It was in me 2/2

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Trigésimo

El aire alborotaba sus cabellos castaños y a ella le importaba poco, a pesar de que con cada ventisca se acercaba más a probarlos. Los rayos de sol dando directo en su cara, todavía de una forma suave debido a la hora del día y el calor, expandiéndose por todo su cuerpo, llenándola de gozo.

Recordándole lo más importante, que estaba viva.

—He decidido que es momento de darte de alta —Clau cerró la libreta que fue una constante en cada sesión—. Has logrado tus cometidos y alcanzado tus metas. Ahora tienes las herramientas para enfrentar el mundo exterior y hacer lo que quieras.

—¿En serio? —para Valentina le resultaba increíble creer que el gran día había llegado.

—Por supuesto, —la mujer asintió con cariño, pues fue su acompañante en un proceso que le llevo dos años y cuatro meses completar—. Puedes continuar con la psicoterapia, pero por motivos diferentes a los que tratamos aquí y en un lugar diferente.

—Vaya —la castaña parpadeó sorprendida.

—Felicidades, Valentina —Claudia le tendió una libreta personalizada—. En lo que decides que hacer, te obsequio esta agenda para que plasmes tus pensamientos cuando lo necesites. Disfruta tu momento hoy y siempre.

Cerró los ojos durante un momento, meditando en lo afortunada que era de estar allí. Disfrutando de todo lo que la rodeaba. Lo maravilloso de hacer lo que le gustara. Abrió los brazos, dando la bienvenida a la nueva oportunidad de ser feliz, de sentirse amada y querida con sinceridad, de la forma correcta. Más de lo que ya lo era.

—Escuché que lo conseguiste —Martha y Kelly aplaudieron en cuanto la vieron cruzar la puerta principal del edificio—. Muy bien, Valentina.

—No lo hubiera logrado sin ustedes —la ojiazul se acercó para brindarles un abrazo a cada una—. Gracias a su apoyo y paciencia.

—Tonterías —menosprecio Martha el comentario—. El trabajo lo hiciste tu solita.

—Ustedes me brindaron un lugar seguro —Valentina se llenó de sentimiento—. Por cada canasta de despensa fuera de mi puerta —sostuvo con fuerza la mano de Kelly—. Y por cada regaño para sacarme de mi cabaña—apretó la mano de Martha.

—Eres libre, cariño —la señora Valdés palmeo el hombro de la menor con la mano disponible—. Estoy muy orgullosa de ti.

Sobre decir que necesitaron algunos pañuelos posteriormente.

Sabía que en casa la esperaban personas que la apoyaban y que hicieron hasta lo imposible para que su presente fuera el indicado, pero sobre todo que existiera un presente. Pero su estancia aquí amplió su círculo social con personas magníficas a las que llevaría presentes en su corazón a diario.

—¡Ha quedado listo! —Valentina bajó la escalera con sumo cuidado—. ¿Qué te parece?

—Es asombroso, mi cielo —a Juliana le fue imposible apartar la mirada de la pared.

—Recordé cuando fuimos al acuario —la ojiazul analizó su trabajo—. De ahí saque la inspiración.

—Les va a encantar —la morena pasó su brazo alrededor de la cintura de su novia, atrayéndola para dejar un beso en su sien—. Mi mamá seguramente va a llorar de la emoción.

—¡Debemos ir por todas! —saltó emocionada Valentina—. Pero primero vamos a cubrirlo.

Entre las dos, colocaron con cuidado una cortina para el toque de misterio y sorpresa. Corrieron en busca de cada una de las chicas del refugio. Valentina necesitaba enseñarles su creación. Su primera obra fotográfica después de su lucha para volver a reconectar.

Estaba en míWhere stories live. Discover now