No fue idea mía

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Los Ángeles, California.
Agosto 31, 2022.

Alex.

Han pasado exactamente tres meses desde que me dispararon en la gala y fui recluida a una habitación de hospital.

Hace un mes empecé con la rehabilitación para la pierna, pues el daño que recibí fue bastante grande.

Durante este tiempo, Victoria, Marc y Summer fueron los únicos que me visitaron (aunque la de Vic fue más bien una estadía prolongada.), y en cada visita salían un tema y un problema distinto.

Durante las visitas de Summer lo que más hemos hecho es charlar sobre nosotras mismas. Nuestro lado más narcisista fue el protagonista de cada una de nuestras conversaciones. Gracias a esto, ahora sé los pequeños detalles que pocos conocen sobre ella.

Ahora sé que tiene veintiocho años, que su piedra preciosa favorita es el safiro y su color favorito viene de esta (también me confesó que por eso ama el color de mis ojos), odia tener que llevar el trabajo a casa, le gusta hacer favores a la gente en la que confía, no es buena con la comida picante pero aún así le gusta, le gusta observar el atardecer en la playa pero que no le gusta meterse al mar, es alérgica a los mariscos y que odia, por sobre todo, ver que cuando sale con alguien, le preste más atención al celular en lugar de al momento que están disfrutando juntos.

Aprendí todos esos pequeños detalles a la perfección y muchos más que la hacen ser ella misma.

También me di cuenta que durante esas casi tres horas diarias que pasamos juntas, nuestra relación ha cambiado mucho y creo que lo que siento por ella también. Me encantaría que ella también sintiera una mínima parte de lo que yo siento.

—Ya debes estar cansada de verme entrar en la habitación día tras día.—rio Summer.

—Por suerte será el último día.—suspiré con alivio fingido.—Por fin me dieron el alta, así que ya no tendrás que molestarte por averiguar si comí o no.—rodé los ojos.

—No puedes culparme.—se quejó ella.—Hubo días en donde apenas podías mirar la comida sin rechazarla al instante. Tenía que asegurarme de que te alimentarías de la manera adecuada.

—Vic ya se estaba encargando de eso.—me encogí de hombros riendo.

—Si, claro.—volteó los ojos.

Terminé de recoger las pocas cosas que me trajeron para mantenerme entretenida durante el tiempo que pasé aquí, como mis libros y mi iPad. Estuve intentando trabajar desde el hospital, pero no funcionó.

—Da igual. Ya no tendrás que preocuparte por mí.—me encogí de hombros.

Salí casi saltando sobre una pierna porque el dolor no me permitía caminar bien. El doctor dijo que podía usar muletas en caso de que me cansara de andar saltando por ahí, pero me negué rotundamente al saber que no usarlas podría acelerar el proceso de rehabilitación. Aunque también significa soportar el dolor porque no puedo tomar las pastillas en cualquier momento.

—Deberías usar las muletas.—sugirió Summer.—No creo que ir saltando por ahí sea la mejor opción.

—Ya te dije que no las voy a usar.—le respondí volteando hacia ella.—Quiero volver a caminar lo más pronto posible. Tengo mucho trabajo acumulado incluyendo reuniones. Se vería muy poco profesional de mi parte usar las muletas, sin mencionar, que no combinan con ningún traje formal que pueda conseguir.

Esto último lo dije como humor, no me importa mucho. Pero si debo cuidar mi imagen frente a mis "invitados".

—¿Enserio consideras "poco profesional" el hecho de que tengas que usar muletas porque te dispararon?—dijo ella.

Jugando con la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora