I fell in love with the devil

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—¡Papi! ¡Papi! —Valentina corrió a toda velocidad en cuanto vio a León cruzar la puerta de entrada— ¡Necesito una calabaza!

—¿Qué pasa mi amor? —el hombre atrapó a la pequeña de cinco años que se aventó a él— ¿Por qué necesitas una calabaza?

—¡Mira, mira! —le extendió una hoja a su padre donde se veía un dibujo muy colorido— ¿lo ves?

—¿Qué es eso mi amor? —preguntó León lleno de curiosidad, se podía ver a una pareja cerca de un arco de flores, algunas personas alrededor y lo que parecía un pastel— ¿Eso es una fiesta de cumpleaños?

—¡Es una boda papá! —la pequeña Valentina agitó la hoja frustrada de que su padre no entendiera.

—¡Oh, una boda! —León al fin le encontró forma al dibujo de la menor— ¿somos tu mami y yo?

—No son mami y tú —refunfuño la niña, sin entender por qué se le complicaba a su papá ver lo que ella dibujó tan precisamente.

—Cielo, mejor pregúntale de quién es la boda -Lucia apareció en la sala de estar con una sonrisa en la cara, en cuanto su hija desapareció a la velocidad de un rayo supo que su marido estaba en casa— te vas a sorprender —le guiño un ojo.

—¿De quién es la boda mi pequeña? —León ya imaginaba por donde iba la cosa, su hija era una soñadora incansable que leía cuentos de príncipes y princesas e imaginaba muchas historias donde resultaba ser la protagonista— ¿acaso es tuya?

—¡Si papá! —la sonrisa de Valentina fue tan grande y resplandeciente que León no pudo evitar reírse —aquí estoy yo con este vestido largo largo y aquí está mi príncipe con su traje azul —la niña señalo lo que decía.

—-¡Vaya! Todo tiene sentido ahora hija —León amaba escuchar a su pequeña— aunque estás muy chica para pensar en casarte —era un padre celoso, no podía negarlo.

Valentina ignoró su comentario, perdida en lo que sería la boda de sus sueños.

—Aquí están las flores blancas y amarillas que van a adornar todo el lugar —seguía deslizando sus pequeños dedos sobre la hoja, señalando todos los detalles que quería para ese gran día —y el carruaje que... ¡Papá necesito la calabaza! —de pronto su hija parecía preocupada.

—No me has dicho para que hija —él solo pudo ver como su esposa reía.

—¡Para que mi hada madrina lo convierta en carruaje! —para la pequeña todo tenía sentido.

—Claro, claro —León bajo a su hija menor para tomarla de la mano y dirigirse al comedor— te conseguiré la calabaza al rato, por ahora sígueme contando de tu boda mientras almorzamos cariño.

—Es hora de hablar del príncipe papi —susurró la pequeña castaña con los ojos azules notablemente emocionados —va a ser tan guapo y bueno como tú.

—Por supuesto Vale —se detuvo para depositar un beso en la frente de su hija—, va a ser un buen hombre y muy inteligente si está contigo.

—Pero, sobre todo, la persona que este contigo te va a cuidar y amar mucho, mucho —añadió Lucía mientras los tres caminaban al comedor, una mirada curiosa de León cayendo en ella—. Porque lo más importante es que te ame con todo el corazón —apretó el brazo de su esposo con seguridad, transmitiéndole todo solo con la mirada.

León asintió, porque su esposa tenía razón, lo que él anhelaba en la vida es que sus hijos fueran totalmente felices y plenos con quien ellos decidieran estar.

Estaba en míWhere stories live. Discover now