Filius Dei

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NUESTRA SANGRE, NUESTRO PECADO

Capítulo XI. Filius Dei (Hijo de Dios)

Claudia estaba por llegar a la zona de muelles del Porti di Napoli, con la esperanza de zarpar rumbo a Palermo, tal como era su objetivo. Aun le quedaban unos florines para pagar su pasaje, pero su estado de salud no había mejorado desde que huyó de la guarida, de Paola y de su destino. Sus náuseas habían empeorado y casi no podía comer porque todo bocado iba de regreso.

Le asustó pensar que no soportaría el embarazo si no dejaba descansar a su cuerpo, por lo que, a regañadientes, tuvo que buscar otra posada donde alojarse mientras visitaba el Ospedale del Mare, un hospicio que fungía como orfanatorio y atendedor de enfermos. No tenía muchas opciones de todas formas.

Dentro, preguntó por algún médico que tuviera experiencia acerca del embarazo, dando con un adoctrinado apellidado Ceresa, Dottore Ceresa, como le decían. Inmediatamente, el galeno hizo un interrogatorio:

—Me han dicho que está embarazada, signora. ¿Qué le aqueja de su estado?

—Tengo muchos mareos y náuseas —explicó Claudia. —No me había sentido mal al principio, pero ahora tengo más cansancio de lo usual y sigo sin tolerar la comida. Cada bocado, lo vomito.

—¿Ha tenido una dieta de carne? Las fibrillas de la carne suelen tener un efecto negativo para la digestión.

—Últimamente no he tenido comidas regulares —dijo cohibida. —Tuve que salir de Roma premeditadamente y el viaje hasta acá ha sido muy pesado.

—Entiendo —respondió el galeno, girando para revisar una caja de madera, extrayendo una ampolleta de medicina y encarando a Claudia nuevamente. —Le daré un frasco de panacea para tomar un cucharada todos los días hasta acabarse el contenido, el resto de medicina me temo que tendrá que conseguirlo por cuenta propia.

—Está bien, lo único que quiero es dejar de vomitar.

—Le apuntaré lo que necesita —dijo, sacando un pergamino y tinta. —Raíces de jengibre, para molerlos en polvo... Un manojo de valeriana, fenogreco y manzanilla para tomarse como infusión en agua caliente. También le recomendaría que no haga esfuerzos y que su esposo la acompañe en todo momento.

La palabra por sí sola le causó ganas de devolver el poco desayuno que toleró.

Claudia pagó al galeno, agradeció y se retiró del recinto para buscar lo que tenía en la lista al mercado y de ahí, dirigirse a la posada. Se resignó a que debía reposar unos cuantos días para completar la medicación antes de emprender el viaje final hacia Palermo. Su encuentro con Paola en Sicilia fue un problema, pero el viaje a Nápoles la había retrasado dos días.

-o-o-o-o-

Ezio había acortado el tiempo de trayecto, cruzando el mismo camino que su hermana en cinco días. Su agilidad y desesperación fueron un motivador suficiente para no importarle cabalgar casi todo el día.

Cuando llegó a Nápoles, lo primero que hizo fue buscar a Paola en Porto di Napoli, como decía la carta, pero al interrogar a los aliados en la zona, se llevó la desagradable noticia de que Claudia había tomado camino por su cuenta y dejado atrás a Paola en Sicilia. Las cartas que había enviado la madonna eran claras:

"Ezio, sé que vendrás a Porto di Napoli a buscarnos. Por desgracia, tu hermana es más testaruda que tú y decidió pelear ella sola su propia batalla... Aunque la comprendo: está asustada por proteger el bebé que lleva dentro... Aún sigue en Nápoles, pero mis contactos no la han podido localizar. Quizá tú tengas más suerte, y cuando la encuentres, no la juzgues con dureza. Paola."

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⏰ Last updated: Oct 04, 2023 ⏰

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Nuestra sangre, nuestro pecado (Assassin's Creed: Ezio/ Claudia)Where stories live. Discover now