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Saemi no pensó en que Kraven, literalmente, compraba juguetes para todos los niños y niñas que pudieran haber en el lugar al cual iba a ver

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Saemi no pensó en que Kraven, literalmente, compraba juguetes para todos los niños y niñas que pudieran haber en el lugar al cual iba a ver.

Sabía que era un centro nuevo que se había abierto hace un año simplemente, por ende, eran quinientos niños en total los que habían ahí. Escuchó que habían más niñas, así que los regalos eran más para ellas. La juguetería donde habían entrado era enorme, así que no le sorprendió ver que los regalos iban siendo envueltos por más de diez personas a la misma vez y que otros los iban sacando para echarlos en un camión.

Las demás personas que estaban comprando de manera normal seguía en lo suyo, aunque más de uno no podía evitar no mirar para saber de que se trataba todo.

—La mayor de las niñas tiene solo doce años, ¿crees que le gustará también alguna muñeca? ¿Qué tal la Barbie Doctora? ¿O la Barbie enfermera?

Saemi vio que habían muchas Barbies sin duda alguna, después de todo Barbie siempre era lo que quería ser incitando así a las niñas a siempre seguir sus sueños demostrando que todo era posible.

—Pienso que ya no le gusten las Barbies. Puede ser un peluche —opinó.

—Sí, tienes razón. Puedes elegir algunos peluches si quieres. Y, mira, allí hay muchos Dinos.

Al oír eso, miró de inmediato. Eran muchos dinosaurios de muchos colores, tamaños y tipos. Kraven tomó algunos, los que se veían más rudos para los chicos. Las personas que estaban con él solo asentían e iban guardando todo.

Notó que se veía demasiado entusiasmado por ir a ver aquellos niños. Lo veía sonreír demasiado y elegir cada peluche o regalo en general de manera feliz. Pensó que, en ocasiones, el mundo era injusto porque le daba hijos a quienes no los merecían y les quitaba la oportunidad a aquellos que, definitivamente, sería buenos padres.

Él no se categorizaba como alguien experto para eso. Sabía que era un Omega y, de por sí, tenía aquel instinto materno. Tenía todos los recuerdos de su madre y siempre eran muestras de cariño puras. Jamás lo habían golpeado. Sus padres siempre le habían dado amor y buenas enseñanzas. Supuso que, si en un futuro llegaba a tener algún hijo, intentaría ser una madre buena.

Soltó un suspiro mientras sostenía un dinosaurio que era el mismo que Dino, pero en un color diferente.

Tragó saliva y se acercó a Kraven que estaba viendo algunos set de cocina.

—Quiero todos estos set para tomar el té —anunció y las mujeres que le estaban ayudando solo los comenzaron a tomar —. También todos estos set de cocina. Todos que sean envueltos con cuidado. A las niñas les gusta jugar al té —le comentó a Saemi con emoción —. Es la primera vez que les llevaré regalos, aunque ya he ido otras veces, pero a dejarles ropa. Quiero que sean felices con sus juguetes.

El Omega nada dijo.

Fue notando que la juguetería, a pesar de que era enorme, comenzaba a quedar vacía.

DEUDA MORTAL [OMEGAVERSE] ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang