Una llave...

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Los Ángeles, California.
Octubre 28, 2022.

Summer.

Una semana. Una maldita semana desde que Alexandra confirmó lo que me temía:

Que es parte del Clan Lobo. ¡Del maldito Clan Lobo!

Y no solo es parte del clan, es la maldita cabeza.

Me lo temía desde que me ayudó a resolver aquel caso y desde que le dispararon.

Ahora todo tiene sentido. ¿Quién le dispara a una simple empresaria? -bueno, Alex es de todo, menos simple- No tiene ningún sentido dispararle a alguien que no tiene nada que ver con los clanes.

—¡Mierda!—grité en mi oficina.

En un arrebato de ira tiré todos los papeles que tenía en el escritorio, incluso tiré mi celular al suelo.

—¿Se encuentra bien, señorita?—preguntó un sujeto tatuado asomando a penas la cabeza por la puerta de la oficina.

Aquel es Leo, uno de los "guardias" que me dio Alexandra desde que me confesó ser la líder del Clan.

Ninguno de los cuatro tipos que me siguen las 24 horas del día, parecen ser asesinos y dos de ellos son mujeres.

—«Por si te sientes incómoda con los chicos.»—dijo Alexandra cuando le pregunté por ellos.

No me siento incómoda que estos llamados "guardaespaldas" sean hombres. Lo que me incomoda es saber que me están siguiendo a todas horas.

Básicamente, toman turnos para cuidar de mí de cerca. Esto quiere decir que mientras uno de ellos se la pasa conmigo como si fuese un amigo cercano, el resto me está siguiendo desde cierta distancia, con el fin de evitar miradas curiosas y levantar sospechas.

—Solo vete, por favor.—le pedí tras unos segundos.

Tal como lo pedí, el cerró la puerta.

Llamé a Alexandra, molesta, necesito que se los lleve, necesito estar sola, no quiero relacionarme con ella.

Apenas descolgó el teléfono le reclamé.

—Llévate a tus hombres y déjame tranquila. No quiero saber nada de ti ni de tu clan.—gruñí.

—No hay un "Hola Alex, amiga, ¿Cómo estás? Gracias por cuidar de mi seguridad después de que me metí en el lugar equivocado y casi me matan."—dijo con cierto tono burlón mezclado con molestia.—¡Oh! Lo olvidaba, "Gracias por salvarme la vida."

—Preferiría haber muerto a saber que eres una sucia asesina.—murmuré, tenía miedo de pronunciar esa palabra junto a su nombre.

—No tengo nada que discutir contigo.—respondió ella.

—Eres una-.

No terminé la frase. Me quedé callada al ver a Alex parada en mi oficina frente a mí con su sonrisa tan perfecta.

—¿Qué demonios haces aquí?—pregunté intentando ocultar mi escepticismo.

—Creí que debía venir a visitarte y hablar las cosas.—añadió con un tono de gatito.

—¿Cómo entraste?—pregunté con molestia. La sangre todavía me hervía.

—Solicité una reunión con la detective McNamara.—se encogió de hombros.—¿Montoya? Me reconoció y me dejó entrar sin problema alguno.

—Y pensar que te metes en la boca del lobo sin ayuda de nadie.—sonreí irónica.

—Cariño, soy un Lobo, no me preocupa.—sonrió.

Jugando con la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora