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Cuando una de las cuidadoras abrió la puerta del ático con fuerza Dick se esperaba una fuerte reprimenda. Tan rápido habían notado que rompió una tubería por hacer una de sus acrobacias? Mínimo el beneficio de la duda le podían dar si no había pruebas contra él.

Pero no, la Señorita Anna no venía a regañarlo sino que arrastraba a un niño del brazo para empujarlo hacía donde estaba Dick y luego volver a cerrar la habitación con furia.

— inesperado — murmuró Dick tomándose un momento para mirar al que parecía su nuevo compañero de cuarto.

Más joven que él, once años de edad probablemente. Cabello negro ojos azules con un toque verde. Ropa parecida a la de todo el resto de los niños.

— que hiciste para terminar aquí? — preguntó. Tenía que saber, si este ático se iba a volver el dormitorio de los marginados mínimo tenía que estar a la altura de lo que hizo Dick y el candelabro.

— le dije la Señorita Anna que pensaba que era una zorra nada más cuando venía a cuidar huérfanos, no también afuera.

— eso no parece suficiente para acabar aquí. El castigo más certero no es quitarte los postres de la comida?

— Eso pensaba yo, pero creo que le molestó fue encontrarme en Crime Alley robando.

— Qué?

— que de Qué?

— Estabas en el barrio más peligroso de Gotham robando?

— Pues sí, tienes alguna enfermedad que te hace decir cosas obvias?

Dick decidió ignorar el comentario

— cuántos años tienes niño?

— díez — contestó con orgullo.

Dick no era religioso, pero quería rezar en este momento.

— En que rayos estabas pensando para ir a ese lugar y arriesgar tu vida de esa manera! Estás loco niño!? Podrían haberte matado!

El niño chasqueo la lengua con fastidio.

— Por qué todo el mundo exagera?

— no es exagerar es tener sentido común.

— crecí en Crime Alley, se manejarme allí.

— eso no es excusa para hacer semejante idiotez.

— enserio el niño candelabro me está regañando por ser estúpido?

Dick tuvo que tragarse sus palabras.

— Soy Richard Grayson. No niño candelabro. Cómo te llamas tú, mini ladrón?

— no soy mini ladrón, soy Jason, Jason Todd.

— Bueno Jason, bienvenido al ático — Dick hizo un exagerado movimiento mostrando todo su alrededor, como si estuviera dando la bienvenida a un nuevo acto de circo importantísimo y no un triste ático — mientras los demás niños tienen frío nosotros moriremos de hipotermia, cuando haga calor nosotros sentiremos el piso quemar nuestros pies. Hazte amigo de las arañas porque si no lo haces te verán como el enemigo, no te asustes si escuchas algún ruido solo es el crujido del techo y las paredes.

— un lugar muy encantador.

— efectivamente, el sueño de todo huérfano.

— solo falta unas ratas y será el cuento de hadas perfecto. Oh, no, mira si hay ratas. Ya todo es oficialmente perfecto.

— Ratas!? Dónde!? Que asco, que asco, que asco — Dick se había lanzado dando un salto asustado hasta una de las camas de arriba — odio a los roedores, los odio, no puedo con ellos, en el circo teníamos muchos gatos para tener cuidado con ellos. Por favor, donde está un gato cuando se necesita? Mi vida no puede terminar así, si me llega a rozar una de esas cosas me quemare esa parte del cuerpo — Dick prácticamente sollozaba sosteniendo sus piernas muy cerca de su pecho y murmuraba como poseído—  cómetelo a él! Soy muy bello para morir! Escuchaste!? A él, no a mi!

Jason se reía pero paro enseguida reconociendo lo que dijo Dick.

— Acabas de ofrecerme en sacrificio a una rata?

— ...no?..

— no hay ninguna rata estaba jugando.

— .... Si, lo sabía, yo también estaba jugando.

Richard bajo de la litera mientras pasaba su cabello hacia atrás nerviosamente.

Aún miraba el suelo con ojo crítico y paranoico.

— no hay ninguna rata, puedes relajarte?

— éstoy relajado! — por supuesto que no lo estaba pero había que mantener algo de dignidad.

La organización fue fácil, a Jason no le interesó quedarse sin almohada, afirmaba haber dormido en lugares peores y que este ático era un hotel cinco estrellas.

— eh... buenas noches Jason. — hace tiempo que no le daba las buenas noches a alguien, era... Raro.

— noches.

Su nuevo compañero ni parecía estar en la cama bajo la suya, ni un sonido hacia. Dick solo escuchaba la brisa que hacía golpear las ventanas de sus marcos y los crujidos de las paredes.

Pero luego a mitad de la noche fue que lo escuchó. El débil sollozo de Jason no lo hubiera escuchado si hubiera estado dormido, para mal o para bien estaba despierto y pudo detectar al más joven llorar.

Dick se debatió entre decir algo o dejarlo pasar. A nadie le gustaba que lo descubrieran llorando, más aún si ese alguien es un extraño.

Finalmente, Dick decidió cerrar los ojos e ignorar al niño en la cama de abajo. De todos modos, no sabía ni que decirle.

Tres Pequeños Corazones Where stories live. Discover now