"𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 𝐝𝐢𝐝 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 𝐡𝐞𝐫𝐞, 𝐧𝐨 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐰𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐢𝐭 𝐛𝐞..."
Tras evadir las paredes del Laberinto, Grace creía estar a salvo de las garras de CRUEL. Sin embargo, su refugio en un nuevo comple...
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xx. my whole world just fell apart
Una vez en el Área, en esos días en los que sorprendentemente no había nada que hacer, Grace rescató una flecha que se había quedado atrapada en uno de los árboles.
El lugar estaba más alto de lo que había escalado antes, y a medida que ascendía, se maravillaba más con la vista. Empezó a notar lo delicioso que olía la brisa, como rayos de sol y pasto silvestre. Inhalaba profundamente, llenando sus pulmones con el aroma más dulce que jamás hubiera percibido.
Desde entonces, ese lugar se convirtió en su refugio. Pasaba horas allí, observando el mundo. Algunas veces, los atardeceres se teñían de púrpura y rosa, mientras que otros días, el naranja ardiente incendiaba las nubes del horizonte.
Fue en una de esas puestas de sol que la idea de estar condenada a ese encierro, sin recordar nada de su pasado, comenzó a pesarle mucho menos. La simple idea se movió de su cabeza a su corazón.
Incluso en ocasiones, se levantaba antes que los demás para observar el amanecer y, una mañana, mientras tomaba notas mentales sobre cómo los rayos de luz atravesaban las nubes y se perdían en la lejanía de los muros que la rodeaban, se quedó dormida y cayó al suelo desde una altura de tres metros.
Fue como si el impacto la dejase sin una chispa de aire en los pulmones, y allí se quedó, luchando por inspirar, por espirar, por lo que fuera.
Esa misma sensación la envolvía ahora. Intentó recordar como respirar, pero no pudo hacerlo. Estaba aturdida, y la última imagen de Thomas no dejaba de rebotar en las paredes de su cráneo.
Fue entonces cuando sintió que alguien la agarraba del brazo. Su mente embotada apenas pudo registrar que se trataba de Newt. La sostenía con preocupación, como si temiera que se desmayara en cualquier momento.
Las lágrimas le nublaron la vista y comenzaron a brotar de sus ojos sin control. No podía entenderlo. Thomas estaba allí, la había besado antes de dejarla. Le había dicho que la amaba.
Lo peor era que ella no pudo decirlo de vuelta, y el hecho de que ya no podría decírselo nunca más comenzaba a atormentarla.
Todo había ocurrido tan rápido, tan confuso y borroso, como un mal sueño del que no podía despertar. Era completamente inesperado, y el dolor en su pecho era tan agudo que parecía como si un cuchillo afilado lo atravesara una y otra vez.
Todo a su alrededor comenzó a sonar como si estuviera bajo el agua, como si el mundo entero se hubiera sumergido en un mar profundo y oscuro. Los sonidos le llegaban de manera distorsionada, como ecos distantes y apagados. Las voces de los demás eran apenas murmullos lejanos que apenas podía comprender.
Sin embargo, lo único que persistía era el dolor, latente y punzante. Se sentía dopada, desconectada de la realidad, como si estuviera flotando en un limbo entre la vida y la muerte.
