C A P Í T U L O 17

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Acomodé la camisa dentro del pantalón e hice un par de movimientos para comprobar que me sentía cómodo, antes de observarme en el espejo y hacer una mueca llena de inconformidad por la forma en que me veía.

Por alguna extraña razón, me sentía frustrado por la imagen que proyectaba. Lucía demasiado inocente para mi gusto y ningún cambio de ropa que había hecho, lograba que la percepción que tenía sobre mi apariencia cambiara.

Observé con atención mi vestimenta, evaluando los cambios que podría hacer para verme más... ¿sensual? No estaba seguro de lo que quería lograr, pero mordí mi labio inferior cuando una idea cruzó por mi cabeza.

Por ello, sintiéndome atrevido, saqué la camisa del pantalón, desabroché los primeros tres botones y peiné mi cabello con los dedos hasta que quedó decente. Sonreí satisfecho y algo avergonzado ante la imagen que proyectaba, pero luego esa sonrisa se borró cuando pensé en la razón por la que actuaba de esa forma.

Nunca me importó proyectar algún tipo de imagen ante los demás. Siempre fue más importante ser yo mismo y no comprendía qué había cambiado para querer lucir diferente.

O tal vez lo sabía, pero me daba miedo admitirlo en voz alta porque de esa manera sería más real.

Sin darme tiempo a reflexionar sobre mi inusual forma de actuar, la puerta de mi habitación se abrió, mostrando a una Addison completamente arreglada que me miró de arriba abajo con sorpresa, antes de silbar en señal de aprobación.

—¡Maldición, Derek! —Continuó analizándome sin perderse ningún detalle—. Te ves caliente

Mis mejillas se calentaron al instante, pero me negué a mostrarle lo que sus palabras me causaban, por lo que me dirigí a la mesita de objetos personales. Me apliqué un poco de loción y coloqué un reloj en mi muñeca, antes de salir de la habitación completamente avergonzado por los halagos que continuaba soltando mi hermana mientras me seguía.

Aunque llegar a la sala no fue mejor cuando mis padres y Andrew se unieron a ella, silbando o halagando mi apariencia. Solo daba gracias al cielo porque Michael no estuviese cerca ―por salir a quien sabe dónde―, porque estaba seguro de que también hubiese tenido algo que decir al respecto.

Tomé las llaves de mi auto, minutos de bromas después, y salí con mis hermanos en mi auto al lugar de encuentro que acordamos entre todos para que fuese más fácil ubicarnos.

Andrew y Addison estaban eufóricos por la noche que nos esperaba, pero yo no podía compartir la misma emoción que ellos, mientras apretaba el volante en mis manos para canalizar el nerviosismo que se negaba a salir de mi cuerpo a causa del revoltijo de pensamientos que tenía en la cabeza.

Mientras intentaba mantener la mirada fija en la calle, podía sentir la forma en que mi corazón parecía estar a punto de salir de mi pecho o como la vena en mi cuello palpitaba al compás de mis latidos debido a la adrenalina que corría por mis venas, aunque no por la misma razón que los mellizos.

Intenté tranquilizarme, realizando pequeños ejercicios de respiración, procurando que los mellizos no notaran mi creciente ansiedad. Me removí en mi asiento cuando vislumbré la entrada del lugar que había indicado Addison y suspiré cuando comprendí que ya no había vuelta atrás.

Llegué al dichoso club y conduje por el estacionamiento hasta encontrar el lugar vacío que reservaría mi hermano mayor para que nuestros autos estuviesen juntos. Tragué grueso cuando noté que los Miller ya se encontraban allí junto a Michael y sequé mis manos en la tela de mis pantalones, antes de salir junto a los mellizos que no pudieron esperar a causa de la emoción.

Le dirigí una sonrisa nerviosa a Stephen cuando me saludó con un asentimiento y seguí a los chicos cuando caminaron a la entrada, sin ser capaz de mirar o saludar a alguien más.

El enigma de Derek  [P#2]Where stories live. Discover now