Capítulo 5

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Salgo del hospital que hay cerca de la unidad y marco el número de Penélope en mi móvil.
- Ya he salido - contesto cuando ella descuelga - ¿Puedes venir a por mí?
- Claro, dame un segundo.
Antes de que cuelgue, escucho un murmullo compuesto por algunos de la unidad, entre los que distingo claramente a Reid. Espero unos veinte minutos hasta que aparece el coche de mi amiga. La trayectoria hacia las oficinas transcurre en silencio y cuando llegamos me ofrece ir a su casa a descansar después de recojer mis cosas, pero me niego.
- Venga, me has dicho que Hotch te ha dado el resto del día libre - me dice - te vendrá bien un poco de descanso después de lo de tu sobrina...
- Penelope, lo último que quiero ahora es descansar - le digo asomada a la ventanilla - si algo se sobre Amyra es que tiene máximo cuidado con el tema de las heridas. Joe me ha dicho que revise las camaras de seguridad, así que me voy a quedar un rato más.
- Vale chica. Pero si te arrepientes, solo llamame. - me lanza un beso a modo de despedida y se va en dirección a su casa.
Entro en el edificio, me dirijo hacia la planta de nuestras oficinas y entro en la cocina que hay habilitada para prepararse comidas y bebidas. Mientras me hago el café, escucho entrar a alguien con pisadas algo fuertes. Sin siquiera girarme, ya se que es un hombre joven, peso y estatura media, es ajeno al círculo de analistas que conozco y lleva una fragancia fuerte, seguramente para reafirmar su hombría.
- Hola, preciosa - me saluda. Al darme la vuemta me encuentro cara a cara con un hombre atractivo de sonrisa pícara. "No tengo tiempo para esto" pienso - Soy Mathew West, uno de los que trabaja por aquí. A ti no te había visto antes, ¿eres nueva?
Iba a contestarle para que se alejase, dado que había invadido mi espacio personal, pero alguien carraspea en la puerta de la salita. Ambos nos giramos y encontrar a Reid es la mayor alegría de este pesado día.
- West, déjala en paz. Estamos trabajando en un caso importante y no creo que a tu jefe le haga gracia que te retrases con el papeleo - suelta con una mueca de superioridad.
El aludido se sale de la cocina mascullando algo por lo bajo, en cuanto desaparece de mi vista sonrío y le doy un sutil agradecimiento.
- Sabes, pensaba que Hotch te había dado el resto del día libre.
- Así es la vida, doctor Reid.
- Llamame Spencer.
- Como quieras, doctor.
Suelta una risita y mientras se prepara el café me doy el gusto de mirarlo mejor. Sus facciones son bastante bonitas, con una mandibula algo marcada y una nariz fina. Las ojeras esconden unos ojos color avellana preciosos, y su pelo es muy bonito. Antes de que se de cuenta de que le estoy mirando, giro mi cabeza en dirección a la puerta y agradezco que justo en ese momento aparezca Hotch.
- Pensé que te había dado el resto del día libre - dice confuso.
- Tengo que hacer unas cosas, me ha dicho Joe que te lo ha contado.
- Cierto. Estoy a tu disposición para cualquier cosa que necesites.
Se marcha de la sala, no sin antes cojer también una taza de café. Doy un largo trago a mi taza. Noto la mirada del castaño sobre mi nuca, pero decido esperar a que sea él el que comience la conversación.
- ¿Por qué te has ido antes? ¿ Tiene que ver con la llamada esa que te hicieron? ¿Necesitas ayuda con algo en concreto? - pregunta apresuradamente.
- Antes dije personal, doctor.
- No se que harías en la marina, pero este trabajo es distinto. Aquí tienes que dejar que los demás te ayuden. Y repito, prefiero que mellames Spencer.
- Yo no he venido aquí a hacer amigos, sino a trabajar. Y no, no pienso tratarte por tu nombre de pila, doctor. - remarco la última palabra a sabiendas de que se va a molestar.
- Pues si no quieres mi ayuda, dejame pedirte la tuya. No se de que estarías hablando con Hotch, pero el caso es importante. - dice con cara de súplica. Al ver la poca ilusión que me hace trabajar con él, decide intentar crear un pacto. - Hagamos una cosa: te quedas conmigo divagando hasta que yo me vaya y luego haces lo que quieras. - dice tendiendome la mano para cerrar el pacto.
Lo medito. Por una parte, es importante lo que tenía que hacer, pero por otra es verdad que el sudes al que investigamos es muy peligroso y, cuanto antes lo atrapemos, antes tendré tiempo para hacer mis cosas. Le estrecho la mano y juntos vamos a su mesa para ir analizando poco a poco todo lo que tenemos. Al principio solo hablamos del caso, pero más tarde comienzo a preguntarle cosas sobre la dinámica del grupo o que hacemos cuando no hay caso. Al final, entre unas cosas y otras, amanece en la oficina.

Al borde del abismo(spencer reid) Where stories live. Discover now