"𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 𝐝𝐢𝐝 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 𝐡𝐞𝐫𝐞, 𝐧𝐨 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐰𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐢𝐭 𝐛𝐞..."
Tras evadir las paredes del Laberinto, Grace creía estar a salvo de las garras de CRUEL. Sin embargo, su refugio en un nuevo comple...
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vi. can anybody hear me when i'm hidden underground?
trigger warning : pensamientos suicidas extremadamente menores y descripción de escenarios violentos/sangrientos.
Cuando comenzó a recuperar la conciencia, notó que estaba sobre una mesa acolchada y los pinchazos de unos tubos en su brazo izquierdo. Apenas podía moverse, abrir los ojos y levantar la cabeza.
No tenía mucha coordinación motriz, ni siquiera tenía pruebas de que sus dedos siguieran en su sitio. Sin embargo, Grace consiguió mover el brazo de un lado a otro hasta arrancar los tubos, cosa que produjo un pitido.
De todos modos, no había podido permanecer despierta para ver quién había venido a apagarlo. Sus ojos pesaban, pero sus oídos parecían mantenerse alerta a todo lo que ocurría a su alrededor.
―Vaya, sigue siendo una luchadora ―oyó la voz de una mujer, estaba segura de haberla oído en algún lado, pero su mente no podía aclararle el momento exacto―. Está bien, iniciaremos con una dosis pequeña.
Un ardor punzante, agudo y abrasador, se originó en su nuca y comenzó a extenderse como una oleada imparable hacia cada una de sus extremidades. Ardía tanto que tenía la sensación de que estaban inyectándole veneno.
El dolor era tan intenso que su mente se vio inundada por él, eclipsando todo lo demás. Su cuerpo temblaba involuntariamente mientras las llamas invisibles parecían devorar cada fibra de su ser. Cada latido de su corazón parecía irradiar más dolor a través de sus venas, como si estuviera siendo consumida desde adentro.
Quería moverse, quería implorar por el alivio que parecía estar fuera de su alcance. Sin embargo, sus cuerdas vocales parecían adormecidas y sus extremidades se negaban a responder a su voluntad.
En su mente, una idea surgía una y otra vez con una claridad punzante: si iban a acabar con su vida, que lo hicieran de una vez.
La idea de la muerte ya no la asustaba; en ese momento, aquello se convirtió en una vía de escape tentadora, un pasaje hacia el final de esa agonía interminable. Anhelaba la promesa de un final, aunque este fuera definitivo.
Pero entonces, de manera abrupta, el caos del dolor que la había aprisionado pareció disiparse.
Y hubo silencio.
Grace sintió como si una pesada sábana de dolor hubiese sido retirada de encima de ella. Una amalgama de olores la golpeó como una fuerte brisa, aromas que conocía perfectamente.
Tierra fresca removida, el aroma del abono, el suave olor a pino mezclado con algo descompuesto y algo dulce.
¿Acaso estaba dónde creía que estaba?
No, era imposible. No había manera alguna de que la arrojaran mágicamente allí. Le pareció que había luz al otro lado de sus párpados, pero a pesar de saber que sería intolerables abrirlos, se cubrió el rostro con una mano para aclimatarse a la luminosidad.
