Capítulo 6

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Mis animos estan al mil, esta noticia que hemos recibido es una maravilla y todavía no puedo creer esta vida de ensueño que estoy a punto de tener; desde niña he crecido viendo esas películas donde al tener la mayoría de edad viajan a sus lugares soñados y tienen miles de amigos y planes divertidos.

En mi caso no tengo muchos amigos, solo tengo a Flor y en realidad estoy bastante a gusto… Tampoco soy fan de tener mucha gente a mi alrededor.

Y hablando de planes divertidos, Katherine es esa amiga espléndida que además de ser mi madrastra se ha convertido en mi amiga… aquella que busca vernos feliz y que experimentemos cosas nuevas. Flor y yo siempre habíamos querido hacer esos picnic aesthetic que vemos por instagram a diario. Ella no sabía y sin embargo lo planeó para que nuestro viaje sea inolvidable.

Cuando mi padre me dijo que iba a tener una  madrastra me imaginé que iba a ser de aquellas odiosas y malas que aparecen en los libros y películas, pero no, ella es especial.
Es ese tipo de persona amable, cariñosa, dedicada en sus cosas… Aquella mujer que con solo una mirada a través de sus ojos color avellana, te da tranquilidad.

Flor y yo estamos en la habitación alistandonos para acompañar a Katherine a comprar todo lo necesario para nuestro picnic de chicas, estoy demasiada emocionada.

Mi bella mejor amiga está en la cama sentada con su celular chismoseando el instagram a un chico que la empezó a seguir, dice que no es muy guapo y no tiene estilo para vestir; es bastante exigente con la vestimenta, ella dice que eso es lo esencial para un hombre.

— Chica, pero solo te siguió, tampoco es para que le critiques hasta el cabello —le digo sentándome a su lado viendo al chico a través de su celular.
— Cariño, si no lo criticara no fuera yo —me dice muy obvia.

En realidad está en lo correcto, esta mujer crítica lo más mínimo, recuerdo que cuando conoció a Nick lo miró fijamente y empezó a detallar su ropa, eso no lo critico mucho, hasta que vio el Horror para la chica lectora… el chico tenía una espantosa ortografía y ella se burlaba de él en su cara y le decía que hiciera un curso de ortografía, ese dia el chico me dijo que no quería ver más a Flor y claramente ella vio el mensaje y lo llamó insultando, esos dos no se llevaban nada bien.

— Bueno, señorita criticona, mueve tu trasero y vamos a alistarnos para comenzar otro día espléndido en París.

Medía hora después estábamos entrando al centro comercial Galeries Lafayette.
¡Wow! Esto es muy increíble, es inmenso y si que parece de películas.

Entramos a un almacén que es exclusivamente para pintar, aquí no demoramos mucho pues Katherine viene muy a menudo y sabe dónde están las cosas y su valor… compramos y salimos inmediatamente para entrar a otro que venden cosas para picnic y decoraciones.

Luego salimos del centro comercial y subimos de nuevo al auto de Katherine, en todo el camino nos cuenta muchas historias y en este caso nos estaba contando cómo terminó viviendo en París.

—Tenía 22 años cuando terminé mi carrera en Bellas artes, empecé a trabajar en mi cuarto cuando vivía con mis papás... pintaba retratos de personas, animales, paisajes, y todo lo que me pedían. Me encerraba en mi cuarto con música a todo volumen y me sentía flotando en mi mundo de tranquilidad, siempre ha sido mi escape de la realidad —sonríe Katherine.
—Así me siento cuando leo —dice Flor suspirando fuertemente.

Katherine y yo nos reímos por lo dramática que puede ser Flor.

— Recuerdo que una vez me pidieron una pintura de la torre de París y luego de entregarla, el señor que me la pidió me llamó para que expusiera mis pinturas en el Museo del Louvre.

¡Waooo!

Flor y yo quedamos con la boca abierta.

— Sí, chicas, quedé asi como ustedes, aunque creo que peor —suelta un risita  —Estaba en mi cuarto y quedé en silencio por unos minutos y el señor me hablaba, pero estaba tan en shock que no podía ni hablar, cuando recuperé mi voz le respondí encantada y le dije que claro que si. Él me pagó el viaje a París y yo estaba demasiado emocionada, llegué al hotel que me asignó y era demasiado hermoso, llegó el día de ir al museo a exponer mis pinturas y se llenó demasiado... fue tanto el logro que me propusieron trabajo aquí y me quedé a vivir.
Pasaron dos años y conocí a Roberto, después del año nos casamos y actualmente llevamos 10 años de casados —finalizó parqueando el carro afuera de casa.

                                     *****

Ha llegado el momento del picnic de chicas, llegamos a la playa; está sola y agradable como Katherine planeó.

Extendemos el mantel rojo con cuadrados blancos en la arena, mientras voy organizando la comida y todo lo que hemos traído, Flor y Katherine van a buscar las almohadas, los lienzos con sus pinturas y las copas para el vino de manzana en el carro.

Estoy sentada en el mantel acomodando todo y mi mirada se desliza hacia la playa donde va pasando el mismo chico que ví esta mañana con dos chicos en el parque haciendo ejercicio, pero en este caso va con un perro lobo tamaño mediano y va caminando con su mirada al frente concentrado en la música que sale de sus audífonos negros.
El chico tiene una sudadera negra, un suéter sin mangas blanco y converse del mismo color... Es bastante alto y su piel morena lo resalta.

— Otra vez embobada con el chico guapo de esta mañana —me pilla Flor mirándolo de nuevo.

Siento que se me calienta la cara e ignoro su risa escandalosa seguida de la de Katherine, sigo acomodando la comida y le quitó las copas bruscamente haciendo que ría más fuerte.
Ellas se sientan a mi lado y Katherine nos tiende nuestras almohadas, Flor me tira la de ella a la cara y yo se la devuelvo haciendo una guerra de almohadas.

— ¿Esto es un picnic o una pijamada? —nos dice Katherine haciendo que Flor y yo nos separemos.
— Flor es una pesada —Pongo los ojos en blanco cruzando los brazos.
— Y tú una chica que no admite quedarse embobada con un chico bastante guapo, alto, moreno y encima viste bastante bien —Dice ella haciendo que me altere.
—Eso no me importa — le resto importancia.
— ¿Estoy con chicas de diecisiete años o con niñas de cinco años? —expresa Katherine divertida por nuestra dramática pelea.

No hablamos más del tema y nos acomodamos para pintar, sacamos las pinturas y procedemos a dejarnos llevar por la naturaleza como nos indica Katherine; colocamos música relajante para inspirarnos y fluir.

No sé mucho pintar, pero cuando me inspiro lo hago bien.

Aún así mi ánimo está por el piso, en el momento que empecé a pintar me vinieron recuerdos del pasado... El idiota de Eduardo con la chica rubia.
Es difícil intentar olvidar todo y que cuando creas ya superarlo llueven recuerdos de lo que te dolió y nublen los nuevos pensamientos.

Este chico no solo me falló con la nena que me volvía insegura, él intentaba hacer cosas que me ponía incomoda aún sabiendo que no me gustaba. Eduardo es un chico muy impulsivo y cuando discutimos por la mínima cosa él intentaba pegarme, odio a los hombres machista pero mi ojos estaban tan cegados que simplemente me decía en mi interior que su trauma de pequeño lo había hecho cometer esos errores.
Ahora me doy cuenta que él no me decepcionó; él era así pero lo tenía muy idealizado.

Ese es el error más grande que solemos cometer. tenemos los estándares tan atrofiados que nos conformamos con lo mínimo, que cuando notamos que algo no va bien lo adornamos para no ver las cosas como son.

Ese error lo cometí yo, ahora solo me causa miedo enamorarme de alguien y que me suceda lo mismo; por eso solo debo enfocarme en mí y trabajar en mi hasta que llegue el indicado.

Sin darme cuenta he pintado todo lo que siento, no sé cómo lo hice en realidad y no sé cómo describirlo. Giro el lienzo hacia Katherine y queda asombrada y desborda ilusión.

— ¡Cariño, esto es magnífico! —expresa ella agarrando el lienzo — A esto me refiero cuando les digo que plasmen lo que sienten.

Sin darnos cuenta ya se han hecho las tres de la tarde y nuestras caras parecen un tomate al igual que nuestro cuerpo, hemos pasado bastante tiempo en la playa.

Un atardecer a tu ladoWhere stories live. Discover now