Desde que miró fijamente la carta que su padre le había entregado, sabía cuál sería su sentencia.
El sello dorado de la familia Galitzine adornaba el papel pergamino, una señal de la importancia de su contenido. La noticia que derramó la tinta en...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—¿Sobre qué tenemos que hablar? —su padre se desabrocha el saco y lo deja sobre el respaldo del sillón antes de sentarse.
Taylor lo mira unos segundos y vacila. Hace un ademán con las manos elevando los hombros, en señal de pregunta.
—¿Qué tanto sabes? —no tienen claro cómo iniciar aquella conversación. No cuando le ha dado tantas vueltas en su cabeza a la manera en que puede finalizar.
William se lleva dos dedos hasta el puente de su nariz y toma aire en una respiración profunda.
—Bueno, Mike me ha marcado diciendo que hay un omega infiltrado.
Taylor pone los ojos en blanco y sus labios salen ligeramente hacia afuera, como si hiciera un puchero, pero muestra molestia.
Su padre lo mira y le extiende una mano, para que guarde silencio, conoce a la perfección esa expresión.
—Le he llamado a Otto, porque tú no atendiste mis llamadas. —lo ve acomodarse en el sillón; recarga su espalda y sus piernas se abren ligeramente. —Me ha dicho que Galitzine es un omega, que al parecer lo ha estado ocultando y que ustedes tienen una relación. —lo mira fijamente, de esas veces que sientes que eres observado y la incomodidad se apodera de tu cuerpo.
Taylor asiente y tiene que buscar dónde sentarse. Conoce a su padre y sabe que su calma no es una buena señal.
En realidad, ni siquiera esperaba que llegara él. Quizá uno de sus soldados o un superior.
—Bien, te voy a explicar lo que yo sé.
—Creía que ese muchacho era bueno para ti.
—Y lo es. —sus miradas se encuentran. Puede sentir que jamás ha experimentado nada similar, ni siquiera cuando tuvo su primera expulsión en el instituto. —Nada de esto es su culpa.
—¿De quién entonces? —el alfa luce cómodo sobre el sillón, como si aquel fuera un tema irrelevante.
—¿Sabes si el Comandante es corrupto? —William lo mira confundido. —Bueno, él fue quien recibió a Nick, quien al parecer no se inscribió, lo hizo si padre y su hermano vino a dejarlo. Él no quería estar aquí.
—Nadie viene aquí por la fuerza.
—Él sí. —traga saliva. Para ese momento siente las manos sudar y ha dejado de mantener la postura, así que, le duele la espalda. —Los papeles que el Comandante ha llenado dicen que Nick es un beta.
—Bueno, quizá Nick se lo dijo.
—No. Nick no comenzó a decir que era un beta hasta que yo te lo dije a ti, porque fue hasta entonces que tuvo su presentación.
