Capítulo 08.

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Las piernas le temblaban

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Las piernas le temblaban. Estaba ese dolor en la parte baja, era insoportable y no ayudaba que todo su cuerpo doliera. Sentía que no podía más, si daba un paso iba a terminar en el suelo.  

—¡Vamos Nicholás, quiero más de ti! —un soldado raso le gritaba, intentando animarlo, quizá, no lo tenía claro.  

—Pesan. —dice en voz baja, intentando recordarle. 

—¡Un militar nunca se queja! 

Él no era un militar y no quería serlo, se sentía incorrecto. Taylor tenía razón, estaba mintiendo y por mucho que fuera por su bien o que de alguna manera estar ahí le sirviera al estado, no era suficiente.  

Castrum era un desastre, no quedaba nada más en pie que las cabañas y la cafetería. El campamento contaba con 30 cabañas, no todas estaban en uso, algunas mantenían el armamento o se usaban de comedores, pero todas estaban enumeradas y sobre ese orden les asignaron tareas, pero él al no contar con un número, tuvo que ayudarles en todas las actividades que lo necesitaran.

El campo estaba dañado, los rayos habían destruido muchas de las construcciones que tenían para entrenar, y lo que no había sido quemado, el agua se lo había llevado. 

Tuvo que ayudarle a los de la armada blanca, la cabaña de ellos fue una de varias donde un rayo impactó. 

Que lo hubieran cambiado con Taylor ya no tenía tantas ventajas, por alguna razón, creían que eran del mismo rango, Nick apenas y sabía diferenciar entre lo que hacía un Coronel y un Subteniente. 

—Pon esa aquí. —la voz de Taylor lo hizo tirar el tronco que había estado sosteniendo en el hombro y espalda, jalándolo. 

—¿Qué más falta? —se limpió el uniforme, sacudiéndose las astillas que quedaban sobre su ropa. 

—Deberías ayudarle a los chicos con- 

Mike llegó hasta él, saludándolo frenéticamente, moviendo su mano con entusiasmo y con una enorme sonrisa en su rostro. 

—¡Nick! —lo abrazó, haciendo que se quedará quieto en su lugar. —¿Cómo estás? La 28 estábamos preocupados por ti. 

Había un destello en sus ojos, uno que transmitía felicidad. 

Nadie nunca se había emocionado tanto por verlo. Era curioso como un pequeño detalle podía cambiarlo todo. 

—Estoy bien. —le devolvió el abrazo y fingió una sonrisa, no porque no estuviera feliz, sino porque sabía que no lucía bien. —¿Ustedes? 

—Todos enteros, la tormenta estuvo bien para descansar. —se alejó tomándolo de los hombros. —Varios de la 28 entraron en celo... ¿Tú? 

Mike lo miró, sus cejas estaban levantadas y ese brillo en sus ojos de felicidad fue sustituido por la intriga. 

Indeleble •Taynic Galikhar•BorradorWhere stories live. Discover now