Capítulo 51

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Despertarse viendo el rostro de Jisoo fue algo que se convirtió en rutina en la vida de Rosé después aclarar lo que ella sentía por la mujer zorro.

Era imposible no ponerse nerviosa cuando veía lo hermosa que es cuando duerme, su respiración era tranquila y pausada, sus orejitas a veces se movían y tuvo que reprimir una risita, con cuidado extendió la mano y acarició esas suaves orejas, eran muy agradables contra su piel.

—Tus gentiles caricias me inducen a pensar que aun sigo soñando, aun cuando sé que estoy despierta—susurró Jisoo con suavidad—. Mi error, estar contigo es un sueño lúcido, mi dulce Primavera.

—¿Por qué dices cosas tan bonitas tan temprano?—se giró para que no vea su rostro sonrojado.

—Porque sería un delito capital no alabar tu existencia cada que despierto al observar a mi hermosa humana—sonrió al ver que sus palabras provocan timidez.

Rosé se puso la mano en el pecho tratando de tranquilizar su alborotado corazón, de pronto unas cálidas colas envolvieron su cuerpo y sintió un caliente aliento impactar su oreja. La australiana se volteó aun cuando la cara le ardía, con rapidez tomó su rostro y besó sus labios en forma de corazón, rio bajito al ver como las colas se movían de la emoción.

—Tal vez no pueda decir palabras tan bonitas como tú, mi amor—con los dedos delineó su perfilado rostro—. Pero quiero que sepas que te quiero, qué me gustas tanto que no sé cómo pude estar viviendo sin conocerte—besó su naricita.

—No necesito que tengas un vocabulario extravagante para entender que me quieres de la misma manera que yo lo hago—anunció con su sonrisa zorruna—. Porque sé que lo haces cuando me ves con tus profundos orbes azules qué brillan cuando me miran, sí, como justo ahora—la mirada era resplandeciente—, o cuando me dices palabras bonitas de acuerdo a tu época, yo sé que lo haces, simplemente lo sé.

Los orbes dorados de Jisoo captaron cuando su humana se apegó a ella hasta esconder su rostro en el cuello, la risita no tardó en salir, pero no dijo nada y se concentró en disfrutar de aquel momento.

—Hueles a cachorrito—dijo Rosé acercando más la nariz al cuello.

—¿Cachorrito?

—Sí, los animalitos cuando son bebés tienen un aroma peculiar, a mi me gusta mucho—aspiró el aroma una vez más—, por eso eres mi bebé.

—Es algo extraño al tener en cuenta la edad que tengo, pero me gusta cuando lo dices, me gusta ser tu bebé y tu amor—con el dedo pulgar con movimientos lentos acarició su cintura.

—¿Cuántos años tienes?—inquirió alejándose un poco para ver sus ojos.

—¿Conoces la dinastía Joseon?

—Sí, es la dinastía más importante de Corea del Sur, tuve que estudiarlo—no quería quedar como ignorante ante los coreanos.

—Yo nací antes de esa dinastía, podrás darte una idea de cuantos años tengo—continuó moviendo su pulgar.

—Espera, espera, si mal no recuerdo la dinastía de Joseon se fundó en 1392—abrió bien los ojos—, si dices que es antes de eso, entonces...

—Gozo más de un milenio de vida, pero si deseas la cifra exacta, nací en el año 995 antes de Cristo en la ciudad de Gumpo, como hoy en día se le conoce—reveló con un toque de diversión al ver como su humana se le cayó la quijada de la impresión.

—Mi bebé es una gumiho de más de mil años, estas viejita, mi amor—se rio al ver como torció el rostro.

—Querrás decir que soy sabia, esa es la palabra adecuada—se inclinó a besar sus ojitos.

YōkaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora