Darlin

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Décimo mes

Recordaba perfecto lo que sucedió hace un año.

Que un día especial fue como cualquier otro, porque la importancia recaía en la fiesta de compromiso y la boda que se gestaba. Ni su prometido ni sus futuros suegros fueron capaces de felicitarla. Su familia y amigos mandaron mensajes o realizaron llamadas en las que fue incapaz de demorar, pues necesitaba encontrar el mejor servicio de catering posible.

Parecía que su cumpleaños jamás ocurrió el año pasado. Ya que se encargó de alejar a quienes amabas y se mantuvo cerca de quienes nunca la amaron.

Así que cuando abrió los ojos, siendo consciente de la marca en su calendario, decidió que emocionarse no la llevaría a nada. Dudaba que alguien recordara la fecha y porqué resultaba especial para ella. Según recordaba, sus nuevas amigas carecían de la información sobre su nacimiento.

Nunca las culparía por ignorarlo. Después de todo, si alguna vez hizo mención, seguramente fue cuando le costaba entablar conversaciones adecuadas y frases completas con alguien. Si es que lo dijo.

Se desperezó lo suficiente para iniciar su día. Tratando de dejar de lado lo que no fue hace un año y lo que no sería en este. Debía estar agradecida del mejor regalo, su vida. Podría estarse contando una historia diferente si no hubiera tenido el valor de correr lejos de Jonathan y sus ideas prehistóricas. En una vida paralela, sus allegados estarían recordándola con cariño y lástima. Pensando en la Valentina que fue y como su vida acabo siendo tan joven.

Sacudió la cabeza con fuerza, dándose cuenta de la línea de pensamientos que estaba tomando. En definitiva, debía pensar en lo bueno y lo feliz. Y no en lo que nunca ocurrió para suerte suya.

Se movió dentro de la cocina con la familiaridad adquirida después de tantos meses. Rebuscó en su refrigerador ingredientes para prepararse algo de desayunar. Su única opción viable, un omelett de queso. Añadió a su lista que necesitaba ir de compras para sobrevivir durante la semana.

Considerando la situación, les propondría a las chicas que la acompañaran a hacer la despensa. Incluso si celebrar realmente su día, quería estar rodeada de las personas a las que apreciaba y con las que se sentía cómoda.

Las conocía lo suficiente para saber que estarían de acuerdo. Los pretextos para salir abundaban, así que ¿por qué no? Pensó en que otras actividades quería hacer con las demás. Quería aprovechar la salida en su totalidad.

Mientas batía los huevos, se desganó un poco al recordar la ausencia de Juliana. Pues había partido días atrás hacia la ciudad y según lo que le explicó, regresaría todavía dentro de una semana más.

—A todo esto, me he estado preguntando, ¿a qué te dedicas? ¿En qué trabajas, Juls? —llevaban hablando gran parte de la tarde desde que Juliana llegó de su viaje, cargando algunas bolsas para el almuerzo —. Cuando tu madre me habló de ti, comentó que eras una chica de negocios.

Valentina se permitió con toda confianza indagar un poco más en la vida de la morena. La última vez que compartieron a solas, le dejó en claro que estaba dispuesta a ofrecer lo mismo que recibía, respeto y amabilidad algunas de ellas. Ambas acordaron reunirse al menos una vez al mes, para conversar y conocerse un poco más.

—Mmm, una chica de negocios, ¿eh? —Juliana negó divertida ante aquella información —, mi madre sí que sabe mantener el suspenso. En realidad, me titulé en administración de empresas, cuento con un pequeño despacho cerca de mi casa en el pueblo. Me he dedicado a llevar algunas empresas locales y otras no tanto, pero todo con tranquilidad.

—¿Por eso te ausentas a veces del refugio? —cuestionó la ojiazul inmersa en la conversación—¿Por las empresas que no son locales?

—¿Acaso me tiene vigilada, señorita Carvajal? —lejos de parecer ofendida, Juliana lucía satisfecha y complacida ante eso.

Estaba en míWhere stories live. Discover now