03. Probabilidades En Descenso.

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Por las calles del Distrito 4, ya se veían a las personas caminando a duras penas al Edificio de Justicia, en dónde se daría a conocer a los Tributos, en dónde se haría La Cosecha, como años anteriores. Rose había participado en La Cosecha durante ya 4 años, aún recordaba la ansiedad de su primera aparición. Eso era lo que hasta aquel momento prevalecía.

Hubo un momento en el que Sarah ya no pudo avanzar más, quedándose junto a una mujer que se le hacía bastante conocida, con la que pareció compartir un par de palabras. Tomó la mano fuerte de Jonathan, quien le sonrió suavemente y besó el torso de su mano antes de seguir avanzando, con Noah del otro lado.

Los tres se formaron en una larga fila, en la que un hombre con traje blanco y una especie de protección transparente cubría su rostro picaba los dedos de los niños para confirmar su identidad. El primero fue Noah, quien gimió suavemente y luego lo dejaron ir, guiándolo a su lugar al frente, con los niños más chicos.

Luego fue Rose, a quién le ardió bastante el contacto de la aguja con su piel, pero al menos su nombre apareció en aquella extraña maquinita. La guiaron bruscamente al medio del grupo de chicas, mayormente con piel bronceada y cabellos rubios. Rose las envidiaba un poco por su aspecto de muñecas de porcelana.

Se mantuvo quieta por unos segundos, en los que una mujer de cabello rojo intenso, piel como una servilleta, ojos grandes de un color café miel y maquillaje exagerado junto a un vestido bastante escotado y chillón, sonrió, dando la bienvenida a La Cosecha.

─¡Antes de empezar, escuchemos éste mensaje que viene desde el Capitolio!─. Chilló contra el micrófono, señalando la especie de proyección que estaba detrás de ella, era un vídeo corto pero bastante aburrido.

La razón por Los Juegos del Hambre, esa que no dejaban de repetir cada día, ellos tratando de convencer a cada Distrito de que llevar a 24 niños para pelear unos contra otros a muerte era una buena idea.

Buscó con la mirada a su hermano, que se encontraba en la parte de atrás del grupo de los varones, él sonrió sin mostrar los dientes, buscando tranquilizarla.

Esto me aburre. Leyó sus labios y solo rió suavemente, asintiendo y estando totalmente de acuerdo con él.

Trató de buscar a Noah, pero éste estaba bastante lejos y no podía diferenciarlo entre tantas cabecitas.

Además de buscar a Sarah, quien se mantenía quieta en un lugar apartado, con la mirada baja a lado de la misma señora que el inicio.

Suspiró profundamente cuando el vídeo acabó, observando a la presentadora del Capitolio, quien mostró sus dientes horriblemente blancos.

─Empecemos con esto, descubramos quiénes serán los Tributos de éste año del Distrito 4─. Dijo de manera exagerada, casi buscando quitar la tensión en el aire.

Pero eso era imposible. Nadie ahí quería eso, nadie pensaba como algo emocionante o feliz el día de La Cosecha o los propios Juegos del Hambre. Es que sonaba una tontería que el Capitolio creyera que era algo justo. Por supuesto que no lo era, nadie merecía nada de eso, nadie debía sacrificarse por paz y orden.

Si le preguntaban a Rose, ella confesaría lo inconforme que estaba por el actual de gobierno de su lugar de nacimiento..

─¡Primero, como siempre, las chicas!─. Gritó por el micrófono, y entonces la ansiedad se apoderó de Rose.

No había forma de que fuese elegida, es decir, la mayoría tenía su nombre varias veces en la pecera esa, ella era de las extrañas que su nombre estaba muy pocas veces. No había posibilidad de que fuese ella la elegida.

Llevaba años sobreviviendo a ese día. Todo estaría bien, solo serían unos segundos, nombrarían a alguien que probablemente no conocería y solo se lamentaría en silencio, tal vez daría condolencias a la madre o familia de aquella chica. Abrazaría a sus hermanos, dormirían juntos y todo estaría bien.

Todo lo estaría, no tenía nada de qué preocuparse. Sonaba tonto.

La mano de la mujer del Capitolio pasó por encima de los papelitos, todos del mismo tamaño y mismo color. No había nada que los diferenciara.

Y entonces tomó uno de ellos, casi se sintió en cámara lenta mientras lo acercaba a su rostro y caminaba al micrófono.

Y habló, dijo esas palabras que se repetían en las pesadillas de la pelinegra.

─¡Roseanne Middleton!─. Sus piernas temblaron, y casi sintió que se desmayaba.




























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Atte: R. A.

Rose.| Los Juegos Del Hambre. | Finnick Odair. Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang