"𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 𝐝𝐢𝐝 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 𝐡𝐞𝐫𝐞, 𝐧𝐨 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐰𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐢𝐭 𝐛𝐞..."
Tras evadir las paredes del Laberinto, Grace creía estar a salvo de las garras de CRUEL. Sin embargo, su refugio en un nuevo comple...
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xxi. ii'l do whatever it takes
El sol se había retirado tras el horizonte, dejando tras de sí un rastro de frío que se filtraba con crueldad a través de la abertura en la pared haciendo tiritar al grupo de jóvenes, pero el calor de la fogata que habían encendido los envolvía en una tibia protección.
Grace se encontraba tumbada cerca de una pared, un poco alejada del resto de sus amigos, los cuales habían comprendido su necesidad de estar sola, mientras conversaban sobre un tema que no había logrado entender, y ni siquiera intentaba. Su mente seguía obsesionada sobre lo ocurrido con Newt.
No quería ceder a las palabras del británico. Aceptarlo en voz alta supondría comenzar a convertir la muerte de Thomas en algo definitivo, irreparable. Y se rehusaba a hacer tal cosa. Pero fue entonces que, mientras seguía dándole vueltas al tema, Grace pensó que hasta entonces Thomas nunca la había hecho esperar.
Él siempre lo arriesgaba todo para verla, para estar con ella. Siempre había sido así, ¿por qué ahora era diferente?
La única explicación posible a que Thomas no saliese de ese edificio cuando ella lo había llamado a gritos, como si su vida dependiera de ello, era que de verdad no podía regresar, que era verdad que estaba...
No.
Las voces de los demás se mezclaban en un murmullo indistinto mientras compartían aquella cena improvisada.
Las "delicias" que Jorge les había traído, resultaron ser frijoles de lata y algún tipo de salchicha. Según él, la etiqueta estaba escrita en español. Aunque los alimentos estaban fríos, Grace los encontró más sabrosos que cualquier manjar que hubiera probado en su vida, devorándolos con avidez, saboreando cada bocado con una intensidad que creía haber perdido para siempre.
Sin lugar a dudas, prefería mil veces aquel modesto festín que a las bolsas de frutos secos que había consumido en los días anteriores.
Siguió luchando durante la cena por apartar la última imagen de Thomas de su mente, por no pensar, pero tenía que hacerlo. No había escapatoria de la sensación de culpa que seguía carcomiéndola. Ella tenía la culpa de que Thomas hubiera muerto; todo era culpa suya. Si tan solo hubiera insistido un poco más, si hubiera seguido sus instintos, las cosas podrían haber sido completamente diferentes.
Era insufrible, no quería pensar en ello, no podía aguantarlo. Dentro de ella había un terrible vacío que no deseaba sentir ni examinar; un oscuro agujero donde antes estaba Thomas, un agujero del que Thomas se había desvanecido; no deseaba estar sola con aquel enorme y silencioso vacío, no lo soportaba.
Pronto, el sentimiento de culpa que llenaba el agujero que Grace tenía en el pecho, una especie de monstruoso y pesado parásito, empezó a retorcerse y contorsionarse. Grace ya no podía más, no soportaba ser quién era. Nunca se había sentido tan atrapada por su propia mente y por su propio cuerpo, y nunca había deseado con tanta intensidad ser otra persona o tener cualquier otra identidad.
