discover now