C A P Í T U L O 10

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Bajé la tapa de mi laptop, me incliné al espaldar de la silla y cerré mis ojos mientras un suspiro ―que evidenciaba el cansancio que tenía― salía expulsado de mis labios.

Masajeé el puente de mi nariz y froté mis ojos cansados por haber estado horas mirando la pantalla de mi laptop para organizar el horario de la carrera que estudiaría de forma virtual. Apenas había entrado al servidor de la universidad esa semana para cerciorarme de que no tenía actividades pendientes.

Revisé todos los cursos disponibles y realicé un pequeño cronograma de estudio en base a las materias que requerían más tiempo, así como también descargué al menos las primeras unidades de cada asignatura para irlas estudiando.

Realizar dos carreras de forma simultánea suponía todo un reto para mí, por lo que quería que todo saliese la perfección y sin ningún contratiempo.

Si debía comenzar de cero, al menos intentaría equilibrar el tiempo que había perdido, sacando dos carreras a la vez.

Sentía que esa era la manera de sentirme menos culpable conmigo mismo.

Peiné mi cabello hacia atrás y luego de estirarme en la silla, me levanté para tomar una rápida ducha. Mientras seleccionaba la camiseta que usaría, inspeccioné la hora en el reloj que estaba en mi escritorio para notar que tenía el tiempo suficiente para ir un rato a la biblioteca y pasar algunas horas allí.

Había organizado la mayoría de mis materias y ya había acabado con los pendientes de cada una, por lo que salir a relajarme no sonaba como una mala idea. Desde que había comenzado a estudiar con Jared la materia que me quebraba la cabeza, el estrés se redujo de manera significativa.

Jared tenía una paciencia increíble para explicarme lo que me costaba entender, aunque aquello se lo atribuía a la enorme empatía que debía tener la mayor parte del tiempo con su gemelo.

Cuando Jared me dijo que acostumbraba a lidiar con idiotas, no había estado tan equivocado, porque era imposible no notar lo infantil que James era la mayor parte del tiempo.

Sequé mi cabello, tiré la toalla a la cama y comencé a vestir la ropa que había seleccionado para usar. Me detuve frente al espejo una vez culminé y comencé a peinarme, teniendo especial cuidado con mi copete.

Una vez satisfecho, revisé mi imagen completa y con una sonrisa me dirigí hacia la puerta con llaves y cartera en mano. Bajé las escaleras con calma, oyendo voces provenir de la cocina, por lo que me dirigí al lugar, encontrando a mamá y Addison hablando de forma animada mientras la melliza arreglaba sus uñas con un montón de productos regados alrededor de ellas.

—Hey, mamá, saldré un rato a la biblioteca —informé mientras detallaba cada esmalte esparcido en la mesa.

—Está bien, cariño. Ten cuidado.

—Y asegúrate de no regresar —rogó Addison, sin mirarme, concentrada en aplicar de forma adecuada la pintura.

—Ya quisieras.

Di media vuelta y salí de casa lo antes posible para aprovechar el tiempo en la biblioteca. Recorrí las calles sin prestar mayor atención a mi entorno y saludé a la bibliotecaria como se me había hecho costumbre las últimas semanas.

Caminé por los extensos pasillos y me detuve cerca de las estanterías de fantasía con la esperanza de encontrar una nueva lectura que fuese capaz de captar mi interés.

—Tal parece que nos encontramos de nuevo —susurró una voz cerca de mi oreja, provocándome un leve estremecimiento.

Giré en mi lugar de forma presurosa y pegué mi espalda al librero cuando el rostro de Jared se encontró extremadamente cerca del mío. Llevé mi mano a la oreja y la acaricié para eliminar la sensación cosquilleante que el cálido aliento del gemelo había dejado en mi piel.

El enigma de Derek  [P#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora