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-¿Cómo va todo?- el hombre se acercó al gerente del hotel.

-Se-señor, ¿Cómo le va?- con nerviosismo estrechó su mano -Me dijeron que estaba en su suit pero no lo creí.

-¿Le gustaría explicarme a detalle como va el hotel?

-Claro, señor. Venga conmigo.

Caminó con una sonrisa en el rostro, como si nada hubiese pasado...

Y esa sonrisa se volvería aun más grande cuando regresara a su habitación a... Descansar.

Sus pasos resonaron se escucharon a lo lejos, abrió la puerta silenciosamente y se acercó al muchacho con una expresión de superioridad y con sus manos en los bolsillos

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Sus pasos resonaron se escucharon a lo lejos, abrió la puerta silenciosamente y se acercó al muchacho con una expresión de superioridad y con sus manos en los bolsillos.

-¡Que desastre! Mira nada más como estás- aquellos ojos temblorosos lo miraron impacientes -Por lo que veo no me extrañaste.

-Hmmjum- intentó hablar, pero por supuesto, nada salía, aparte de quejidos. La mordaza en su boca no se lo permitía.

-Ni te he tocado y mira como estás. Estoy celoso de esos juguetes.

Atado a la cama de hierro de manos, pies y hasta de su cintura, un vibrador de veinticuatro centímetros metido en su entrada lastimando sus paredes y junto a el, un dildo grueso y pequeño que lo único que hacía era abrir más sus carne. Unos pequeños botones vibrantes pegados con cinta adhesiva a sus pezones lastimados y aquel dilatador uretral impidiéndole correr lo estaban matando.

Dong Min estaba deshecho en aquello cama, temblando a más no poder, luchando por moverse y sacarse todos los juguetes de encima, frustrado por no ser complacido con lo que quería, llorando por la descarga de placer y dolor que recibía.

Su cuerpo estaba húmedo, la cama muy mojada haciendo evidente todas las veces en la que se había corrido por atrás. Estaba cansado, agotado, no quería nada más, solo deseaba que ese hombre se lo follara la última vez y así irse a dormir.

Eso era lo único que quería, sentir al hombre dentro de él, ver su rostro mientras era follado, sentir su piel o incluso su ropa rozar con su desnudez, pero que fuera él, no esos juguetes. Él exclusivamente.

Pero... ¿Cómo fue que llegó a ese punto?

Sencillo, Dong Min no había parado de insultarlo, llevarle la contraria y maldecir, y gracias a sus acciones, ahora su piel está ensangrentada, su cuerpo débil y bueno, ya sabemos que más.

El castaño quitó la mordaza y gritó. -¡Quitamelo! ¡Ya no quiero más, Bin! ¡POR FAVOR, ESCÚCHAME!

Más gritos de dolor salen, más lágrimas se derraman, hasta al borde del colapso y mientras más súplica, más ignorado queda.

Quita los botones de sus pezones y con una sonrisa ladina en su rostro, retira las agujas de su lastimado seno. Duele como el carajo, sus ojos se abren grande, el aire queda estancado en sus pulmones, su boca abierta no deja escapar ni una palabra solo un inaudible quejido.

My Sweet Baby |❦︎| BinwooKde žijí příběhy. Začni objevovat