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POV AINHOA.

Desperté con resaca, tal como me lo esperaba. La fiesta se alargó hasta más de las seis, lo pasé increíble, sobretodo con Luz.

Esta aún dormía en la otra cama de la habitación que nos había tocado compartir.

Encendí mi móvil para mirar la hora, era cerca de la una. Decidí salir en busca de algo para remediar el malestar con el que había amanecido.

– Te veo bien pelirroja – saludó burlona Menchu.

Esta se encontraba sentada en una de las sillas de la cocina con su café medio a terminar.

– Si no tuvieras a un mini Martínez desarrollándose dentro de tí estarías igual o peor que yo – contesté con la voz pegajosa.

Aun no se sabía el sexo del bebé pero yo tenía un palpito de que iba a ser niño.

Me tocó hacer más café, me quedé embobada mirando como la máquina desprendía gota a gota aquel líquido que hacía milagros.

– ¿Y qué tal anoche? – tanteó.

Sabía que se refería a algo en concreto, más bien a alguien.

El mismo alguien que entró por la cocina salvandome pero, poniéndome en peligro la vez.

– Buenos días – saludó con el mismo humor con el que yo había entrado.

El alcohol no perdona a ninguna.

– Os vendría muy bien beber menos – opinó Menchu sin que nadie le preguntara.

– Tendrás morro – Luz se posó en la encimera al otro lado de la cafetera.

Cuando esta terminó busqué un par de tazas, le pasé una a Luz que me dió las gracias con mejor humor.

– ¿Qué haces aquí tú sola? ¿Y los demás? – le pregunté a Menchu.

– Sois las primeras en despertarse – contestó levantándose a dejar su taza.

Decidimos salir al jardín a desayunar, hoy era una de esas mañanas soleadas y tenía pinta que iba a calentar bastante a pesar de estar a finales de Septiembre.

– Le preguntaba a Ainhoa que como os lo pasasteis anoche, que yo me fuí a dormir más pronto porque era imposible seguiros el ritmo – le habló a Luz.

Esta me miró.

– Muy bien – le dió un sorbo al café tratando de evitar responder a alguna otra pregunta sobre la noche anterior.

La verdad es que había momentos borrosos, lo que sí tenía claro es los momentos con ella bailando, las dos pegadas...

Eh, vamos a dejar eso a un ladito por ahora.

Seguimos hablando de cosas sin importancia y empezaron a despertarse los demás. Todos iban directos a la cocina sin parar a saludar porque necesitaban un buen café y un paracetamol que lo acompañe.

– Hombre pero que honor, si la cumpleañera se a dignado a asomar – bromeó Clara.

– Llega para la hora de comer – Julio le siguió la broma.

Marta emitió una especie de gruñido y fue directa al destino más transitado de esta mañana, la cocina.

Martínez y Paolo se habían ofrecido para hacer una barbacoa para comer. Luz, Julio, Clara y Jon se habían ido al pueblo a por la carne y alguna que otra cosa más caería seguro.

Estaba sentada en uno de los sofás leyendo el libro que me había traído cuando escuché mi nombre.
Sara me llamaba a lo lejos, cada vez la escuchaba más cerca.

En la puerta del al lado || LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora