Desde que miró fijamente la carta que su padre le había entregado, sabía cuál sería su sentencia.
El sello dorado de la familia Galitzine adornaba el papel pergamino, una señal de la importancia de su contenido. La noticia que derramó la tinta en...
Su pulso se aceleró cuando el alfa lo deja sobre la cama, su espalda se arquea por la frescura en las sábanas y no puede evitar soltar un suspiro. Taylor no tarda mucho en acomodarse sobre él, poniendo las manos a un costado de su cabeza, apoyadas sobre la cama, con las rodillas dobladas, para no aplastarlo.
Ambos se rinden cuando el alfa se impulsa accidentalmente, para acomodarse y gimen, aliviados.
—¿Estás bien? —su pecho vibra al hablar y puede notar que su voz sale más ronca de lo normal.
Nick lo mira y se da cuenta de cómo el cabello ondulado le cae sobre la frente y casi puede sentir las pestañas del alfa picarle cuando lo ve acercarse. Tiene que resistirse para no besarlo, así que ladea la cabeza y toma una bocanada de aire.
—¿Nick?
Se encuentra sin demasiado aliento, incluso para contestar un "sí", por lo que termina asintiendo dos veces.
El alfa se da cuenta de que casi casi tiene escrita la preocupación en todo el rostro.
—Bien... —dice por lo bajo, pero ni siquiera él entiende a qué se refiere con ello.
No puede dejar de pensar en lo peligroso que es que se encuentren en esa situación, incluso con la tormenta, alguien podría venir. No solo estaban cediendo ante el pecado, sino que, estaban rompiendo las normas y no importaba cuál de las dos tuviera más peso, si los descubrían iban a estar en serios problemas.
Únicamente estaba aceptando su naturaleza.
Era un alfa y no estaba pensando con claridad. ¿Y cómo hacerlo?
Tenía a un omega en celo, semidesnudo sobre su cama, con el pecho descubierto y aunque la luz fuera tenue podía apreciar su piel erizada, lo marcado y sudado de su abdomen, tenía los pezones rosas y duros, y marcas ligeramente pintadas donde antes habían estado sus manos.
Quería saber que se sentiría pasar la lengua sobre aquella piel.
Y es que ni siquiera tenía que ser un alfa para no opinar con claridad ante aquella imagen. Cualquier que pudiera ver a Nick de esa manera se prendería de sus encantos, se volvería loco.
Nunca había tenido la intención de estar con un hombre omega, mucho menos con Nick, pero debía admitir que lucía encantador y más que tentador bajo la oscuridad de la noche, debajo de él, enterrado entre las sábanas, con las mejillas sonrojadas y los labios hinchados esperando por ser aliviado.
«Acéptalo.» Se dijo para sí mismo.
¿Qué mierda pasaba? ¿Realmente todos aquellos sentimientos confusos eran únicamente producto del celo?
