El divorcio de su majestad

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Al salir de la habitación los guardias la observaron maravillados, se veía tan bien que incluso el deseo más impuro empezó a propagarse en ellos.

Sabían todo sobre el caso de la emperatriz, por eso les pareció estúpido que la ley fuera tan exigente con ella.

No pararon de verla, se sentía bien al tener nuevamente las miradas captando su atención.

—Les parece si me acompañan —comentó Alysa provocando que ellos desviaran sus pensamientos.

—Sí señora, disculpé —respondieron ambos

Ella solo sonrió

***

Bennett

Estoy preparando mis últimos detalles, divorciarme de Alysa es como casarme, me siento feliz, emocionado y ansioso.

Es un peso menos, debo admitir que aunque fue cruel dejarla una semana en las mazmorras disfruté bastante no tenerla en el palacio, sentí paz.

No me importó en ningún momento sus sentimientos, su hambre o sed, simplemente lo ignoré.

Estoy con Eileen, ella me observa con una sonrisa mientras me preparo.

—¿Vas a demorarte? —preguntó

—No, no tardaré más de media hora

—¿Ella será desterrada a algún palacio? —Eileen muestra algo de preocupación

—No, Alysa será desterrada del imperio, no nació aquí, así que, deberá vagar por las calles hasta encontrar un hogar —expliqué, observé el reloj y me estaba tardando bastante

No quería llegar tarde al juicio, por eso, doy mis últimos detalles, me dirijo hacia Eileen, la besó, y luego besó su vientre mientras lo acarició.

—Deseame suerte

—Suerte, mi amor  —sonrió Eileen

Salgo de la habitación listo para divorciarme.

No tarde mucho hasta llegar a la sala del juicio donde mi rostro serio es lo que gobierna en la habitación, todas las miradas se posan en mí, me paro en mi podio y espero a que llegue Alysa.

El sumo sacerdote me observa, puedo sentirlo, le dirijo la mirada y lo saludo con discreción.

—Sumo sacerdote, buenas tardes

—Emperador Bennett

—Gracias por venir, se que esto no tardará —digo con seguridad, pues le explique la situación y estuvo de acuerdo con mi divorcio

—No se preocupe, aunque le tengo aprecio a la emperatriz, esta situación no puede seguir así

Es un hombre al que la edad le ha dado sabiduría, tiene sesenta años y mucha experiencia, su ley se basa en la verdad divina y su moral es seguir las leyes escritas.

Por eso no me tomará mucho tiempo divorciarme de Alysa.

El sonido de la puerta abriéndose me alerta, giro mi rostro a esa dirección donde veo a Alysa con un vestido negro que detalla su figura.

Al igual que yo, todos los nobles desviamos nuestra mirada a ella, no la recordaba tan sexi, no sé que me pasa, pero ver como los nobles sonríen por ella me enoja.

No me gusta, me pone celoso.

Ella se para en su podio, que está enfrente del mío, tiene una sonrisa en su labios, que al igual que yo nos llena de felicidad este divorcio.

El sumo sacerdote la observa con desprecio, debe ser por su vestido.

Ha roto más de una ley con ese vestuario.

Falsa emperatriz [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora