Capítulo 07.

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La espalda del omega se arquea y sus labios formaron un círculo perfecto

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La espalda del omega se arquea y sus labios formaron un círculo perfecto. La luz les cubría el cuerpo, mostrando cada gota de sudor, cada marca dibujada sin intención y cada espasmo. 

El alfa lo tomaba de las piernas, empujándose y sosteniéndolo. Lo tenía sobre la barra de la cocina desnudo y con las sobras de la comida en el suelo. 

Descubrieron que cualquier superficie era buena para satisfacerse y el miedo a verse la cara a plena luz con el celo había desaparecido. Era una lástima porque estaba por terminar y Taylor no había memorizado bien su rostro. 

—Duele. —balbuceó. 

—No puedo moverte ahora o te lastimaré más. —el nudo había comenzado a crearse. Había sido un problema desde el inicio, creía que no lo sería, pues lo mantuvo lubricado, pero no. —Relájate. 

Nick asintió, giró su cabeza para no mirarlo cuando terminara. La lluvia seguía incluso más fuerte que el primer día, tuvieron que mover algunos muebles, pues el agua comenzaba a entrar. 

Soltó un jadeo cuando Taylor salió de él, seguía sosteniéndolo de las piernas, quería que lo dejara ahí, pero lo tomó de la cintura y tuvo que incorporarse. 

—¿Qué haces? —se aferró a su espalda cuando se dio cuenta de que quería cargarlo. 

—Vamos al agua. 

Se dejó llevar, y se permitió dejar que Taylor lo metiera en la tina. Lo vio abrir la llave del agua y luego se incorporó tras él. 

—Puedo bañarme solo. —dijo cuando sintió el estropajo sobre su espalda. 

—Cállate y déjame hacer esto. —sentía que se había aprovechado de él y eso lo hacía sentir con culpa. 

Nick permaneció en silencio, sentía las manos de Taylor sobre su piel, limpiando su cuerpo, dejando caricias que lo hacían estremecer. Centró su atención en cualquier cosa que pudiera, había leído las etiquetas del shampoo que tenía frente a él, también se ha dado cuenta de que el baño es demasiado lindo, las paredes estaban pintadas de escarlata y había un pequeño espejo en el centro, a un costado del lavamanos. Una pequeña cortina separaba la tina y la regadera del escusado. 

No recuerda que el baño de la cabaña 28 fuera tan espacioso. 

—Listo. —escucha a Taylor hablar. —Puedes hacer el resto tú. 

—Bien. —se movió, alejándose de él. Y terminó lo que Taylor había comenzado. 

La tormenta cesó ese día al anochecer, por lo que tuvieron el tiempo suficiente de limpiar y abrir las ventanas para que la cabaña se ventilara. 

—Viene mi padre. —se recargó en el marco de la puerta. 

Nick se puso de pie enseguida, tenía que vestirse, no se había preocupado de usar el uniforme en esos días. 

Indeleble •Taynic Galikhar•BorradorOnde histórias criam vida. Descubra agora