Á𝐍𝐆𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐎𝐓𝐄𝐂𝐓𝐎𝐑

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Capítulo 8

Los presurosos pies de Molko corrieron hacia el pasillo donde se encontraba la habitación de su hermana Anya.

Aunque Valko devolvió a su hermano al castillo con la esperanza de que este dejara de beber, él continuó haciéndolo en su habitación. Una vez estuvo lo suficientemente ebrio, tuvo una punzada en su corazón que lo impulsó a querer hacer un acto sin medir la razón del mismo.

Ir por su hermana y hacerle saber cuánto la aborrecía por haberlo condenado a un matrimonio del que él no quería participar, pero debía hacerlo por el deber.

Con copa en mano, Molko llegó a la habitación de su hermana, él empujó fuertemente la puerta cayendo al suelo con fuerza por la misma brusquedad y fuerza que ejerció para abrirla y Anya se sobresaltó al ver a su hermano tendido en el suelo riéndose de su misma torpeza.

—¿Molko estás bien? —Anya preguntó preocupada.

El rubio reía y, apoyándose sobre sus brazos, alzó su vista hasta Anya y dijo: —¡Maldita, esto es tu culpa!

—¿Qué? ... Pero yo no... Tú te caíste —habló ella con evidentes nervios.

Él se incorporó. —Me caí porque vine aquí a reclamarte por haberle dicho a padre que nos casara, si no lo hubieras hecho, ¡yo no estaría aquí!

—Molko yo no le pedí eso a padre.

—¡Cállate! —gritó él con furia—. Arruinaste lo único en lo que tenía potestad como príncipe y futuro rey, niña estúpida caprichosa. 

Anya lloraba viendo la agresividad de las palabras de su hermano. —¡Ya basta Molko me haces daño!

—¿Te duele? —preguntó con rabia— ¡Pues que bueno que te duela!, siente algo de lo que yo siento, porque si yo seré infeliz, aquí seremos infelices los dos.

Molko se le fue encima a su hermana en un impulso por arrancarle su vestido de dormir, pero ella empezó a defenderse tratando de golpearlo mientras imágenes de su hermano Molko siendo lindo y amable con ella años atrás invadieron su mente.

Él sonriéndole mientras le hacía figuras de papel.
Él enseñándole a montar en su caballo.
Él corriendo con ella por el jardín del castillo a pies descalzos.
Él dándole un beso en la mejilla mientras ambos reían.
Él viendo con gracia como ella se burlaba de su torpeza al entrenar.

El forcejeo continuaba y aquellas imágenes de una infancia linda se comenzaron a desvanecer para que se avivaran los recuerdos de:

Él protestando por el compromiso con desprecio en su rostro.
Él gritándole groserías a ella argumentando que ella lo había pedido.
Él escupiendo en su presencia para que supiera cuánto le aborrecía.
Él y su mirada asesina sobre ella todo el tiempo.

Y de repente pensó en Valko. La imagen de Su hermano invadió su mente y pensó que talvez, solo él podía ayudarla. Anya pateó a su hermano fuertemente con su rodilla en su entrepierna y se zafó de él para correr fuera de la habitación con su vestido rasgado, mientras Molko se quejaba del dolor tendido en el suelo.

Ella llegó a la habitación de su hermano asustada, mirando a todos lados, rogando que Molko no la hubiera seguido, y tocó la puerta de madera con desesperación una y otra vez, hasta que Valko abrió. Al verla en ese estado, él no tardó en preguntarle qué había sucedido, mientras ella se adentraba en sus aposentos y él cerraba la puerta.

Anya cayó al suelo mientras lloraba amargamente y Valko se hincó para preguntarle de nueva cuenta  qué había sucedido y entre dolorosas y vastas lágrimas, ella le contó lo que había pasado con Molko. Con una fuerte carga de ira, Valko intentó correr en busca de su hermano para aleccionarlo, pero Anya le pidió que no la dejara sola aferrándose a él y su necesidad de mantenerla tranquila le ganó. El peliblanco cargó a Anya en sus brazos, la posó sobre su cama y le susurró con una voz cálida: “descansa, aquí nada malo te pasará”.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐈𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐒𝐈𝐀 Where stories live. Discover now